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CINEMA DE PERRA GORDA

ALL THROUGHT THE NIGHT (1941, Vincent Sherman)

ALL THROUGHT THE NIGHT (1941, Vincent Sherman)

¿Se puede imaginar cualquier aficionado, encontrar en pleno fragor de la producción policíaca y noir de la Warner Bros, con una propuesta que aunara dicho ámbito, el mundo irónico de los bajos fondos tan habitual en la literatura de Damon Runyon –por más que no participe directamente de los créditos del film-, y una perfecta y casi delirante combinación de elementos de misterio con diálogos y situaciones de comedia, todo ello entremezclado dentro de un relato con nada solapados ribetes antinazis, un ritmo trepidante, y situaciones que parecen heredadas del más alocado títulos de los Marx Brothers? Pues bien, todo ello es lo que ofrece este sorprendente ALL THROUGHT THE NIGHT (1941), firmado con rara inspiración y sentido del ritmo por el irregular pero en numerosas ocasiones competente hombre de dicho estudio que fue Vincent Sherman, y que legó con este título y el bastante posterior THE DAMNED DON’T CRY (1950), las más altas cotas de calidad de su filmografía. Lo singular en esta ocasión es que con esta película nos encontramos con un extraño cruce y referente en su configuración, de los que se podrían aportar títulos tan dispares en apariencia como el inmediata posterior, muy conocido y divertidísimo ARSENIC AND OLD LACE (Arsénico por compasión, 1944. Frank Capra) –de la que retoma su estudio de procedencia y la presencia de Peter Lorre en el reparto-, o el mucho menos valorado pero no menos brillante A NIGHT TO REMEMBER (¡Qué noche aquella!, 1942. Richard Wallace). Estoy por suponer que pese a sus diferencias argumentales y de procedencia, estas dos últimas no dejaron de mirar de reojo el acierto y, por que no decirlo, la capacidad de riesgo que podría plantear una propuesta que oscila, casi de plano a plano, entre una vertiente de comedia, con elementos sórdidos y criminales. Una vez más, también en el ámbito y el límite de la parodia, unos se imitaban a otros, entendiendo dicha circunstancia como una referencia para obtener un determinado éxito en la pantalla.

ALL THROUGT THE NIGHT se inicia presentándonos a Gloves “Guantes” Donahue (un Humphrey Bogart que se pliega a una enorme vivacidad en su performance, junto a su grupo de ayudantes en sus tareas oscuras dentro del mundo de las apuestas. Al igual que sucediera con el posterior Glenn Ford de POCKETFUL OF MIRACLES (Un gangster para un milagro, 1961. Frank Capra) y su manía por las manzanas, este se encuentra acostumbrado a comer los pasteles que le sirven en un garito, confeccionados amorosamente por un viejo repostero amigo de su madre. Esta preferencia que “Guantes” reconocerá cuando el camarero –un jovencísimo Phil Silvers- le brinda un dulce de inferiores cualidades, pronto serán el detonante de una aventura en la que se introducirá sin pretenderlo, que le permitirá abandonar las citas que tenía establecidas y que, de soslayo, le harán acercarse a una joven que se convertirá en la mujer de su vida. Este planteamiento inicial quedará envuelto en una incansable red de aventuras y situaciones engarzadas con una enorme habilidad, dentro de un conjunto donde no se detecta ningún bache, y en el que la contraposición de elementos y situaciones –que en manos menos diestras bien pudieran haber confluido en un resultado catastrófico-, en esta ocasión por momentos remiten a las formas de un extraño musical de dispares características.

Nuestro protagonista se verá implicado en la muerte de ese confitero con el que mantenía una gran amistad –atención a la brillante superposición con que se muestra el asesinato de este, fundiendo su muerte con el discurrir de unas ruedas en plena circulación-, encontrándose en el lugar del crimen con la joven Leda Hamilton (Karen Verne), que acudía a atender una información del asesinado, y cuyo sendero seguirá hasta encontrarse en un club donde esta canta. En el mismo establecimiento se encontrarán rivales de Donahue –que lograrán sacarlo de allí-, hasta que el corredor de apuestas descubra el crimen de uno de sus enemigos –quien antes de fallecer le dejará una pista con los dedos de una de sus manos-. Todo discurrirá a velocidad de vértigo en este ALL THROUGH THE NIGHT trufado en el devenir de su metraje por diálogos chispeantes, en su mayor parte pronunciados por los ayudantes de “Guantes”. Y dentro de esa formidable galería de roles secundarios, destacará un William Demarest que casi de inmediato se convertiría en un imprescindible componente entre los característicos de las comedias de Preston Sturges, incorporando a ese otro compañero del protagonista, que no ha dudado en dejar de lado a su recién contraída esposa para seguir el sendero de las aventuras que vivirá Bogart en sus de sus roles más insólitos. La presencia de un montaje magnífico –una de las facetas más características de la producción del estudio, obra de Rudi Fehr, y que Sherman recuperaría en el ya citado THE DAMNED DON’T CRY-. Los contrastes que brinda el especial cuidado dispuesto en la iluminación de Sid Hickox, o incluso el fondo musical de Adolph Deustch, se unirá a la impagable prestación del conjunto de su cast, en el que junto a Bogart y Demarest, estarán presentes desde la fordiana Jane Darwell, Judith Anderson o el emigrante alemán Conrad Weidt, sin olvidar la siniestra presencia de un Peter Lorre, quien se encargará de brindar a la función sus elementos más siniestros, al tiempo que demostrar su facilidad para proporcionar el reverso cómico de dichos roles. Será una faceta que el actor prolongará a la largo de su andadura posterior.

