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CINEMA DE PERRA GORDA

ANOTHER PART OF THE FOREST (1948, Michael Gordon) [La otra cara del bosque]

ANOTHER PART OF THE FOREST (1948, Michael Gordon) [La otra cara del bosque]

A la hora de valorar el aporte ofrecido por el norteamericano Michael Gordon, antes de que la llegada de la “Caza de Brujas” de McCarthy, lo condenara a ser inscrito dentro de esas temibles “listas negras” que coartaron tantas trayectorias artísticas, hay dos elementos que aparecen como sintomáticos de dicho primer periodo. El primero, su casi absoluta adscripción con la Universal. El segundo, la querencia del realizador con los códigos del melodrama. Y es que si en ese primer periodo, podemos detallar policíacos como THE LADY GAMBLES (Dirección prohibida, 1949), o extraños westerns como THE SECRET OF CONVICT LAKE (1951), lo cierto es que en todos ellos, se encuentran presentes las mismas contantes de aquellas producciones que Gordon firma, con directa implicación en las constantes de dicho género; una clara inclinación a los conflictos melodramáticos, que le hacen utilizar los códigos de ámbitos paralelos, para intentar formular propuestas en la que la impronta y el conflicto de sus personajes, se eleve por encima de las costuras argumentales y genéricas en que estas se encontraban insertas. No cabe duda que en dicha predilección, tuvo bastante que ver su experiencia previa en el ámbito teatral como intérprete y, sobre todo, como director escénico. Como era casi obligado, en esa búsqueda estimo que deliberada por parte del cineasta, no podían quedar al margen las adaptaciones literarias, surgiendo estas en base a adaptaciones teatrales. Fruto de dicha coyuntura, podemos destacar por un lado la presencia de CYRANO DE BERGERAC (Idem, 1950), quizá la producción más claramente entroncada en la qualité de cuantas filmara -.también, a mi juicio, uno de sus mejores títulos-, proporcionando a José Ferrer, el Oscar al mejor actor. Sin embargo, dentro de dicho ámbito, quizá el exponente oculto, que combina al mismo tiempo esa ambición literaria, el escaso conocimiento que mantiene en nuestros días, y al propio tiempo las posibilidades y limitaciones del talento de Gordon, es probable que lo ofrezca ANOTHER PART OF THE FOREST (1948), uno de sus títulos que no solo nunca llegó a estrenarse en las pantallas españolas en su momento, sino que durante décadas se ha mantenido oculta de poder ser contemplada por los aficionados de nuestro país.

Y hay que señalar antes que nada, que la película ofrece una considerable singularidad, al ofrecerse como un auténtico Spin off, de los personajes que años atrás había asumido el prestigioso William Wyler, al adaptar el material dramático en forma de obra teatral, creado por la escritora Lilian Hellman, al dar vida uno de los más célebres exponentes, en la colaboración del oscarizado autor de CARRIE (Idem, 1952) con la célebre actriz Bette Davis. Me refiero a THE LITTLE FOXES (La Loba, 1941) ¿Es probable que Gordon tuviera como especial referente, la especialización de Wyler como experto en dramas cinematográficos, a la hora de elegir un replanteamiento del citado material dramático? Quizá así fuera, aunque quizá fuera más probable que dicha circunstancia fuera asumida por la propia Universal, a la hora de confiar en un director que ya atesoraba cierta experiencia, planteando un mèlo de carácter historicista –faceta en la que Gordon incidió en algunas ocasiones-, confiándole un atractivo reparto, e insertándolo en una producción que en no pocos momentos destila la condición de no ofrecer un presupuesto especialmente elevado, sin que ello vaya en menoscabo de su resultado.

