Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

SOHO INCIDENT (1956, Vernon Sewell)

SOHO INCIDENT (1956, Vernon Sewell)

Aún siendo pocos los títulos que he podido contemplar, de la treintena de largometrajes, que conforman la aportación del británico Vernon Sewell, hay dos elementos bastante recurrentes en los mismos. De un lado, su reiterada apuesta por títulos de bajo presupuesto y ajustada duración -una prolongación de las acostumbradas quickies británicas-, y, por otro, su frecuencia con el cine fantástico y de terror. Con SOHO INCIDENT (1956) -retitulada en su estreno norteamericano, como SPIN A DARK WEB-, podríamos abrir otro de los senderos seguidos por Sewell, discurriendo por los meandros de la rica corriente del cine criminal británico, prolongando con ello su querencia por terrenos sombríos, al tiempo que. mostrando como telón de fondo de sus películas, una mirada tan fría como desasosegadora, de distintos perfiles de la realidad británica de su tiempo.

Una vez más, como en tantos exponentes criminales ingleses, la película se iniciará -ubicando sobre ellos los títulos de crédito- con unos planos exteriores de la viveza de la noche londinense en el Soho. La acción se insertará de inmediato en un gimnasio, presentando el protagonista del relato, el joven, rebelde, escéptico Jim Bankley (Lee Paterson), residente en Londres tras una pasada experiencia bélica en Canadá, y a la búsqueda del que allí fue su compañero -Buddy (Robert Arden, poco después de rodar en España MR. ARKADIN (Mister Arkadin, 1955. Orson Welles)-. Lo logrará, descubriendo que este, se encuentra al servicio de un capo mafioso procedente de Sicilia -Rico Francesi (Martin Benson)-. Buddy introducirá a Bankley en su entorno, no sin llamar este la atención de Bella (Faith Domergue), la hermana de Francesi. De tal forma, este se insertará en el entorno del gangster -centrado en su manejo de las apuestas-, coincidiendo ello con el ataque que uno de sus esbirros -McLeod (Bernard Fox)-, ha realizado al hijo del dueño del gimnasio donde Bankley entrenaba, ya que este no hizo caso en dejarse vencer en un combate de boxeo, matándolo accidentalmente. Dicha circunstancia pondrá a Jim entre la espada y la pared, ya que el fallecido era hermano de Betty (Rona Anderson), algo más que una buena amiga, pero al mismo tiempo, se sienta atraído por formar parte del entorno de Francesi, al tiempo que interesado en su hermana. Muy pronto su nuevo jefe, descubrirá sus habilidades en el terreno de la telefonía, pudiendo aplicarlas a la hora de lograr crecer sus beneficios de manera fraudulenta, en el ámbito de las apuestas, mientras que el recién llegado no deje de sufrir el acoso del inspector Collia (Peter Burton), consciente de que este oculta detalles del asesinato registrado en el gimnasio, a cuyo ejecutor el propio Bankley habrá llevado el dinero entregado por Rico, para que desaparezca, y evite implicarlo en las investigaciones. Sin embargo, el retorno de este, romperá la relativa estabilidad asumida por nuestro protagonista, viviendo con horror el asesinato de dicho ejecutor, precisamente ordenado por Bella, que en ese momento mostrará su verdadera cara ante él, por lo que intentará huir de un contexto, ya para él irrespirable. No obstante, su deseo no será fácil llevarlo a cabo, insertándose en una terrible vorágine, que se cobrará no pocas víctimas.

Lo señalaba anteriormente; SOHO INCIDENT comparte con los otros títulos de Sewell, ese sentido de la inmediatez, esa fisicidad, a la que ayudará de manera decidida la húmeda y eficaz fotografía en blanco y negro de Basil Emmott. Ello nos permitirá asistir a un relato eficaz y sin florituras, en el que no habrá lugar para estilismos, pero que ratificará esa capacidad para narrar dentro de una determinada sequedad, lo que le hará más que indicado para este tipo de relatos, que solía resolver casi a trallazos, sin que en ellos se ausentaran no pocos buenos momentos, y una habilidad especial para el trazado de personajes, en medio de argumentos dominados por su simplicidad. A este respecto, podemos señalar que es este, otro ejemplo típico de dicho enunciado. Ya en su breve secuencia inicial, con un leve movimiento de cámara, nos mostrará el individualismo del protagonista, entrenando en el gimnasio, mientras que poco después se nos describirá la extraña amistad que le une a Betty, con la que este en realidad, no desea adquirir el menor compromiso.

Y es que, en realidad, la sencillez de SOHO INCIDENT, tiene su epicentro en su formulación como apólogo moral, en torno a la peligrosa tentación por el individualismo, de este antiguo y desengañado combatiente, al que el actor canadiense Lee Patterson -con magníficas prestaciones estos años en el cine de las islas-, brinda una personalidad tan atractiva como hosca. Establecerá una consistente química con la extraña Faith Domergue -hay un par de interesantes momentos de fallida adscripción románticas, en la mansión de esta, en donde se pondrá en evidencia la personalidad indomable de Jim. Pero esa capacidad para trazar roles secundarios dotados de cierta singularidad, se extenderá al capo italiano, al que se proporcionará cierta humanidad, con detalles tan interesantes como contemplarlo tomando bicarbonato, teniendo siempre presente su deseo de huir del crimen y, sobre todo, mostrando en momentos cruciales, su debilidad sobre la personalidad maléfica de su hermana. Toda una femme fatale, que encuentra en la Domergue, con su rostro y actitud morbosa, un retrato adecuado.

En medio de este apólogo moral, SOHO INCIDENT se establecerá dentro de los márgenes previstos en un relato de estas características. En su apreciable discurrir, destacarán secuencias como aquella casi inicial, en la que el protagonista caminará, siendo filmado cámara en mano, por la nocturnidad del Soho, describiendo incluso en ella, el atractivo que ejerce sobre las mujeres. También el episodio, descrito en una elíptica violencia, de la persecución de los hombres de Francesi, a la hora de capturar a McLeod, que ha regresado a su despacho, en cuya catarsis, la insistencia de Bella, conducirá a un cruel asesinato. Por último, como no podría ser de otra manera, el determinismo de la violencia de su episodio final, seco y cortante, mostrado en medio de un camino en el bosque, tan desprovisto de épica, como provisto de eficacia y sentido del ‘pathos’, pese a que finalmente, la película opte por una conclusión tranquilizadora, en buena medida a tono con este pequeño y eficaz relato, revelador de esa narrativa directa, propia de un pequeño y estimable realizador, como fue Vernon Sewell.

Calificación: 2’5

0 comentarios