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CINEMA DE PERRA GORDA

WEIRD WOMAN (1944, Reginald Le Borg)

WEIRD WOMAN (1944, Reginald Le Borg)

Apenas conocida en nuestros días, hasta el punto de no merecer siquiera una mera referencia, en la historiografía del fantastique norteamericano generado en la década de los cuarenta, la serie Inner Sanctum fue una apreciable -aunque no especialmente brillante-, aportación a un contexto, que bastantes años después prolongarían conocidas series televisivas. Auspiciada por la Universal como complemento de programas dobles y pese a su corto alcance, no se puede decir que aparecieran con resultados menores que los de sus otras aportaciones al cine de terror, ligadas a un cada vez menos atractivo cocktail de mitologías del terror. Por el contrario, las seis películas que formaron esta serie, estaban más centradas en argumentos de misterio y atmósfera sombría, contando con dos elementos muy característicos. El primero, una cabecera inquietante, que en algunas ocasiones quedaba como el rasgo más atractivo del conjunto y, de otro, el protagonismo de Lon Chaney Jr. En ellos -como más adelante señalaré, uno de sus mayores lastres-.

WEIRD WOMAN (1944, Reginald Le Borg) es la segunda de los seis exponentes que englobaron dicha serie. Y sorprende, al buen conocedor del cine fantastique, por ser la primera versión cinematográfica de la novela del escritor Pulp Fritz Leiber Jr, que en 1962 sería revisitada nuevamente, a partir de la cual surgiría una de las mejores aportaciones sobre brujería jamás realizadas. Me refiero a NIGHT OF THE EAGLE (Sidney Hayers), una de las joyas del periodo dorado del fantástico británico. Y lo cierto es que este sencillo precedente, conserva en buena medida los elementos -indudablemente extraídos de la novela-, que en el film de Hayers -ayudado con un brillantísimo guion de Charles Beaumont y Richard Matheson-, serán potenciados y enriquecidos en sus múltiples vertientes. En especial, en esta versión británica se insertará una aguda introspección psicológica, muy propia del contexto británico en que se inserta, totalmente ausente en el título que comentamos, más modesto en sus costuras, y al mismo tiempo, mucho más discreto en sus resultados. WEIRD WOMAN se inicia describiendo la estela de éxito que acompaña al profesor Norman Reed (Lon Chaney Jr.). Nos encontramos con un hombre de probada racionalidad, que en su ámbito académico ha luchado abiertamente en contra de cualquier tipo de mito o superstición. Tras un viaje ha conocido en una isla exótica a Paul (Anne Gwynne), que se incorporará a una sociedad por completo extraña para ella, como es la académica. Un microcosmos además, en el que tendrá que enfrentarse con la hostilidad de una lejana pretendiente de su esposo -Ilona Karr (Evelyn Ankers)-, y también de un extraño matrimonio. Se trata del formado por el profesor Millard Sawtelle (Ralph Morgan), y su áspera y dominante esposa Evelyn (Elizabeth Russell). Sin embargo, pese a ese contraste, la vida del recién formado matrimonio funcionará a la perfección, en una extraña espiral en la que el éxito y el reconocimiento discurrirán de la mano. Pese a ello, Norman irá viendo con creciente recelo los atavismos de su esposa por rituales y supersticiones, hasta el punto de contemplarla en el cementerio poniendo en practica uno de ellos. Ella le confesará que los realiza para que ambos se vean protegidos contra el influjo del mal. Tras una tensa discusión, el marido obligará a su esposa a quemar todos sus artilugios, incluyendo entre ellos al amuleto protector, cuya destrucción inesperada, supondrá el inicio de una serie de desdichas, centradas en un hombre que hasta entonces solo había saboreado las mieles del triunfo, y que por diferentes motivos vivirá una serie de inquietantes sucesos, que pondrán incluso en duda su sistema de valores.

WEIRD WOMAN es una propuesta discreta aunque, en sus mejores momentos, se extienda en un aura inquietante. Las secuencias de interiores que envuelven el hábitat de Norman, descritas en una asfixiante decoración de máscaras y otros elementos mágicos, ayudan a crear esa atmósfera mórbida, que acentúa el aura numinosa de su base argumental. Es algo que prolongará el contraste de los personajes que pueblan su entorno académico. En especial el matrimonio Sawtelle, descrito en un profesor débil de carácter y esa Evelyn que encarna la siempre inquietante Elizabeth Russell, sin duda elegida tras sus vigorosas performances en las producciones de Val Lewton. A partir de dichas premisas, el film de Le Borg navega con altibajos, elevándose en aquellos episodios donde brilla una cierta tensión o incluso una atmósfera  onírica -la ceremonia que Norman descubre en su esposa en el cementerio, la posterior en la que la obliga a quemar todos sus amuletos, los instantes previos al suicidio, en off, del profesor Millard, al descubrirse un engaño en sus tesis, la inquietante conclusión, en la que se descubrirá la verdad del acoso vivido por este, y en la que la ambigüedad de la resolución, dejará al espectador una cierta sensación de inquietud-.

En cualquier caso, dos son los elementos que impiden que esta por otra parte sencilla película, se eleve por encima de sus limitaciones. Una es, sin duda, la ausencia de una realización más inventiva por parte de LeBorg, que solo en los pasajes antes señalados, logra evadirse de cierto estatismo cinematográfico que empobrece sus posibilidades. La otra, como no podía ser de otra manera, la casi omnipresente presencia de un Lon Chaney Jr., incapaz en momento alguno, de proporcionar la más mínima verosimilitud a un rol en el que ni por características físicas, ni por ausencia de talento, estaba mínimamente capacitado -recordemos las secuencias de conflicto con esa joven estudiante que, inexplicablemente, se encuentra platónicamente enamorada de él-.

Calificación: 2

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