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CINEMA DE PERRA GORDA

TOWER OF TERROR (1941, Lawrence Huntington)

TOWER OF TERROR (1941, Lawrence Huntington)

Estoy seguro que no habría espectador cinematográfico, que pudiera decirme que conoce a Wilfrid Lawson (1900 – 1966). Sólido característico del cine y la escena británica, especializado en roles lúbricos y siniestros, se trató curiosamente del actor preferido entre los intérpretes ingleses, aunque su figura nunca haya trascendido ni las fronteras de su país ni, en justa consonancia, su aporte fílmico se prodigue en grandes logros -personalmente, lo recuerdo en los minutos iniciales de TOM JONES (Idem, 1963. Tony Richardson), encarnando al cazador Black George-. Solo por dicha circunstancia -la de suponer uno de sus no muy habituales roles protagonistas, debería tener un cierto interés TOWER OF TERROR (1941), un modesto y oscuro film de suspense, que al mismo tiempo, nos brinda un paso adelante, en el redescubrimiento de la filmografía de realizador, Lawrence Huntington (1900 – 1968). Uno más de esos sólidos profesionales, jamás reconocidos y condenados al ostracismo, sobre los que se sustentó la producción media del cine de las islas.

TOWER OF TERROR se inicia de manera seca y sombría. Tras las indicaciones que nos señalan la ubicación del faro de Westerrode, a tres millas de la costa alemana, en pleno dominio nazi, contemplamos el discurrir de una barca hasta la costa, dirigida por el poco amigable Wolfe Kristan (Lawson), llevando en la misma al que ha sido su ayudante durante unas semanas, hasta las oficinas de la firma, donde afirma no aguantar más al farero, con el que ni ha llegado a cruzar palabra desde que llegó al barco. Muy pronto comprobaremos el carácter taciturno de Kristan, al que tiempo atrás en un accidente perdió un brazo, que sustituye con un garfio. Ese carácter sombrío del farero, en buena medida se funda en la añoranza de su esposa, que murió ahogada en un accidente, hace ya bastantes años -lo veremos yendo a una floristería, al objeto de comprar unas flores para su mujer, aunque en ningún momento se encontrara su cuerpo del mar-. La base argumental del film de Huntington, se completará por un lado con la inclusión de un espía inglés -Anthony Hale (Michael Rennie)-, suplantando a un sustituyo de ayudante que había forzado la empresa del faro, y la salvación por parte de Wolfe, en su regreso a aquel inhóspito entorno en la barca, de una joven -Marie Durand (Movita)- que ha huido de un campo de concentración nazi, y en quien Wolfe verá un remedo de su desaparecida esposa.

Serán estos los mimbres sobre los que girará esta seca, sencilla, a ratos esquemática, y en otros momentos densa TOWER OF TERROR, ofreciendo un relato de suspense, envuelta en un extraño melodrama triangular, dentro de unas características que se extenderían a títulos posteriores, como el norteamericano THE GHOST SHIP (1943, Mark Robson). Nos encontramos, por tanto, ante una producción de clara serie B -en algunos momentos, sobre todo en su parte final, se aprecian esas limitaciones de producción-, centrada sobre todo en ese estudio de los tres caracteres protagonistas, y en su creciente incidencia dramática, bastante previsible por otro lado, según Marie se vaya acercando a Anthony, lo que conlleve un progresivo alejamiento del cada vez más atormentado Kristan, dejando ver este último un siniestro lado oscuro. Huntington acentúa su eficacia, en un relato en el que los diálogos quedan en un segundo término, poniendo en valor una puesta en escena primitiva y solvente, basada en planos generales y medios -son escasos los primeros planos-, intentando buscar en ellos el aprovechamiento de la iconografía del faro y el propio territorio exterior agreste en el que este se inserta.

La película irá dejando detalles en torno a la condición de espía inglés de Anthony -contemplaremos una acertada secuencia de enfrentamiento nocturno en interiores y con arma de fuegos, en contra de una serie de agentes nazis, que costará la vida a su enlace-, incorporando igualmente diversos elementos que incidirán en el progresivo acercamiento de los alemanes, a la hora de descubrir esa suplantación que Hole ha llevado a cabo, Al objeto de capturarlo como espía británico -en su lugar, la búsqueda de la fugitiva Marie, quedará en un segundo término-.

De tal forma, con notable sequedad, con aspereza incluso, la película irá describiendo esa creciente desconfianza del cada vez más alienado Kristan -muy bien expresado con la física gestualidad de Lawson-, al contemplar como esa joven a la que tiene como la sustituta de su esposa muerta mucho tiempo atrás, se sentirá más atraída por el joven Hale. Ello nos llevará a un tercio final revestido de creciente aura bizarra, en el que el enfrentamiento entre el farero y el joven Anthony se haga físico -en un episodio dotado de gran fuerza expresiva, donde el garfio en la mano del primero, adquirirá tintes amenazadores-, hasta confluir en unos derroteros oscuros e incluso necrófilos. Así pues, por un lado, Wolfe, preso y encerrado en el oscuro sótano del faro se liberará, atacando de nuevo a Hole y dejándolo inconsciente, haciendo presa a la muchacha, y llevándola hacia un escuro recinto, donde finalmente se encontraba la tumba de su esposa. Un fragmento este, revestido de turbiedad emocional, que se dará de las manos con el bombardeo del faro por parte de ese buque nazi, al que han confirmado de la presencia del espía británico, mientras finalmente Anthony rescate a Marie del recinto en el que Wolfe se encuentra ensimismado, hasta abrazar literalmente los restos mortales de su esposa -en unos instantes revestidos de una enorme fuerza dramática- mientras el faro es destruido por los bombardeos, y finalmente, la joven pareja puede ser rescatada por los enviados ingleses.

Modesta, sencilla y eficaz, definida en un contexto de inmediatez, dentro del cine inglés de su tiempo -esa presencia como puntual alegato antinazi-, TOWER OF TERROR deviene una muestra más de esa producción de limitado presupuesto, pero de probada eficacia, largo tiempo olvidado en su necesario reconocimiento.

Calificación: 2’5

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