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CINEMA DE PERRA GORDA

A TREE GROWS IN BROOKLYN (1945, Elia Kazan) Lazos humanos

A TREE GROWS IN BROOKLYN (1945, Elia Kazan) Lazos humanos

Pese a la irregularidad que ha caracterizado su no muy dilatada trayectoria cinematográfica, he de reconocer mi aprecio a la figura de Elia Kazan –no voy a entrar en la polémica sobre su participación en la “Caza de Brujas”; de un artista me importa su obra no su talla como persona-. Y entre los quince títulos que he podido ver de la misma hasta la fecha, sucede algo hasta cierto punto curioso. Generalmente no se tienen en especial aprecio sus títulos iniciales rodados bajo contrato para la Fox –además del que ocupa estas líneas me refiero a EL JUSTICIERO (Boomerang!, 1947) o PÁNICO EN LAS CALLES (Panic in the Streets, 1950)-, cuando personalmente los considero con mayores cualidades que otras reputadas producciones posteriores –quizá más valoradas por elementos externos- (BABY DOLL (1956), AL ESTE DEL EDEN (East of Eden, 1955), A FACE IN THE CROWD (1957), la mismísima LA LEY DEL SILENCIO (On the Waterfront, 1954) -aunque esta he de revisarla- y que se caracterizan junto a sus virtudes por una tendencia a los enfático y el efectismo que será dejada de lado con la llegada del periodo de madurez de su cine, que comportará dos obras maestras de la categoría de ESPLENDOR EN LA HIERBA (Splendor in the Grass, 1961) y AMÉRICA, AMÉRICA (1963) además de otros títulos de gran nivel como RÍO SALVAJE (Wild River, 1960).

Es por ello que sorprende ver como apenas se conoce actualmente el título que supuso su debut cinematográfico en el año 1945. A TREE GROWS IN BROOKLYN –LAZOS HUMANOS en España-. Y sorprende porque considero que se trata de una película con las suficientes cualidades como para ser tenida en cuenta por sí misma, al tiempo que revela por un lado las inquietudes y dominio del lenguaje cinematográfico por parte del entonces debutante, adelantando algunas de las posteriores inquietudes y rasgos personales que caracterizarán su obra.

Adaptación de una novela de Betty Smith, la obra de Kazan se detiene en la descripción del Brooklyn de principios del Siglo XX a través de las tribulaciones de una humilde familia que capitanea el matrimonio formado por Johnny (James Dunn) y Katie Nolan (Dorothy McGuire). El primero es un hombre idealista, simpático y aficionado a la bebida. La madre es una mujer sumamente trabajadora, responsable y quizá por ello más apegada a la realidad y áspera en su comportamiento lo que le hace generarse una máscara de mujer dura que incluso llega a pedir a su hermana mayor que se aleje de sus hijos, aunque posteriormente se arrepienta de ello.

Y son precisamente los hijos de esta familia –especialmente la crecida Francie (Peggy Ann Garner), pero también el más pequeño Neeley (Ted Donaldson)- sobre los que girará el contenido de esta producción de inspiración familiar, que se inicia precisamente con un recorrido por los exteriores de Brooklyn y las artimañas de los pequeños para lograr algo de dinero. Son secuencias en las que Kazan se encuentra muy a gusto con la cámara, que es manejada con soltura recordando de forma paralela sus orígenes teatrales en los excelentes decorados de exteriores, potenciados por no menos magnífica fotografía en blanco y negro de Leon Shamroy. En cualquier caso uno enseguida se da cuenta de la agilidad que demuestra el realizador en su debut, si se compara esta película con otras de similares orígenes de base puestas en escena por realizadores como George Stevens o Fred Zinnemann. (caracterizadas por su pesadez, enfatismo o teatralidad).

En este caso es evidente que la primera mitad de A TREE GROWS IN BROOKLYN sobrelleva algunos altibajos al ejercer especialmente como descripción de la situación familiar y fundamentalmente de presentación de los conflictos de sus personajes. Entre ellos se destaca el papel del padre, la influencia de la madre como verdadero motor de la familia y se introduce el personaje del agente de policía McShane (Lloyd Nolan), del que de alguna manera adivinamos que finalmente se implicará en el futuro de la familia. Esta primera mitad adquiere un engarce con la inscripción de Francie en una escuela, en la que muy pronto despierta su inquietud literaria –en las primeras secuencias habíamos visto su interés por la lectura en la biblioteca-.

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A partir de esos momentos, la segunda mitad del film adquiere un elevado interés emocional. Se celebra la navidad y en ella los niños luchan por obtener un árbol. Nos encontramos en una celebración familiar que tiene resonancias fordianas y que finaliza de manera triste: una conversación entre Johnny y Katie finaliza con el abandono de la casa de este. Por su expresión y la inflexión de la planificación sabemos que nunca más lo volveremos a ver con vida. Su funeral congregará a mucha gente y a través de él Katie se dará cuenta que pese a ser un hombre de cortos recursos era querido y apreciado. La madre se había quedado secretamente embarazada y apenas cuentan con recursos para subsistir. En medio de esta situación adversa finalmente el recelo de esa hija mayor despierta y más escorada hacia su padre contemplará el esfuerzo de su madre con otros ojos. Realmente la llegada de su pequeña hermana supondrá su ascenso a la adolescencia, tal y como comenta en las imágenes finales en la terraza del humilde edificio de apartamentos en el que viven.

Pese a ser una obra de debut, LAZOS HUMANOS demuestra la pericia de Kazan en la emotividad de sus secuencias con dos personajes –las conversaciones entre las dos hermanas; la breve charla de Francie con Miss McDonough (Ruth Nelson) en la que esta comprende la necesidad de la familia -a mi juicio el mejor momento de la película-, la fuerza de sentimientos de momentos como la fiesta navideña, la subida previa del árbol por las escaleras con los vecinos cantando villancicos. Son muchos los instantes caracterizados por su acierto cinematográfico. Pero me gustaría señalar que ya en su primer film Kazan destaca con naturalidad elementos que luego desarrollará en su obra posterior. Entre ellos citaremos la influencia de la inmigración a los Estados Unidos (las palabras de la abuela sobre la posible superación que supone vivir en Norteamérica con respecto a la sociedad irlandesa de la que llegaron); la tensión lograda en la incorporación de elementos externos en la evolución de los personajes (la nieve en las escenas navideñas, la lluvia en el parto de Katie); por supuesto la fuerza expresiva de esos interiores llenos de pobreza y no podemos olvidar la excelente dirección de actores que prima en el film y que se extiende hasta en los niños que encarnan a los hijos.

En su conjunto, LAZOS HUMANOS es un film que merece ser tenido en cuenta no solo como inicio de una trayectoria relevante, sino fundamentalmente como una película de personajes bien definidos, con cierta irregularidad pero que llega a emocionar en sus mejores momentos.

Calificación: 3

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