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CINEMA DE PERRA GORDA

THE SCAVENGERS (1959, John Cromwell) Los buitres de Macao

THE SCAVENGERS (1959, John Cromwell) Los buitres de Macao

Tras una extensa andadura en la década de los años treinta, donde mayoritariamente en el seno de la RKO, se deja sentir se experta mano en el manejo del melodrama, los años cuarenta supondrán al tiempo un ascenso en el prestigio y una mayor relajación en la actividad como realizador de John Cronwell. Sin embargo, su andadura en Hollywood se estanca al inicio de la década de los cincuenta, al verse implicado en la temible “Caza de Brujas” del senador McCarthy, dadas sus convicciones progresistas. Ello le llevó en aquellos años, a inclinarse al ámbito teatral de Broadway, de los que volvió al terreno cinematográfico, precisamente con la traslación de un éxito escénico de Paddy Chayefsky, basado en la vida de Marilyn Monroe -del que de manera inesperada resultaría premonitoria la muerte prematura de la estrella protagonista-. THE GODDESS (1958), no solo me parece la mejor de las películas de Cromwell que he tenido ocasión de contemplar -que son bastantes-, sino que en sí misma preludiaban nuevos senderos para el realizador que, por desgracia, no tuvieron la oportuna continuidad. Y es que, aunque falleció a avanzada edad en 1979 -conviene recordarlo interpretando a un obispo en la comedia de Robert Altman A WEDDING (Un día de boda, 1978), su andadura como realizador tan solo se prolongó en dos títulos más, sumando la larga nómina de directores que truncaron su actividad en el inicio de la década de los sesenta. THE SCAVENGERS (Los buitres de Macao, 1959), aparece un año después de la mencionada THE GODDESS, y a ella le sucedió A MATTER OF MORALS (1961), un exótico remake de DER BLAUE ENGEL (El ángel azul, 1930. Josef von Sternberg), protagonizado por May Britt-Nilsson, dentro de una coproducción sueca con Estados Unidos, de la que apenas se encuentran referencias, y las que existen coinciden en su desaprobación.

Cuando uno contempla THE SCAVENGERS, lo primero que hace es asumir su condición de rareza. De film realizado casi a contracorriente. De exotismo. De disparo lanzado al cielo, evocando casi de manera inútil el pasado de un género y un tipo de cine condenado a la desaparición. Es lo que podría expresar el -en esta ocasión si-, excelente Jacques Toruneur de la igualmente olvidada THE FEARMAKERS (1958), y tantos otros títulos que me vienen a la mente. No olvidemos que un par de años antes, Orson Welles había dardo el certificado de defunción del noir con TOUCH OF EVIL (Sed de mal, 1957). Que al mismo tiempo el Hollywood agonizante aparecían propuesta rodadas casi en los márgenes del cinema bis, como MURDER BY CONTRACT (1958, Irving Lerner), abriendo el sendero de propuestas en su momento fagocitadas con celeridad, pero a las que el paso del tiempo ha concedido su auténtica valía, firmadas por Jack Garfein o Leslie Stevens, todavía necesitadas de un revisionismo concienzudo, basado en una mirada global. En cualquier caso, y aún encontrándonos en dicho contexto, y reconociendo que asistimos a uno de los primeros exponentes de dicha corriente, no deja de sorprender que Cromwell asumiera la realización de esta evocación del noir, rodada en Hong-Kong bajo capital filipino en coproducción con Estados Unidos, con actores locales por completo desconocidos; significativa la presencia del joven Vince Edwards, intuyo que elegido después de contemplarlo en el ya citado film de Lerner, y la televisiva Carol Ohmart.

Si uno es capaz de asumir como Cromwell se insertó en este relato de bajísimo presupuesto -algo que se nota demasiado-, podría intuir que el ya veterano cineasta quería rodar un argumento que presumía de escaso interés, combinando con su tratamiento, la dureza y el espíritu de ese género que ya agonizaba y que tiempo atrás había practicado, adelantando la soltura narrativa que propondría el Godard de À BOUT DE SOUFFLE (Al final de la Escapara, 1960). Puede ser esta una mirada difícil de conciliar por mi parte, pero lo cierto es que para poder saborear los pequeños placeres que presenta una película por momentos casi de serie Z, conviene olvidar las convenciones que plantea su guion -obra del propio productor, Eddie Romero, una conocida figura del cine filipino-, y dejarse llevar por su atmósfera. A fin de cuentas, THE SCAVENGERS narra el reencuentro consigo mismo de un alma atormentada. La del joven combatiente en la Guerra de Corea Stuart Allison (Edwards), que se casó con Marion (Ohmart) a los pocos días de conocerla en un permiso, desapareciendo casi de la noche a la mañana. Desde entonces ha sobrevivido como contrabandista en Hong-Kong, aunque en el fondo sobrellevando como puede, la ausencia de esa mujer que siempre ha añorado, quizá buscando en ella esa estabilidad emocional de la que nunca ha disfrutado en su vida. El film de Cromwell se inicia de manera sintética con la descripción del modus operandi de Stuart, siempre ayudado por un fiel compañero, hasta que de manera inesperada vislumbre a su esposa, largo tiempo buscada, dirigirse a un buque. Irá de inmediato en su búsqueda, pero se verá impedido a ello, aunque resucite en él su interés en recuperar a alguien que incluso ha llegado a pensar podía estar muerto. A partir de ahí se sucederán las desventuras de un hombre desorientado, que se encontrará con un remedo de Peter Lorre en Casimir O’Hara (Vic Diaz), un oriental poco escrupuloso que le acercará a su esposa, bajo la condición de que le informe de sus movimientos. A partir de ese momento, el film de Cromwell se dirime en una remembranza de estereotipos y lugares comunes a un género ya entonces agonizante envueltos, eso sí, de una mirada en la que funciona su atmósfera, la fuerza de sus peleas, secuencias nocturnas y lo sombrío de cierto grado de pathos que, a fin de cuentas, es el que proporciona a su conjunto de su debida personalidad. En cierto modo, parece como si Cromwell nos retrotrayera al ámbito de aquellos noir seminales de la RKO, en donde las ingerencias de Howard Hughes los convertía en rarezas por la participación de diversos directores, dentro de un ámbito de bajo presupuesto, abundancia de roles orientales de aspecto sombrío, y secuencias descritas en sombras y contraluces, revestidas de notable eficacia. Así pues, THE SCAVENGERS por momentos asume las costuras del serial, y asume en su seno una nada solapada patina de sordidez. En ello, tendrá no poca importancia la presencia en su argumento de tráfico de drogas y, sobre todo, el hecho de que la esposa de Allison sea una reconocida dependiente de las mismas. Es por ello que sin estar despojada ni de glamour en su presencia fílmica, ni de su indeseada condición de femme fatale, Marion aparezca en la película casi como una víctima de su misma, decidiendo finalmente inmolarse de manera insólita, dejando a su esposo desolado, aunque con ello le proporcione una voluntad de futuro, al brindarle esos buscados bonos que aparecen como mcguffin del relato, al que se sumará la abierta voluntad de esa secreta amada de este, de iniciar una nueva vida con Stuart.

Desigual, fascinante por momentos, pobre en otros, marcando una extraña y abrupta química entre el estoico Edwards y la Ohmart, lo cierto es que THE SCAVENGERS es una singularidad. Una rareza que, dentro de sus limitaciones de producción, quizá aparece como un grito agónico, de un cineasta que aún tenía cosas que decirnos, pero que la convulsión del Hollywood del momento, devoró por completo; John Cromwell.

Calificación: 2’5

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