Así pues, ANOTHER PART OF THE FOREST nos retrotrae al pasado de la familia Hubbard, plasmando la vida de la misma en 1880, cuando en una localidad de Alabama se celebra el quince aniversario del triunfo de la Unión sobre el ejército Confederado. Sobre un brillante travelling lateral, desplegado entre la frondosidad del paisaje exterior, realzado por el vibrante fondo sonoro de Daniele Amfitreathof, dispuesto desde los propios títulos de crédito, contemplaremos el discurrir de un ya maduro personaje femenino, que contempla a disatancia la ceremonia anual dispuesta por la población. Pronto descubriremos que se trata de la temerosa matriarca de la familia –Lavinia Hubbard (Florence Eldridge)-. Ella será en el fondo la gran sufridora de este drama, siempre sometida a los designios de su despreciable y al mismo tiempo imperturbable cabeza de familia, el intransigente y añorante sureño Marcus Hubbard (Fredrick March). Ese mismo día regresará a la población el mayor de los tres hijos de la familia, el mezquino Ben (Edmond O’Brien), no sin ofrecer una mirada despreciativa de lo que vive la ciudad, desde el interior del vagón de tren. En Ben se encuentra el hijo más díscolo de Marcus, solo empeñado en la lucha imposible, de lograr un aporte económico de su progenitor, para poder embarcarse en lucrativos negocios. El otro hijo será el diletante Oscar (encarnado por Dan Dureya, también partícipe en el cast de THE LITTLE FOXES), un joven atolondrado pero de oscuros impulsos –su pertenencia al Ku-klus-klan será reveladora a este respecto-, incapaz de articular la menor inquietud de futuro. Por el contrario, la auténtica preferencia del patriarca quedará centrada en la joven y arrogante Regina (Ann Blyth, en el personaje que años antes encarnaría Bette Davis), que será al mismo tiempo la única que demostrará sensatez en el seno de la familia, aunque a espaldas de la misma mantenga una relación con un oficial nordista que intentará hacer aceptar a su progenitor.

Lo cierto y verdad es que el film de Gordon, también invisible durante décadas entre los aficionados USA, ofrece un interesante planteamiento, y al mismo tiempo se inserta con pertinencia dentro de las características en las adaptaciones teatrales emanadas en aquel tiempo por Hollywood. Se trata de unas líneas en las que se combina casi a partes iguales el convencionalismo y la destreza en este tipo de cine. Algo que tendrá su ámbito de mayor efectividad en la pertinencia de un notable juego de actores, articulando Gordon las secuencias en torno a la interacción de los diversos componentes de la familia. Y en dicho ámbito, hay que reconocer que dos son los aspectos que proporcionan la mayor validez a dicho conjunto, y que la elevan de esa querencia por lo convencional, de la que no es capaz de desprenderse totalmente. Me refiero por un lado a la capacidad de su conjunto, de describir un universo familiar dominado por la perversidad, que incluso se extenderá en el episodio del recital musical protagonizado por Marcus, en donde no dudará en humillar a la joven Birdie Bagtry (Betsy Blair), e incluso a la licenciosa compañera sentimental de su hijo, negando a la primera el préstamo que anteriormente había accedido a conceder, a petición de Ben. En cualquier caso, la verdadera amenaza, el temor soterrado ante ese secreto que gravitará sobre la familia, en torno a un terrible suceso acaecido en el pasado de la población, se dará cita en torno al personaje de Lavinia, al que la veterana Florence Eldridge proporciona la mejor performance del reparto. Será sin dura el retrato más acabado. El que proporcionará mayores matices y se eleve por encima del cierto esquematismo que preside la galería dramática de la familia protagonista. Desde ese rasgo introvertido que presidirá un carácter, al que en todo momento amenazarán con un presunto desequilibrio formal, hasta el episodio de conclusión, en el que repudiará a todos los componentes de su familia, decidiendo abandonarlos, dará la medida de lo que hubiera podido ofrecer esta película apreciable pero en el fondo limitada, a la hora de haberse inserto en un ámbito de introspección psicológica más acusado.

Ello no nos debe hacer ignorar el conjunto de un resultado dominado por un cierto atractivo, en el que curiosamente caben destacar dos secuencias, que narrativamente emergen por encima de ese eficaz servilismo teatral de su conjunto. Por un lado, el pasaje en el que descubrimos a Oscar como componente de la terrible organización racista, vengándose de forma cobarde de un ocasional galanteador de su chica. La otra, la protagonizará la propia matriarca de la familia, desmayándose ante un ventanal de su mansión, en uno de los momentos en los que se vea superada por las circunstancias.

Calificación: 2’5

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