Pese a esa extraña combinación, o quizá gracias a la misma, el film de Sherman queda definido como un espectáculo que se devora casi con delectación, y en el que el realizador –que aún no había desarrollado una filmografía muy extensa-, demuestra una considerable intuición en el manejo de la grúa o los movimientos de cámara, además de insuflar de una tensión considerable a secuencias como la lucha que se desarrolla en ese almacén que une el establecimiento de antigüedades en el que desarrolla su actividad pública el sofisticado Ebbing (Weidt), y el lugar donde se encuentran los lugares de reunión más siniestros de ese grupo de quinta columnistas nazis dispuestos aquella noche de dar vida a un plan terrorista que implique la invasión nazi en pleno New York. Es así, como entre una desenfrenada sucesión de diálogos, situaciones casi lindantes con el slapstick –los tropiezos de los ayudantes de “Guantes” en el interior nocturno de un almacén de juguetes-, e instantes en donde la amenaza cobra una fuerza y espesura siniestra de notable consideración, serán los ejes de una película brillante, en la que podemos detectar no pocos elementos de raíz hitchcockiana. Estos se manifestarán no solo en la ya señalada presencia de una Judith Anderson recién salida de rodaje de REBECCA (Rebeca, 1940), o en el sustrato antinazi que comparte esta película con la inmediatamente precedente FOREIGN CORRESPONDENT (Enviado especial, 1940), sino que una vez más, nos encontramos con un punto de referencia en la divertida secuencia de la subasta celebrada por el líder nazi, que parece servir como inesperado precedente de la inolvidable protagonizada por Cary Grant y James Mason en NORTH BY NORWEST (Con la muerte en los talones, 1959).

Al margen de estas jugosas influencias, lo cierto que junto a su ritmo, y a la combinación de géneros, la película supone una muestra más del interés que la Warner Bros ponía a disposición del público a la hora de renovar, actualizar y al mismo tiempo dinamizar, la especialización de su estudio dentro de propuestas ligadas al cine policíaco o de gangsters. Y dentro de dicho capítulo, justo es reseñar esa apuesta antinazi que –aunque tamizada por elemento humorísticos-, tiene lugar en esa escalofriante reunión subterránea que tiene lugar, donde “Guantes” y Sunshine (Demarest) se introducirán, comprobando lo que subsiste bajo la supuesta normalidad de la vida urbana neoyorkina –incluso para aquellos que, como nuestros protagonistas, viven al margen de lo estipulado por la ley-, se manifiesta en realidad como una auténtica amenaza para la vida democrática –en este aspecto concreto, el rol encarnado por Bogart no dejará de señalar que pese a sus devaneos con las apuestas, es votante demócrata; un detalle de guión que suena tan convincente como chirriante en algunos de sus aspectos-. Dentro de este episodio, que concluirá con una hilarante pelea entre los simpatizantes nazis y los componentes del gang de Donohue y el de su sempiterno enemigo, discurrirán unos minutos finales –cuyo contenido no revelaré-, que pese a la lejanía en el tiempo desde que fueron filmados, revelan con lucidez que los elementos que tiñen de contenido a los fundamentalismos, apenas han variado a lo largo del tiempo.

Sorprendente en sus giros, diestra en su alternancia de comedia, film noir y alegato antinazi, podemos calificar ALL THROUGH THE NIGHT como una de las mayores singularidades que la Warner puso a punto dentro de estas coordenadas, al tiempo que una de las más perdurables y afortunadas realizaciones del recuperable Vincent Sherman, quien apenas concluido este rodaje se tuvo que someter al encargo de concluir el de ACROSS THE PACIFIC (1942). Una película –también de sustrato antinazi-, que John Huston había dejado inconcluso y sin posibilidad de resolver en su historia. Pese a que el sarcástico realizador de THE MALTESE FALCON (El halcón maltés, 1941) se refería con ironía de esta circunstancia, Sherman hizo lo que pudo para solventar una producción condenada de antemano, de la que conservo pese a todo un simpático recuerdo.

Calificación: 3

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