Poco a poco se va revisitando la no muy extensa filmografía de la actriz Ida Lupino en calidad de realizadora –mucho más dilatada en el medio televisivo-. Una obra en la que desde el primer momento se vislumbró una mirada extraña, alejada de excesos melodramáticos, hacia determinadas problemáticas por lo general poco frecuentadas por el cine de la época. La Lupino legó una serie de títulos, enmarcados en la serie B de la década de los cincuenta, que tuvo su inicio con NOT WANTED (1949), en la que no aparece acreditada como tal, aunque se encargó de la realización de la mayor parte del metraje, debido a un ataque al corazón del titular, dejando por cortesía el crédito en solitario del mismo. Cualquiera que haya podido contemplar algunos de los otros exponentes firmados por la actriz, percibirá desde el primer momento la posesora impronta visual que ha caracterizado su cine. Esa querencia por marcos y situaciones cotidianas, con un matiz sombrío, una cierta huella expresionista, abordando en todo momento una mirada paralela a la contemplada en aquel tiempo en la pantalla. No es de extrañar que sus películas puedan ser encuadradas por lo general en los contornos del noir, por más que sus propuestas se encuentren en el ámbito del drama psicológico, aunque en ocasiones –THE HITCH-HIKER (1953)- esta inclinación aparezca formulada de manera más directa.
Por el contrario, en el caso de NOT WANTED, aunque nos inclinemos poco a poco en el ámbito del drama psicológico, las costuras de sus imágenes aparecen desde el primer momento revestidas por esa inclinación, centrando su mirada en la joven Sally (notable Sally Forrest) Su primera secuencia nos la muestra paseando, casi catatónica, deteniéndose en un coche de bebé que se encuentra en la calle, mientras que su pequeño ocupante no deja de llorar. La escena carece de diálogos, con una admirable fuerza visual, cogiendo Sally al bebé en sus brazos y haciendo ademán de llevárselo, llamando la atención su legítima madre a la policía. Ello dará pie a un flashback, que se remontará al inicio del conflicto de la protagonista con sus padres –en un bloque que podría manifestarse como una de las primeras ocasiones en las que el cine USA describirá con claridad el enfrentamiento generacional ya perceptible en aquellos tiempos-. Las primeras imágenes de este flashback nos mostrarán a Sally ratificando una cierta perturbación mental existente en su personalidad, contrapuesta al carácter algo arisco de su madre y el muy pasivo de su padre. Pronto la muchacha conocerá a un pianista de club de carácter bohemio –Steve Ryan (Leo Penn)-, con el que caerá prendida, siendo correspondido por el propio Steve, quien muy pronto dejará entrever una extraña personalidad. Este se marchará de la ciudad, no sin antes pasar una noche con ella –descrita de manera elíptica- provocando en Sally el deseo de abandonar a sus padres para vivir una nueva vida al lado de ese hombre del que repentinamente se ha enamorado, sublimando su frustración existencial. En el camino en autobús, conocerá –de una manera muy divertida y metafórica, emergiendo de la chaqueta que lo tapa mientras intenta dormir- a Drew Baxter (Keefe Brasselle), un agradable joven del que muy pronto conocerá que se trata de un mutilado de guerra que porta una pierna ortopédica. Desde el primer momento, Drew quedará complacido con Sally, aunque esta no deje de tener en mente a Steve, al que llegará a ver en la tórrida habitación en que reside, mostrándose reacio al contacto con la muchacha, que residirá en la habitación de una vivienda a recomendación de Baxter. Pese a la distancia que la protagonista intentará en todo momento marcar con este, al final aceptará una oferta de trabajo en la gasolinera que regenta, lo que más adelante no evitará que recaiga en esa personalidad huidiza y ausente. Ni siquiera el salir en alguna ocasión con el bueno de Drew limitará esa caída emocional, acrecentada por el desprecio que le formulará Steve, quien decidirá marcharse de la ciudad. Poco después, estando en su trabajo, nuestra protagonista caerá desmayada, siendo visitada por un doctor amigo de Drew, quien le anunciará que se encuentra embarazada –de Steve-. Ella no querrá que nadie se entere, huyendo hasta un hospital destinado a madres solteras, donde se aislará del mundo a la espera de tener su bebé, sin que ni siquiera sus padres lo sepan. Transcurre el tiempo y el niño nacerá sin novedad, aunque en su transcurso Drew descubra donde está residiendo Sally, sin tener la valentía suficiente de ofrecerse a ella de manera incondicional. Una vez de a luz, se planteará la duda de mantener como madre al niño o cederlo en adopción, optando por lo último, aunque poco después se arrepienta de ello, sin tener ya posibilidad de rectificar. Discurriendo ausente por la ciudad, la acción volverá al inicio del relato, poco antes de producirse un reencuentro con Drew, del cual huirá siendo seguido por este en una dramática carrera en la que, en última instancia, se dirimirará el futuro de una soledad compartida.
