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CINEMA DE PERRA GORDA

THE MAN IN THE BACK SEAT (1961, Vernon Sewell)

THE MAN IN THE BACK SEAT (1961, Vernon Sewell)

Al igual que sucediera en el cine norteamericano, también en el británico, tuvieron una gran presencia, las producciones de los “estudios pobres”. Películas de apenas una hora de duración, indicadas como complementos de programas dobles. Títulos de rodaje rápido y talento desbordante. Propuestas lamentablemente olvidadas, que no alcanzaron la suerte de ampararse bajo el merecido revisionismo de, por ejemplo, Hammer Films. Películas, en definitiva, como THE MAN IN THE BACKL SEAT (1961), que bajo su formato casi de trepidante ascendencia televisiva, conservan no solo interés y verdad, sino que incluso atesoran en su muy ajustado metraje precisión, eficacia y densidad. En este caso, ese necesitado de revisitación -al igual que otros tantos profesionales británicos- Vernon Sewell, logra no solo un resultado notable. Por encima del mismo, aparecen corrientes que tendrían su prolongación muy pronto en aquel periodo glorioso de la cinematografía inglesa, en la que incluso películas de tan modesta producción como esta, supieron sumarse a determinadas corrientes, ampliadas por exponentes posteriores mucho más reconocidos.

Desde el primer momento, Sewell muestra sus cartas. Partiendo de ese plano con la cámara dentro de un auto en marcha en la noche londinense -auténtico emblema visual de aquel vigoroso cine policiaco-, descrito en los propios títulos de crédito -y que en cierto modo vaticinará la conclusión de su historia-, de inmediato conoceremos a la pareja protagonista. Son dos jóvenes que se disponen a ejecutar el asalto a un jugador de apuestas. Se trata de Tony (Derren Nesbith) y Frank (Keith Faulkner). Casi de inmediato, el director mediante una vigorosa dirección de actores, acierta al describir la extraña relación de dependencia que se establece entre ambos, en la que Tony ejercerá el rol dominante. Su extraño y maligno atractivo. Su forzada elegancia, será un doble apoyo que este ejercerá en torno al acomplejado y dependiente Frank. Será el primer punto de especial interés en esta película, al describir esta relación enfermiza, en la que se describe una aguda mirada de tinte psicológico, en la que no dudo en intuir cierta aura homosexual que, por momentos, parecen vaticinar la no muy lejana en el tiempo THE SERVANT (El sirviente, 1963. Joseph Losey). Casi de inmediato se producirá el asalto a ese corredor de apuestas, del que desconocerán un hecho impredecible; lleva encadenado el maletín que porta sus novecientas libras, a su brazo. Un detalle que iniciará una serie de desdichadas circunstancias, al que habrá que ligar el hecho de que Tony lleve una pierna escayolada, aspecto por el cual ha sido indispensable contar ¿O no? con Frank como conductor. La inesperada circunstancia, unido a la herida que mantiene inconsciente al asaltado, casi obligará a los dos jóvenes a trasladar a este al domicilio del segundo, ni sin antes buscar Frank una herramienta que permita cortar esa cadena que separaría al corredor de su maletín. Será el instante que nos permitirá conocer la verdadera situación de este, al tiempo que completar su perfil psicológico. Se trata de un muchacho de clase obrera, casado con la joven Jean -Carol White, algunos años antes de iniciar un efímero estrellato en su país, dado el éxito de la producción televisiva CATHY COME HOME (1966, Ken Loach)-. Ambos padecen una precaria situación económica, trabajando los dos para poder sostener la angosta vivienda en la que residen, y asumiendo con pesar la muchacha, la extraña y casi enfermiza dependencia que liga su marido al insidioso Tony. En esos instantes, y dentro de modestia, parece que las imágenes de THE MAN IN BACK SUIT, asumen en su discurrir, ese malsano aroma del mejor cine loseiano, con los kitchen sink, en una tan sincera como lacerante perspectiva, que en última instancia, no será más que una parada en el camino, de la desdicha asumida por estos dos jóvenes amigos.

En una película dominada por la unidad de acción de la propia noche del asalto, rodada con una enorme economía de medios, con especial significación en las secuencias descritas en el interior del vehículo robado y conducido por Frank, la situación de desdichadas situaciones asumidas por los dos torpes ladrones, por un lado permitirán perfilar tanto la capacidad sinuosa de Tony, y por otra el creciente descreimiento de su amigo, quien sin embargo aparecerá incapaz de emerger en ese juego de dominio que este siempre pone en práctica sobre él. Así pues, nos encontramos con una película de creciente densidad, en el que su casi interminable sucesión de incidencias negativas, llega a impregnar esta escueta película, de un aura incluso sobrenatural. Esa incapacidad de desprenderse del herido. Los encuentros con agentes del orden. Las situaciones que en ocasiones casi rozan lo inverosímil -la extrema inquietud de las estratagemas de Tony ante el interrogatorio del agente de policía, cuando se encuentran con el cuerpo herido e inconsciente del corredor de apuestas; el tenso episodio en el dormitorio del joven matrimonio, ante el muy veterano enfermero-. Todo ello va conformando una irreductible sensación de pathos, que se extenderá incluso cuando estos logran abandonar la ciudad, en medio de la inmensidad de la noche. Para ello Tony incluso utilizará su más siniestra argucia -jugar con la condición de muerto del atacado-, iniciándose una extraña catarsis, en la que se introducirá una creciente angustia en torno a Frank, al entender que se encuentran seguidos por otro vehículo. Poco a poco, en esos minutos finales, el espectador comparte esa asfixia emocional, en la que los intentos de cordura de Tony resultarán infructuosos. En los escasos títulos que he visto hasta la fecha de Sewell, he podido constatar su decidida apuesta por finales impactantes, insertando en ellos un elemento de raíz sobrenatural. Curiosamente, pese a encontrarnos con un drama de raíz policiaca, no será una excepción, sublimando esa extraña aura que había estado presente en todo su metraje. Es más, tras la definitiva catarsis, Frank no dejará de llamar a su amigo, en una prueba más de esa enfermiza dependencia, que de manera definitiva se romperá. Seca, austera y afilada, THE MAN IN BACK SEAT es una muestra rotunda de la efectividad de los relatos criminales en el cine inglés, dominados por una espartana limitación de medios. Ejemplos los hay incluso de superior entidad -pienso en la admirable y previa THE WHITE TRAP (1959, Sidney Hayers), una de las cimas de aquella corriente-. En cualquier caso, es una nueva llamada de atención hacia la figura de Vernon Sewell, uno de los numerosos profesionales, que hicieron grande el cine de género en la Inglaterra de su tiempo.

Calificación: 3

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