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CINEMA DE PERRA GORDA

WAR DRUMS (1957, Reginald Le Borg) Tambores de guerra

WAR DRUMS (1957, Reginald Le Borg) Tambores de guerra

El caso de Reginald Le Borg –originariamente llamado Reginald Grobel- (1902 – 1989), originario de Viena, es sin duda uno de los más curiosos de cuantos europeos emigraron hasta USA a la hora de desarrollar su andadura fílmica. Una carrera dilatada, espoleada en el ámbito del cortometraje, y a partir de la década de los cuarenta introducida en un claro ámbito de la serie B. No puede decirse, a tenor de lo contemplado de su cine, o de las referencias que poseemos, que en Le Borg encontremos a un ilustre representante de dicha corriente norteamericana. Por el contrario, es fácil dejarlo dentro de la nómina de destajistas practicantes de diversos géneros, en ocasiones lindando en los mismos con la serie Z. Quizá en alguna ocasión con destellos de inspiración, pero en su conjunto con una andadura poco brillante. Siempre pongo como epítome de dicho enunciado al escasamente estimulante William Beaudine, y aunque el caso de Le Borg no quepa situarlo hasta un nivel tan mediocre como el de Beaudine –resulta difícil soportar títulos firmados por este-, nos encontraos con un prácticamente de géneros, en donde quizá haya alcanzado cierta evocación al haber dirigido algunos de los títulos de la serie Inner SanctumWEIRD WOMAN (1944)- o trabajar en los últimos momentos se su carrera con Vincent Price –DIARY OF A MADMAN (1963)-, quizá hayan permitido que su nombre figure a la hora de nominar aquellos realizadores de segunda fila que hayan frecuentado el fantastique.

Y viene a colación dicha referencia, puesto que cuando nos enfrentamos a WAR DRUMS – (Tambores de guerra, 1957), es curioso constatar como en esta modesta serie B de poco más de setenta minutos para la Bel-Air y la Allied Artists, uno encuentra modestos pero nada desdeñables alicientes para valorar esta pequeña aportación al universo del western. Rodada en medio de la larga vinculación del director con el medio televisivo, de entrada nos referimos a un título probablemente llevado a cabo en el periodo de lanzamiento de Lex Barker como figura más o menos de relieve dentro de la serie B, antes de poblar una serie de títulos –algunos interesantes, aunque fundamentalmente conocido por ser uno de los tarzanes de su tiempo-, donde demostraba su apostura pero escasas dotes, como paso previo para casarse con posterioridad con nuestra paisana Carmen Cervera. En esta ocasión encarna al protagonista del film, el jefe apache Mangas (Barrer, al que le une una buena amistad con el blanco Fargo (Ben Johnson, conocido por su muy posterior rol en la memorable THE LAST PICTURE SHOW (La última película, 1971. Peter Bogdanovich)), aunque la película se inicia con el robo que de unos caballos realizan unos bandidos mejicanos, que tienen presa y a su servicio a la joven Riva (Joan Taylor). Los apaches al mando de Mangas utilizarán la violencia en respuesta a la resistencia que les ofrecerán los mejicanos, recuperando los caballos robados, al tiempo que asumiendo en dicha confrontación la recogida de la rebelde Joan, en la que el joven guerrero desde el primer momento intuirá una mujer valiente y combativa. Pese a la renuencia de esta a integrarse en el mundo apache, de forma rápida Mangas le propondrá matrimonio, aspecto que provocará no poca controversia entre el entorno apache que comanda –llevándole a luchar y eliminar a dos de los líderes más contrarios a dicha unión-. Sin embargo, la misma se llevará a cabo, estableciéndose una soterrada decepción por parte de Fargo, que en todo momento se ha quedado prendado también de Riva, aunque el profundo sentido de la amistad existente entre él y Mangas, nunca le haya hecho competir abiertamente por el amor de la joven.

De entrada, sorprende el interés esgrimido por los responsables de WAR DRUMS, a la hora de ofrecer un cromatismo muy especial que se encuentra en consonancia con el grabado de época que ilustra y sirve como fondo a sus títulos de crédito. Por su parte, destaca en el recorrido del film, la presencia como compositor del interesante Les Baxter, introduciendo en el mismo compases y elementos no solo bastante singulares teniendo en cuenta os habituales fondos sonoros utilizados en dicho género, sino que nos adelanta algunos sones pocos años después familiares en sus atractivas composiciones para el ciclo de adaptaciones de Poe para Roger Corman –en donde Baxter forjó su prestigio-. Por otro lado, la película aparece con una extraña textura –al margen de esa señalada apuesta cromática- insertando ese apunte de confrontación melodramática, dentro de un contexto donde la figura del indio se plantea lo suficientemente reivindicativa, en un periodo además donde la guerra civil norteamericana afectará la relación entre indios y blancos –no es muy habitual encontrarse con propuestas del cine del Oeste que aborden esta circunstancia concreta-. No pretendamos pedir más en una cinta de bajo presupuesto y discretos horizontes, pero entre ellas podemos retener secuencias como las del enfrentamiento entre apaches y componentes del destacamento, a partir de un error cometido por uno de sus componentes, provocando un estallido de violencia en el que la razón quedará abolida dentro de una espiral de imprevisibles consecuencias. Ya antes, en la lucha que se desarrolla entre Mangas y sus opositores, se plasmará esa soterrada violencia que se extiende hacia todo el metraje de una pequeña producción que habla de sentimientos encontrados, de silencios y miradas que transmiten más quizá que en aquellos episodios dominados por su aspecto físico –esa siempre latente fascinación de Fargo hacia Riva, la mujer que muy pronto se aclimatará e incluso se hará imprescindible en la vida de los apaches, y del que ya es su esposo-. Incluso la secuencia en la que se plasma el matrimonio entre ambos según el rito apache, no resulta muy común de contemplar en el cine del Oeste.

Más allá de esa clara voluntad de mostrar aspectos que definan la idiosincrasia e incluso la crueldad de los apaches –en un momento dado, vemos a Margo cortar una cabellera, que aparece en pantalla sangrienta-, el modesto pero apreciable film de Le Borg finaliza con esa llamada a la fuerza de la amistad entre esos dos hombres –uno blanco y uno indio-, cuya amistad ha logrado no solo sobresalir por encima de numerosas vicisitudes y situaciones complejas, sino incluso por encima del amor de una mujer. Tan discreta como modesta, tan apreciable como, en última instancia digna de ocupar un lugar poco estimulante dentro de la amplia producción del género en aquellos años, sirvan sus imágenes al menos para recordarnos la figura de un director nunca memorable pero, en esta ocasión, al menos, digno de una cierta consideración.

Calificación: 2

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