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CINEMA DE PERRA GORDA

THE BRASHER DOUBLOON (1947, John Brahm)

THE BRASHER DOUBLOON (1947, John Brahm)

No voy a negar que me sorprende apreciar, y al mismo tiempo reconocer los elementos que enturbian el devenir de THE BRASHER DOUBLOON (1947), inesperada incursión de John Brahm, en el universo del principal personaje surgido de la pluma del escritor noir Raymond Chandler; Philiph Marlowe. De hecho, sería esta la última ocasión en que dicho detective llegaría a la pantalla en lo que podríamos definir el periodo clásico, hasta que dicha recreación literaria se recuperara en el denominado neonoir de los años setenta. Y a partir de dicha premisa. A partir también de suponer una de las adaptaciones menos comentadas, lo cierto es que la propuesta de Brahm no solo funciona bien, sino que ante todo aporta singularidad propia. Es algo que percibiremos ya en sus primeros instantes, desarrollados en el exterior de la mansión de los Murdock, acariciado por un cálido viento que parece dotar de un aura misteriosa y fabulesca la historia, siempre punteada con la voz en off del detective –al que por cierto, un intérprete tan opaco como George Montgomery, proporciona a su encarnación una singular personalidad, entre escéptica e irónica-.

La llegada a dicho entorno, que visualmente adquiere una tersura aterciopelada, muy propia de determinados modos de la 20th Century Fox –el que podría ejemplificar el mismísimo LAURA (1944) de Preminger-, que sirve para sumergirnos en un entorno que muy pronto revela su malignidad y oscura faz. Marlowe conocerá de inmediato a la joven Merle Davis (Nancy Guild), secretaria de la autoritaria Elizabeth Murdock (Florence Bates), dueña y matriarca del entorno, que acarrea a su joven, atractivo y malcriado hijo Leslie (Conrad Janis). Dentro de un áspero dominio de ese microcosmos, Mrs. Murdock encargará al detective –que ha sido elegido por Merle casi al azar-, la búsqueda de un valioso doblón, una moneda antigua valorada en diez mil dólares, que ha sido robada de la colección que le legara su difunto marido, con la condición de que no denuncie a nadie. Simplemente, apela a que se limite en recuperar la pieza. Será el inicio de unas pesquisas, que Marlowe desarrollará en un reducido espacio de tiempo, que le servirá por un lado para profundizar en el oscuro ámbito que realmente le interesa, como es la resolución del caso que le ha sido encargado. Para ello, incluso desatenderá el llamamiento posterior de la joven secretaria, para que haga caso omiso del mismo, con la vaga escusa de que la pieza ha sido recuperada, entre otras cosas, al haber vislumbrado el detective una extraña atracción hacia ella, aún siendo consciente de que algo oculto y turbio se oculta en su personalidad.

Así pues, THE BRASHER DOUBLOON muy pronto orilla la resolución del encargo –de manera muy prosaica, Marlowe recupera la monedad, que se encuentra depositada en un establecimiento-, y se inserta en el porque, adentrándose para ello en una marejada coral, que esconde la extraña dependencia que Merle exteriorizaba con su jefa, y la oscura relación incestuosa que Mrs. Murdock mantiene con su joven hijo. Unido a ello, en el entorno del detective aparecerán una serie de extraños personajes, algunos de elos caracterizados por su siniestro aspecto –ese gangster que intenta disuadirle de su encargo, caracterizado por un párpado mal cosido quizá en una apresurada operación, o el viejo coleccionista de monedas, que en su apariencia esconde mucho más de lo que habla-. Así pues, entre una mirada irónica y al mismo tiempo desoladora, sobre una sociedad urbana totalmente en descomposición, Brahm articula una atractiva propuesta noir, que sabe superar sus propias limitaciones, con su capacidad para la plasmación de personajes sórdidos, de una mirada en la que el escepticismo va unido a una visión casi existencial por momentos. Y una película que culmina su ajustado desarrollo, con una curiosa resolución, que justo es reconocer se aleja por completo de esa ambigüedad que la ha hecho discurrir hasta entonces, pero que en su propia singularidad aparece como toda una rareza dentro de la producción del género de su tiempo. Una rareza dominada al mismo tiempo por la ironía de la mirada del detective, rareza también por la extraña combinación de ámbitos de actuación, y por la propia personalidad que emanan de unos fotogramas intensos y sugerentes en no pocas ocasiones, forzados en algunos, pero casi siempre, atractivos.

Calificación: 3

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