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CINEMA DE PERRA GORDA

FAME IS THE SPUR (1947, Roy Boulting) [Buscando el éxito]

FAME IS THE SPUR (1947, Roy Boulting) [Buscando el éxito]

Como Carol Reed. Como Basil Dearden. Como en tantos otros realizadores del cine británico clásico, en la figura de Roy Boulting -siempre ligado en su cine junto a su hermano John-, puede expresarse una más de esas pequeñas “columnas vertebrales” que, de forma paralela, discurrieron en torno a su industria, describiendo sus trayectorias fílmicas. los vaivenes y modulaciones de la producción de sus distintos periodos abordados. En el caso de Roy Boulting, sus realizaciones se inician en la década de los años treinta, y se prolongan hasta bien entrados los setenta -con decepcionante resultado-. Sin embargo, a poco que uno se introduzca en su producción, lo cierto es que abundan los títulos de interés. Es algo que ratifica la notable FAME IS THE SPUR (1947), como no podía ser de otra manera, carente de estreno comercial en su momento en nuestro país, al proponer su argumento un relato de tipo político, centrándose además este en la figura de un referente laborista. No estaba la posguerra franquista española para permitir veleidades en este sentido. De entrada, el film de Boulting supone una prueba más, por si quedaba alguna duda a todos aquellos que siguen mirando por encima del hombro el supuesto academicismo de formas y temas del cine inglés, que incluso en aquel tiempo, se podían contemplar atrevidas propuestas del cine político. Es que ese mismo año brindaba la excelente y sombría visión de la Inglaterra de posguerra -FRIEDA (1947, Basil Dearden), o el relato antifascista que Thorold Dickinson rodaría en 1952 con SECRET PEOPLE. En esta ocasión, basándose en una novela de Howard Spring, el guionista Nigel Balchin trató de manera libre la biografía de Ramsay Macdonald, el primer laborista que llegó a primer ministro de Inglaterra. A partir de dicha premisa, es evidente que el film de Boulting intenta enriquecer ese sendero narrativo, introduciendo en el discurrir de su personaje protagonista, ecos bastante evidentes de la formulación psicológica, aportada por el Orson Welles de CITIZEN KANE (Ciudadano Kane, 1941), algunos años atrás.

FAME IS THE SPUR, se inicia en la miserable Inglaterra de finales del siglo XIX. Tras un elegante movimiento de grúa, punteado por unas frases premonitorias en torno a la dificultad de conciliar los ideales y la búsqueda del éxito, la cámara de Boulting recorrerá ese entorno deprimido, tan familiar por otro lado en el cine de las islas, siempre pendientes de esa aura documental y miserabilista. Será el contexto en el que se iniciará la mirada sobre Hamer Radsahaw (en sus primeros años encarnado por el niño Anthony Wager), que vive en el seno de una familia dominada por la miseria, y que al llegar a su juventud -ya bajo los rasgos de Michael Redgrave, quien ofrece un admirable y matizado recorrido físico y psicológico de su personaje-, desde su aprendizaje y primer empleo como empleado de una librería, poco a poco irá asimilando sus inquietudes políticas, intentando desde una mirada progresista, aportar su lucha personal para mejorar las condiciones de mundo obrero. Para ello aportará fundamentalmente su facultad para la oratoria, pero al mismo tiempo aparecerá en su camino el fantasma del arribismo. El hecho de utilizar los resortes más cercanos al populismo, para no siempre dirigirse por el camino más noble y sincero, en no pocos momentos de su vida oscurecerán una andadura vital, por otro lado, coronada por el éxito y el reconocimiento.

