Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

MARJORIE MORNINGSTAR (1959, Irving Rapper) [Nacida para tí]

MARJORIE MORNINGSTAR (1959, Irving Rapper) [Nacida para tí]

Tal y como sucediera en el conjunto de géneros, también el melodrama vivió a finales de la década de los cincuenta un determinado aggiornamiento de sus códigos, centrado ante todo en dos vertientes. Una de ellas a nivel técnico, adoptando en no pocas ocasiones los nuevos formatos de pantalla –aunque no pocas muestras del mismo mantuvieran un blanco y negro utilizado de manera dramática-. La otra, se centra en una mayor libertad temática, aflorando conflictos de pareja que con anterioridad aparecían velados, descubriendo la importancia del sexo, o incluso otros elementos de conflicto que durante décadas –desde la implantación del “Código Hays”, habían quedado velados en los grandes estudios. De todos es conocida la influencia de apuestas ya clásicas filmadas por Douglas Sirk, pero a ella podríamos sumar otras mucho menos conocidas auspiciadas por Delmer Daves –YOUNGBLOOD HAWKE (Una mujer espera, 1964)- o los éxitos que entre el público juvenil tuvieron apuestas en apariencia transgresoras, pero en el fondo conformistas como PEYTON PLACE (Vidas borrascosas, 1957. Mark Robson). Es más que probable que aún queden por ser revisadas no pocos exponentes insertos en este apartado, la mayor parte de ellos inéditos comercialmente en nuestro país, a causa de la tijera censora franquista de su tiempo. Entre ellas, es fácil que se encuentren exponentes de escasa valía, pero también títulos valiosos, como en definitiva es el que centra estas líneas. MARJORIE MORNINGSTAR (1959), sería es una de las últimas realizaciones del ya veterano y no muy prolífico Irving Rapper –autor de la casi mítica NOW, VOYAGER (La extraña pasajera, 1941) y de otros exponentes de interés, por lo general insertos en la producción de la Warner, en cuya plantilla ofició como uno de sus profesionales más fieles, al tiempo que más puntillosos, ya que conocidos fueron sus recelos a la hora de renunciar a proyectos que se le encomendaban-.

Resultaba de interés, por tanto, poder acceder a un título tardío en su filmografía, para comprobar como se desenvolvía en un ámbito tan alejado al que le proporcionara éxito, por más que se mantuviera en su productora de toda la vida. Lo cierto es que su versión de la novela de Herman Bouk, transformada en guión por parte de Everett Freeman, debería insertarse por derecho propio en cualquier antología de lo más valioso legado por el género en estos años tan convulsos y al propio tiempo tan enriquecedores para el cine norteamericano. Podríamos señalar entre los valores de su entramado dramático, la franqueza con la que se plasma la influencia represiva de la religión judía, descrita en el entorno familiar de Margorie (una espléndida Natalie Wood, poco antes de convertirse en una gran estrella). Se trata de una muchacha perteneciente a una acomodada familia hebrea residente en Manhattan, que de manera repentina comenzará a exteriorizar la incomodidad que le acarrea, sobre todo, tener que asumir las presiones que le plantea en todo momento su posesiva madre –Rose (Claire Trevor)-, que no ceja incluso en buscarle pareja, siempre claro está, entre respetadas familias que le aseguren un futuro estable, dentro de los clichés que ella misma ha asumido como pertinentes. La película nos introducirá de manera muy curiosa en el hogar de los Morningstar, mediante la visita del entrañable tío Samson (Ed Wynn), a la acomodada vivienda. Poco a poco iremos percibiendo la opresión que rodea al mundo de la protagonista, que le llevará a rechazar el pretendiente buscado por su madre, quien no dudará a llamarle frigida –un término tabú hasta poco antes en el cine norteamericano-, cuando esta se mostrará reacia  prolongar su relación. La rebelión existencial de la muchacha, es la que le trasladará junto a su fiel amiga, la rebelde Marsha (Carolyn Jones), hasta un campamento de verano, que aparecerá esencial para sus objetivos futuros. Alí conocerá a Noel Airman (Gene Kelly, en su periplo por la búsqueda de roles dramáticos), un compositor y artista de bastante mayor edad que Marjorie, pero que de manera inesperada provocará en ella sentimientos hasta entonces inesperados, viendo en él esa libertad hasta entonces ausente en sus día a día. Pese a los propios deseos de este, ambos forjarán una relación, conociendo esta también al joven ayudante de Airman, el bondadoso Wally Wronkin (estupendo Marty Milner). Será sin duda un verano denso para una joven que conocerá otro mundo hasta entonces vedado y, con ello, el inicio de su madurez como persona. Será pretendida por otros hombres –entre ellos, por el propio Wally, en una bellísima secuencia nocturna desarrollada junto al mar, que nos trae ecos del PIC NIC (1955) de Joshua Logan.

Parece que con ese despertar sentimental, el tiempo discurra más rápido para una muchacha que se convertirá en mujer. Que parece esquivar al amor, pero que al mismo tiempo está empezando a ser libre, proporcionando con ello una mirada desacostumbradamente adulta a los sentimientos, centrada en la vivencia de Marjorie –decidida a hacer frente a su vocación de actriz, lo cual permitirá una descripción, no por previsible menos efectiva, de las interioridades del mundo de la escena neoyorkina-, y también en las de Noel, en realidad un artista bohemio e incapaz de someterse al más mínimo convencionalismo. Ambos en todo momento aparecerán casi como fruto de un hechizo, aunque el devenir de sus vidas les demuestre constantemente que no se encuentran hechos para la convivencia, aunque sí para el recuerdo. Será algo que la muchacha tardará más en reconocer y asumir, iniciando relaciones con otros hombres, que indefectiblemente se entrecruzarán en su vida sin hacer mella en la misma. Todo este recorrido existencial será mostrado por la cámara de Irving Rapper con una inusual musicalidad, tomando como base el eje de cada una de sus secuencias, utilizada como bloque dramático en sí mismo. A partir de dicha apuesta narrativa, poco a poco se insertará en el relato una extraña carga melancólica, que se acentuará en un tercio final, en donde se encontrarán buena parte de sus instantes más valiosos. Momentos como la manera con la que Rapper encuadra a Marjorie y Noel en la boda de Marsha, describiendo ese deseo insatisfecho de ambos, o el travelling de retroceso que en un momento determinado se iniciará sobre una abatida Natalie Wood, dejándola a solas con su desdicha. Sin embargo, nada habrá más admirable que su conclusión, que no dudo serviría como base al muy cercano Elia Kazan de SPLENDOR IN THE GRASS (Esplendor en la hierba, 1961). La capacidad –unido a la fuerza de la música de Max Steiner-, para describir la añoranza de un tiempo perdido, a partir de la visita renovada de Marjorie al campamento de verano, para contemplar por última vez a un Noel abstraído en su condición de artista bohemio y seductor, reconociendo en ello el ser fruto de una pasada ensoñación, permitirá unos instantes conmovedores, con su apunte de sorpresa esperanzadora, que por derecho propio justificarían el reconocimiento de una película aún hoy, injustamente relegada al olvido.

Calificación: 3

0 comentarios