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CINEMA DE PERRA GORDA

CAGED (1950, John Cromwell) Sin remisión

CAGED (1950, John Cromwell) Sin remisión

La Warner es probablemente el estudio que a lo largo del tiempo más esfuerzos dedicó a la hora de ofrecer una producción de cine carcelario. Desde los años 30 fueron numerosos los títulos que brindó dentro de dicha vertiente. Exponentes dominados por rodajes rápidos, inmediato consumo, eficacia en su desarrollo y conclusiones moralistas -el criminal nunca gana-. Esta corriente tuvo una considerable prolongación desde finales de los años 40, con la suma de otros estudios y el aporte de figuras polifacéticas y poco tratadas como Crane Wilbur -director y guionista de las notables CANON CITY (1948, esta de productora independiente) e INSIDE THE WALLS OF FOLSOM PRISON (1951)- o el magnífico y versátil Hugo Fregonese con MY SIX CONVICTS (1952, ésta rodada en el seno de la compañía de Stanley Kramer para Columbia).

Dentro de dicho contexto, el muy interesante John Cromwell rueda para dicho estudio CAGED (Sin remisión, 1950), primera y más valiosa contribución suya a los contornos del noir, que prolongo en dos títulos casi consecutivos más, bajo mi punto de vista de alcance bastante más limitado, sin dejar su primera contribución al mismo, que supuso la apreciable -y por algunos casi venerada- DEAD RECKONING (Callejón sin salida, 1947). Fue esta una inesperada trilogía, tras la cual Cromwell se retiró del terreno de la realización cinematográfica, acosado por un maccartismo que lo tuvo entre sus víctimas propiciatorias, dadas las convicciones progresistas del realizador, quien decidió dedicar su actividad al ámbito de la escena de Broadway. Casi una década después, Cromwell retornaría con brevedad a la dirección cinematográfica, firmando sus tres últimas películas, destacando la que supuso su retorno; THE GODDESS (1958), que no dudo en considerar su obra cumbre.

La singularidad de CAGED proviene esencialmente en su incardinación dentro del cine carcelario inserto en el universo femenino, aspecto este en el que pese a encontrar algunos precedentes, lo cierto es que no era una parcela frecuentada en aquellos años. La película, que parte de una base dramática de Bernard C. Schoenfeld y Virginia Kellog, a partir de un artículo de la segunda Insider’s Women Prison -quien investigó tiempo dentro de las propias celdas para su elaboración- inserto de un magazín de la época. Y cuando uno se aproxima a sus primeros minutos, no deja de percibir que esa mirada al universo carcelario femenino alberga no pocos estereotipos. Por fortuna, la dinámica de la película pronto va orillando las simplezas de su base dramática, para ir dejando ver la notable precisión de su entraña cinematográfica.

CAGED va directamente al grano, al filmar la llegada de su protagonista, Marie Allen (Eleanor Parker), una muchacha de apenas 19 años que ha sido condenada por colaboración en un asalto a una gasolinera, en el que su marido apenas obtuvo 40 dólares de botín, y que fue hecho muerto. Totalmente temerosa de adentrarse un mundo inhóspito para una joven que en realidad nace a la realidad, pronto se dará cuenta que la matrona es una mujer siniestra y nada recomendable -Evelyn Harper (Hope Emerson)- quien ostenta de manera privilegiada su cargo, incluso contando con otras guardianas que siempre se encuentran a su lado, y que no duda en sobornar a sus internas para facilitarles pequeños favores. Contra ella, poco podrá hacer la alcaldesa de la prisión -Ruth Benton (Agnes Moorehead)-, una mujer empeñada en procurar la dignidad en el trato a sus reclusas y apelar a una política de reinserción social de estas. En todo momento, Evelyn sorteará las invectivas de la mandataria del recinto al saberse depositaria del apoyo de veteranos políticos que nunca la pondrán en cuestión. Es por ello que en todo momento mantendrá su actitud de desprecio ante las presas, sobre las que no mostrará el más mínimo gente de humanidad. Por ello, la llegada de la tímida Marie le proporcionará ser objeto de sus iras, desde el momento en que sea destinada a tareas de limpieza. La joven pronto descubrirá que se encuentra embaraza de su marido muerto, y tendrá que entregar el bebé en adopción -un aspecto en el que la película apenas hará referencia- al negarse su madre a acogerlo por temor a las represalias de su marido -algo que propiciará una de las secuencias más dolorosas e intensas del relato-. La joven protagonista rechazará acogerse a las ventajas que le brinda una veterana y algo inquietante reclusa -Kitty Stark (Betty Garde)- que le podría proporcionar una cierta ventaja exterior para poder salir en la primera revisión de su condena, a los 10 meses de ser encarcelada. La propia ingenuidad e inmadurez demostrada ante el tribunal le impedirá salir a la calle… mientras poco a poco su personalidad inocente irá mutando de manera casi imperceptible a una forzada madurez dominada por la sordidez y la frialdad más absoluta. Por ello, aunque desde su llegada a la prisión, la muy influyente y elegante Elvira Powell (Lee Patrick) la tentara para acogerla a su cargo, Evelyn rechazara igualmente su inquietante apoyo, en el último momento, y cuando esta se encuentra a punto de abandonar la cárcel. Es por ello que en el tribunal logrará la excarcelación. Sin embargo, ya nada será igual. Se habrá convertido en una mujer descreída del mundo y decidida a deambular por las facilidades de la delincuencia. Será algo que la Benton intuirá, al vaticinar en el último momento su rápido reingreso en la misma, en una conclusión dominada por el nihilismo.

Antes lo señalaba. Inicialmente y en ciertos momentos, CAGED acusa cierta tendencia al estereotipo moralista, sobre todo en la definición de sus principales personajes, aspecto que impide que la película alcance la condición de logro. Sin embargo, justo es reconocer que el film de Cromwell adquiere su verdadera razón de ser, en la simbiosis que este asume junto a su operador de fotografía Carl Guthrie, quien brinda a la película una oscura e inquietante iluminación en blanco y negro de corte expresionista, y logrando que esa aura claustrofóbica que adquieren sus imágenes -prácticamente discurre toda ella en el interior de la prisión- se transmita al espectador, casi como si nos encontráramos en una película de terror, y adelantando logros en ese aspecto, que años después nos podría brindar, por ejemplo, el SCHOCK CORRIDOR (Corredor sin retorno, 1963) de Sam Fuller. Dentro de ese marasmo dominado por las sombras deambulará su galería de personajes, a partir de un desarrollo dispuesto a modo de pequeños episodios, que no por resultar previsibles en su discurrir dejarán de resultar terriblemente efectivos en su descripción -esa joven reclusa que se ahorcará incapaz de asumir que no ha sido aprobada su salida del recinto; el que protagoniza el gato que Marie protegerá, y que le costará castigo de celda de incomunicación; el enfrentamiento y pelea de Kitty con Evelyn, mostrado de manera elíptica-. La película dejará de lado elementos como el destino de pequeño, e incluso en un momento determinado avanzará al mostrar la liberación de la protagonista, una vez conocemos que su personalidad ha perdido por completo la inocencia con la que entró en prisión. Película en la que se propone de manera soterradas tendencias lésbicas en algunos de sus corrompidos personajes -Evelyn, Kitty, Elvira- y en la que destaca un vibrante juego interpretativo, no sería lo que es sin la asombrosa entrega y la perfecta modulación de su personaje, que proporciona una Eleanor Parker en auténtico estado de gracia, y que recibió por su performance una más que merecida nominación al Oscar de la academia.

Calificación: 3’5

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