En buena medida, esas son las coordenadas por las que discurre esta interesante y apenas recordada propuesta, que cuenta con un magnífico diseño de producción y ambientación, así como un preciso montaje, a la hora de ir discurriendo la misma por diferentes periodos, que coinciden con el discurrir del protagonista. En un momento dado, la película llegará incluso a insertar pasajes documentales, a la hora de mostrar algunos de los protagonistas del gobierno de concentración, que siguió a la gran crisis vivida en las islas poco tiempo después de la Gran Depresión norteamericana. Así pues, uno de los atractivos de FAME IS THE SPUR, reside en la dolorosa sinceridad con la que se muestran los manejos de la política de aquel tiempo, sobre todo en un ámbito poco frecuentado, como fue el del partido laborista. La consolidación social del protagonista. Su progresivo ascenso en la política. La oposición larvada que mantendrá con su fiel amigo Arnold Ryerson (esplendido Hugh Burden), autentico depositario de las esencias del laborismo, y crítico de manera creciente en la deriva acomodaticia de Hamer. O incluso en la extraña cercanía mantenida por este último con el matrimonio Liskeard, cuya esposa, lady Lettice (Carla Lehmann), admirará de manera secreta a la creciente estrella política. Sin embargo, con ser interesante todo este recorrido, es evidente que la auténtica entraña, lo que dota a la película de su definitiva personalidad, reside en la relación que Radshaw mantendrá con su esposa -Ann (extraordinaria Rosamund John)-. Ella, en definitiva, será la que conozca perfectamente la grandeza y las debilidades de su marido. La que le ayudará en su carrera, al ver en él la posibilidad de plasmar los ideales en los que ella misma cree, sin duda con más sinceridad que su propio esposo. Y es cuando el personaje de Ann adquiera un mayor protagonismo en la película, cuando el nivel de la misma se eleve de manera ostensible, adquiriendo una gran densidad, incluso por encima del bagaje de reflexión política que esta plantea en el conjunto de sus imágenes.

Ella llegará a enfrentarse al convencionalismo de Hamer, cuando junto a su tía se erija en convencida sufragista, llegando a enfrentarse a la conferencia de su marido, en una secuencia decisiva para el progresivo discurrir del relato. A partir de ese momento, el film de Boulting se tornará más sombrío, más crispado incluso, al mostrar las penalidades sufrida por Ann en su reclusión, de la cual saldrá acentuando una enfermedad que encontraba larvada, gracias a las gestiones mantenidas por lady Lettice. Poco después, cuando el matrimonio Radshaw realice un viaje a la montaña -que ambos saben va a ser el último que  van a compartir-, Ann confesara a su esposo, estando ya como se encuentra, ante la cercanía de la muerte, la sensación que siempre ha visto en él, de ahogar la nobleza que ha escondido siempre dentro de su personalidad, su temor de perder el prestigio y el privilegio que siempre ha alcanzado como político. Será sin duda el momento clave de la película, revestido de una especial delicadeza, a partir del cual la vida de Hamer, ya muerta su esposa, se perderá en la vaciedad, la convención, y el miedo a perder sus privilegios. En un homenaje recibido tras una derrota electoral -el pueblo se ha cansado de su ineficacia como político; bastará mostrar unos sencillos planos de la muchedumbre arrancando sus carteles-, Hamer evocará en su momento los momentos de mala conciencia de su andadura existencial, retornando humillado a su mansión. Allí, en un fugaz instante de lucidez, intentará desenvainar ese sable familiar, que tanto hizo en el pasado por su crecimiento personal. Será en vano. El tiempo ha oxidado su funda, ejerciendo como metáfora de unos ideales ya imposibles de recuperar para un hombre vencido. Un poco como el trineo que se consumía bajo las llamas en la conclusión del ya señalado debut de Orson Welles, pasado y presente aparecían en el rostro de ese hombre hundido e incluso despreciado por la sociedad. Un viejo carcamal que se encuentra a punto de abandonar el mundo, sin hacerlo con la nobleza ni la esperanza de alguien orgulloso de aquello por lo que creyó desde su juventud.

Descriptiva en su primera parte y con creciente densidad y severidad en su segunda mitad, FAME IS THE SPUR es una nueva muestra de la riqueza de un cine que, entre otras muchas posibilidades, y siendo respetuoso con su tradición y cultura propia, sabía ofrecer una mirada crítica, revestida de severidad.

Calificación: 3

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