El trailer del día: JOHN FORD, un gran libro
¿Se puede editar un bello libro cinematográfico en el que lo visual predomine sobre la reflexión y al mismo tiempo revele la personalidad de la obra sobre quién va dirigido? JOHN FORD: Las dos caras de un pionero 1894-1973 es la demostración perfecta de una respuesta afirmativa.
A través de una edición admirablemente ilustrada y con sus cerca de 200 páginas, el libro de Scott Eyman y Paul Duncan -editado por Taschen a nivel internacional-, permite por un lado recorrer de forma sencilla y penetrando en la entraña del maestro americano a través de su biografía, sus obras, la recepción y acogida de las mismas y la propia consideración que el realizador tenía sobre sus propias películas.
Las imágenes de JOHN FORD: Las dos caras de un pionero 1894-1973 son de gran alcance visual –en su especial predomino del blanco y negro- y destacan en muchos casos por su carácter inédito y recoger momentos de rodaje, lo que les permite que en su conjunto podamos respirar a aroma irlandés, polvo de la caballería americana y atardeceres en el Monument Valley.
Más allá de afirmaciones que se ofrecen y que no comparto (¿Cuándo admitiremos que un trabajo excelentemente realizado puede situarse incluso en las antípodas de nuestras convicciones? O, dicho de otra forma ¿Cuándo lucharemos en contra del pensamiento único?), hay dos elementos que me gustaría destacar especialmente en esta magnífica edición –que además es de coste bastante asequible-. Por un lado un impecable, sencillo y bien diseñado recorrido filmográfico –además ilustrado con algunos excelentes posters de algunas de sus películas, correspondiendo a diferentes épocas-. Por otro me sorprende la simplicidad con que en apenas cuatro páginas -entre la 13 y la 17-, establece un sincrético recorrido de los doce temas principales que –a juicio de los autores, y no van muy desencaminados- recorren la filmografía fordiana, acompañados por 48 imágenes seleccionadas de la misma. En pocas ocasiones con menos se ha dicho más, ofreciendo en definitiva un estupendo contrapunto a la amplia y merecida oferta editorial que John Ford ha generado a lo largo del tiempo.
Sinceramente, tras saborear un ejemplar como este, solo me gustaría que la edición se pudiera extender a los demás directores clásicos que todos admiramos (que cada uno haga su propia lista pero yo señalo algunos de los míos: Tourneur, Lang, Vidor, Tashlin, Donen, Lewis, Walsh. Murnau, Griffith… y tantos, tantos, otros)
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una lectora -