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CINEMA DE PERRA GORDA

HOUSE OF MYSTERY (1961, Vernon Sewell)

HOUSE OF MYSTERY (1961, Vernon Sewell)

Según uno va escudriñando en la producción de género del cine británico, conviene detenerse en las pistas que proporciona asistir de manera fragmentada, a pequeñas realizaciones firmadas por cineastas que jamás han merecido la más mínima consideración. Es algo que me viene a la mente al contemplar HOUSE OF MYSTERY (1961), tercero de los títulos que he podido contemplar del británico Vernon Sewell (1903 – 2001). Curiosamente, todos ellos se engloban el ámbito del fantastique, destacan por ser producciones de bajo presupuesto y, fundamentalmente, por su capacidad para recrear atmósferas de dicho género con algo más que habilidad. Reivindico moderadamente la vilipendiada THE BLOOD BEAST TERROR (El deseo y la bestia, 1968) y, con más fuerza, GHOST SHIP (1952), un interesante cuento de fantasmas. Si bien es cierto que en sus más de treinta largometrajes practicó diversos géneros –con especial incidencia en el rico contexto del policial-, se deduce una especial debilidad por el cine de terror, que parece confirmar esta casi insólita HOUSE OF MYSTERY, que a primera vista parece una versión, corregida y aumentada, de la ya citada GHOST SHIP. Y señalaba lo de insólita, en la medida de resultar una producción que en su origen fue un episodio de la serie televisiva Kraft Mystery Theatre –recuerdo como de la misma surgió un excelente policíaco de Sidney Hayers; THE WHITE TRAP (1959)-, que se distribuyó en pantalla grande, bajo el auspicio de la Anglo Amalgamated, pese a ser una película que apenas alcanza la hora de duración. Paradójicamente, esa limitación quizá favorezca la concreción de esta pequeño argumento de una casa encantada, a la que acudirán una joven pareja, sin conocer la oscura fama que atesora, atraídos por su escaso coste de compra de dos mil quinientas libras. Una vez allí, y tras comprobar que las llaves que les han entregado la inmobiliaria no funcionan, serán recibidos por una mujer, que con tanta amabilidad como frialdad, les mostrará las dependencias de la vivienda, que entusiasmará a sus posibles comparadores, sin dar crédito a lo asequible de su importe. Preguntado a esta mujer, de la que no saben su procedencia, esta les relatará los comentarios en torno a la existencia de fantasmas en la misma.

Ello abrirá un primer flashback, que describirá la vivencia en el edificio de sus antiguos propietarios, otra joven pareja, formada por Joan (Nanette Newman) y Henry Trevor (Maurice Kaufmann). Pronto la esposa irá viviendo pequeños fenómenos –bombillas que se encienden y apagan sin justificación-, que tendrán un elemento inquietante al contemplar ante unas cortinas la figura de un fantasma. Su esposo intentará vislumbrar justificaciones racionales a la inquietud de Joan, pero ambos contemplarán por televisión el rostro del mismo hombre, lo que abrirá la posibilidad a una raíz sobrenatural del hecho. Ello introducirá la figura de Burdon (Colin Gordon), un psíquico centrado en la búsqueda de pruebas que fundamenten su creencia en dichos fenómenos. Los indicios le harán indagar, y recuperar testimonios en torno a la figura del propietario original del edificio, Mark Lemming (Peter Dyneley), un hombre bondadoso y despistado, centrado en sus contantes investigaciones con la energía eléctrica, y cuyo cadáver se encontró muerto por electrocución. Las evidencias introducirán en el relato a una prestigiosa y amable medium, que al mismo tiempo, será la que introduzca con las visiones de su sesión, a un nuevo flashback, de inquietante preámbulo, que introducirá la situación que vive el matrimonio Lemming, ya que su esposa –Stella (Jane Hylton)-, le es infiel con Clive (John Merivale). Mark articulara una venganza, que a la postre será vislumbrada por la medium, retornando finalmente la acción al punto de partida, ratificando con horror la hasta entonces ilusionada pareja que ha acudido a la finca, la certeza de esa presencia sobrenatural en sus paredes.

HOUSE OF MYSTERY puede decirse que desconcierta en su irregularidad, ya que en su ajustadísimo metraje alberga demasiados altibajos, alternando momentos fascinantes e inquietantes, con otros puramente formularios. No importa. En su conjunto, el film de Sewell revela el interés de su realizador, por adentrarse en la búsqueda de una mirada cientifista del fenómeno paranormal, sin abandonar para ello ese elemento oscuro de sus manifestaciones, y la ruptura que su presencia proporciona en la vida de aquellas personas receptoras de dichas singularidades. La película los ofrece de manera gradual en su elemento inquietante –esa inesperada primera presencia del fantasma de Lenning-, pero ya hará acto de presencia en la recepción de la mujer que se encuentra en el interior de la finca, y que Sewell se preocupará por ubicar siempre en penumbra, o con su rostro de espalda a la cámara. En numerosos momentos, se destilarán pinceladas narrativas de introducción en lo sobrenatural, como ese picado que aparece encuadrando a la pareja de visitantes, cuando la anfitriona les mencionará los comentarios sobre la presencia de fantasmas, la manera con la que se ubica dentro del plano al psíquico, con ese espejo de fondo, disertando ante los Trevor sobre las implicaciones científicas del psiquismo, o ese travelling frontal que se cernirá sobre el rostro angustiado de la medium, cuando esta se proyecta en el pasado de la habitación donde se focalizan los hechos que provocarían la tragedia que marcará el futuro del recinto. Será a partir de ese momento, cuando la película describa el episodio de infidelidad de la esposa de Mark y su venganza, interrumpiendo una vez más el ritmo del relato –lo cual le proporcionará un sesgo de singularidad-, pero que es cierto que rompe un cierto modo con la espiral de tensión que  hasta entonces se había albergado.

Por fortuna, lo inquietante, e incluso lo aterrador, aparecerá de nuevo en los instantes finales, de esta austera, seca, sorprendente, desigual, pero finalmente, atractiva HOUSE OF MYSTERY. Una sencilla propuesta, que acompañaría obras mayores de Tourneur y otros cineastas de privilegio, aventurando en voz callada, y con asumida modestia, propuestas como el THE HAUNTING (1963) de Robert Wise, y que a nivel personal, me lleva a conceder una determinada en torno a la figura de Vernon Sewell, dentro de la rica historia del fantastique británico.

Calificación: 2’5

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