Como puesta de largo de una interesantísima manera de hacer cine –que por momentos aparece como un preludio a los retratos que formularía John Cassavetes- NOT WANTED aparece como una crónica sobria y al mismo tiempo percutante, de una joven de la que percibiremos casi desde el principio, aquello de “estar en otra onda”. Es probable que la vivencia junto a unos padres que no parecen comprender su psicología, hayan permitido esa ausencia vital en una muchacha, que en su interior desea huir de ese entorno alienante que parecen proponer las imágenes, siempre sombrías de esos primeros fragmentos de la película, una vez esta ha iniciado el extraño flashback con que arranca la película. El recorrido propuesto por la Lupino viene caracterizado en todo momento por una sensación de hastío existencial, contraponiendo la inclinación por los deseos más ocultos de Sally, en su oposición a la vida cartesiana y asfixiante en la que aparece envuelta. Sin embargo, su pasión por el pianista le llevará a abandonar su hogar familiar, y en el viaje conocer a Drew –que aparecerá como una premonición a la propia situación personal de una muchacha, al emerger casi como un insólito parto, surgiendo de su propia chaqueta que utilizaba para ocultarse de la luz y poder dormir en el autobús-. A partir de ese momento, NOT WANTED se manifestará a partir de la oposición de la permanente y cada vez más frustrada relación de la muchacha con Steve, su intento de establecer una relación con el joven mutilado de guerra propietario de la gasolinera. Todo ello, tropezando con el lastre insoslayable de la inesperada presencia de un embarazo, que supondrá para Sally la ruptura con ese entorno de normalidad que le había ofrecido Drew. Será un fragmento en el que quizá la directora aparezca convencional a la hora de describir el entorno de esa residencia en la que la joven ingresará para culminar su embarazo y tener al niño. Era quizá lo máximo que podía ofrecer el cine de la época, a la hora de abordar una temática ausente en las pantallas, pero de las que la actriz y directora implicó en títulos posteriores –violaciones, bigamia…-. Todo ello quedará inmerso en un largo bloque dominado por una visión tan cotidiana como sombría de la vida urbana. Secuencias en las que la soledad predomina en unos encuadres en donde parece faltar no solo la actividad de sus habitantes, sino que un aura de alienación colectiva se introducirá en unas imágenes grises y carentes del menor atisbo de optimismo.
Curiosamente, NOT WANTED será recordada, sobre todo, por la chirriante inserción del episodio que describirá el supuesto parto de Sally, rodado en color y procedente de un documental que describió una auténtica cesárea. Por más que puedan aparecer repulsivas e innecesarias en un drama que por sí propio, aparece más contundente en su alcance, al menos servirán como preámbulo a los instantes finales, de admirable fuerza dramática, en los que Drew intentará seguir de manera infructuosa –sufriendo las limitaciones que conlleva su pierna ortopédica, a una Sally que no desea que este se responsabilice de ella por conmiseración. Serán unos planos revestidos de una formidable garra expresiva, en los que la utilización de los exteriores urbanos ofrecerá la necesaria catarsis para que la protagonista, una vez contemple al agradable joven tendido en el suelo y sin posibilidad de proseguir en su intención, vea en él la posibilidad de iniciar ambos una vida en común.
Siendo un título apenas reseñado en la andadura de ese otro cine USA de finales de los cuarenta e inicios de los cincuenta, y por ofrecer la espectador los rasgos expresivos y temáticos que definirían las constantes de la singular cineasta, lo cierto es que NOT WANTED merece ese reconocimiento no solo por su interés sociológico sino, sobre todo, por la vigencia de su inusual propuesta.
Calificación: 3