Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

THE MIRACLE OF OUR LADY OF FATIMA (1952, John Brahm) El mensaje de Fátima

THE MIRACLE OF OUR LADY OF FATIMA (1952, John Brahm) El mensaje de Fátima

Aunque extendido en una filmografía en la que había puesto en práctica exponentes de estudio pertenecientes a diferentes géneros, no cabe duda que la obra del brillante y aún poco reconocido realizador que fue John Brahm, encontró un especial caldo de cultivo en propuestas que se insertaban en vertientes que iban desde el terror hasta el noir, pasando por el suspense o el drama psicológico. Fueron unas fronteras que brindaron resultados magníficos, configurando el corpus de una filmografía aún digna de ser resaltada, y que en España tan solo ha sido valorada en su conjunto en un apasionado estudio insertado en las páginas de “Dirigido Por…” de la mano de Antonio José Navarro. Esa visión sombría y numinosa que desprendía su cine, tuvo su oportuna continuidad en una amplia andadura televisiva, que le llevó a series tan míticas como la mismísima The Twlight Zone. Dicho esto, no me cabe duda que tuvo que asumir el encargo de la Warner de rodar THE MIRACLE OF OUR LADY OF FATIMA (El mensaje de Fátima, 1952) sin gran entusiasmo, y con la única intención de aportar su profesionalidad a una propuesta con una base casi insalvable. Y es que aunque contara en su guión con una figura tan atractiva como la del guionista e incluso director Crane Wilbur –digno de un estudio en ambas facetas-, lo cierto es que THE MIRACLE… deviene casi desde sus primeros instantes –en los que se proyecta una visión maniqueísta de la revolución portuguesa de 1910, descrita como un suceso sectario en el que el mundo católico es sometido a una cruel persecución-, en un producto que hay que acoger con muchos anteojeras, si no se quiere asumir con desprecio.

Y es que dentro del cine más o menos “milagrero” o “de curas y monjas”, brindado por el cine norteamericano, se encuentran tres joyas como son –de una parte- el díptico realizado por Leo McCarey –GOING MY WAY (Siguiendo mi camino, 1944) y THE BELLS OF ST. MARY’S (Las campanas de Santa María, 1945)- y, de forma más cercana al título que comentamos, THE SONG OF BERNADETTE (La canción de Bernadette, 1943), bajo mi punto de vista una de las cimas de la filmografía de Henry King, y bajo cuya base argumental en el relato de las apariciones de Lourdes-, se establecía no solo una película extraordinariamente narrada, sino todo un tratado de sociología política. Unamos a ello otros títulos como THE KEYS OF THE KINGDOM (Las llaves del Reino, 1944. John M. Stahl), y entenderemos que incluso partiendo de una base religiosa –que se puede o no compartir-, podían surgir títulos perdurables por su tratamiento o complejidad narrativa y argumental. Por desgracia, no es el caso del que comentamos, que se acerca mucho más al panegírico nacional catolicista de LA SEÑORA DE FÁTIMA (1951, Rafael Gil) que a cualquiera de los referentes citados. Lo peor de todo, en este caso, es la asepsia con la que Brahm asume una propuesta de la que solo cabe destacar el cromatismo típico del WarnerColor de la época, y que se desarrolla siguiendo todos los tópicos posibles, a la hora de relatar la conocida historia de la joven Lucia y sus dos pequeños amigos, los tres testigos de la inesperada aparición de una misteriosa figura femenina, que en tono solemne y candoroso al mismo tiempo, les hablará de los desagravios hacia Dios, el temor ante la llegada de otra guerra, y el intento de reparación de esos pecados, nada menos que “rezando el rosario” –nunca he entendido que poderes podía tener para el seguidor del catolicismo reiterar una serie de recitados siguiendo las cuentas del susodicho rosario, en vez de entender la oración como algo personal e íntimo, u ofrecer acciones positivas hacia tus semejantes-.

A partir de ese primer encuentro, cada mes se producirán otros, alterando la aldea y el entorno en donde se producen, que contarán cada vez con más espectadores, y alertando al mismo tiempo a las autoridades anticlericales que, pese a todo, han tolerado la labor de las parroquias. Y en medio de dichas características, no se sabe si lo peor del film de Brahm viene dado por el servilismo al discurso sermoenador que propugnan sus imágenes o a la indefinición genérica que determina la presencia del personaje que encarna Gilbert Roland –que aporta un poco afortunado matiz de comedia-, la nula entidad que ofrecen los pseudopersonajes que encarnan a la autoridad, que por momentos parecen caricaturas surgidas de un film policíaco, o la sensación de dèja vú que nos brinda una historia que conocemos, y que la película no se preocupa de enriquecer con matices que la hagan atractiva, más allá que para los frecuentadores de la doctrina católica de la época.

Partiendo de la decepción y la mediocridad que emana del conjunto aportado por un realizador en muchas ocasiones brillante, cabe salvar la relativa fuerza que adquiere el episodio final, en donde la reunión de miles de personas bajo la lluvia es realzada con fuerza por Brahm mostrando la magnificencia de esa cita en la que la misteriosa señora había prometido una señal para todo aquel que acudiera pudiera aceptar la veracidad de la visión de los tres pequeños ¿Y por qué no la hizo antes para evitar que estos sufrieran innecesariamente? Se trata de un fenómeno solar que realmente sucedió, provocando algunas milagrosas curaciones, y a partir del cual aquel lugar de Fátima fue el epicentro de un santuario, cuya inauguración en el inicio de la década de los cincuenta, es mostrado en imágenes documentales, y que quizá supusiera el eje central para la puesta en marcha por parte del estudio de una película, que en realidad a seis décadas vista, no hace más que exponer argumentos para los no creyentes –entre los que me encuentro, a pesar mío-, del desfase de una liturgia y unos condicionamientos que la Iglesia Católica mantuvo durante décadas, a la hora de exteriorizar el seguimiento de sus mandamientos. Y es que una cosa es responder a una ética personal dominada por un comportamiento basado en el respeto y el intento de ayudar a tus semejantes, y otra muy distinta seguir una serie de reglas y condicionamientos estériles, inocuos, y basados en un rancio sentido de la fe religiosa. Con sinceridad, y sin llegar a ser un film detestable, THE MIRACLE OF OUR LADY OF FATIMA se me aparece con diferencia, como el título más endeble de cuantos he contemplado en la atractiva filmografía de John Brahm, e intuyo que aún quedándome no pocos por contemplar, ninguno de ellos ostentará la mengua de interés de esta olvidable muestra de cine milagrero, que si no estuviera firmada por quien está, apenas percibiría más que el olvido más piadoso –nunca mejor dicho- que en realidad merece.

Calificación. 1

0 comentarios