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CINEMA DE PERRA GORDA

MAN ON A TIGHTROPE (1953, Elia Kazan) Fugitivos del terror rojo

MAN ON A TIGHTROPE (1953, Elia Kazan) Fugitivos del terror rojo

¿De verdad alguien podría pensar que en España hubiera el más mínimo interés por una película que en nuestro país fuera bautizada como “Fugitivos del terror rojo”? Ni por los partícipes de una determinada consideración a la obra de Elia Kazan. Ni siquiera por aquellos que incluso podrían profesar una tendencia conservadora. El título tira de espaldas, como pocos en la historia de la distribución en España. Tal es así que durante décadas ha quedado escondido y ninguneado con el arma más precisa; su imposibilidad de ser contemplado.

No es la primera ocasión en la que comento la injustcia cometida a la hora de valorar aquellos títulos que Kazan rodó al amparo de la 20th Century Fox. Él mismo en sus memorias avivaba dicho fuego, apelando a la carencia de estilo y ambición que albergaban dichas obras, que consideraba de aprendizaje. Pero sucede que el paso del tiempo modifica muchas miradas, y a mi juicio esta es una de ellas. Hace años vengo apreciando en considerable medida ese aporte en el estudio de Zanuck, del cual MAN ON A TIGHTROPE (Fugitivos del terror rojo, 1953. Elia Kazan) supone quizá uno de sus exponentes extremos, si no el que más. Esa condición de producto de aura anticomunista –algo innegable, pero que estimo no supone rémora alguna para poder apreciar sus cualidades-, no cabe duda que ha supuesto una autentica losa, a la hora de poder apreciar las cualidades de este, digámoslo ya, magnifico drama colectivo, desarrollado en la Checoslovaquia ocupada de 1952 –un dato sobre la inmediatez que asumió la película en el momento de su estreno, y que con el paso de los años ha quedado diluido-. La acción nos traslada al entorno del conocido pero ya decadente circo Cernik, comandando por el que fuera su propietario, aunque ahora ejerza como regente de unas instalaciones que fueron confiscadas por las autoridades. Se trata del ya envejecido Karel Cernik (un eminente Fredric March). Es el director de un colectivo en el que impera la decrepitud y también la pasión. Pasión que provoca su joven esposa –én segundas nupcias-, la sensual y depravada Zama (Gloria Grahame), despreciada por todos. Por su parte, la joven hija de este –Tereza (Terry Moore)-, fruto de su anterior matrimonio, se ha enamorado de uno de los nuevos trabajadores del circo –Joe Vosdek (Cameron Mitchell)-, sin la aprobación del padre, que sospecha de las intenciones de este. Cuando se encuentran en el desmonte tras una de sus actuaciones, Cernik es sometido a un nuevo interrogatorio por parte de las autoridades, advirtiendo que ha sido observado por algún espía entre sus trabajadores. El forzoso e incómodo encuentro, más allá de expresar la férrea disciplina comunista, permitirá descubrir al espectador los planes que el veterano administrador circense tiene de escapar hasta Bavaria, fuera del alcance de la zona invadida.

Basada en una historia real, relatada por Neil Paterson, y adaptada como guión en la pantalla por el experto Robert E. Sherwood, MAN ON A TIGHTROPE asume desde sus primeros pasajes una notable singularidad en su prestancia visual. Recogiendo ciertos elementos de la ascendencia del noir en el estudio, hasta adquirir una textura visual que nos traslada  la fisicidad de las películas del cine del este. Los exteriores fríos y neblinosos del campo checo, casi nos permiten ser aspirados merced a la iluminación que brinda la física fotografía en blanco y negro del alemán Georg Krause, elegido de manera expresa para transmitir esa sensación de veracidad en la narración. Será un casi apasionante punto de partida, que se extenderá en la precisión con la que se logrará describir la coralidad de caracteres que conforman la fauna de este circo decadente. Siguiendo el sendero que podía emanar del lejano FREAKS (La parada de los monstruos, 1932. Tod Browning), o el más cercano a todos los niveles NIGHTMARE ALLEY (El callejón de las almas perdidas, 1947. Edmund Goulding) –otra producción de la Fox-, se logra describir una atmósfera en la que la decrepitud, el desencanto o incluso desplegando las más bajas pasiones, Kazan construye uno de sus relatos más logrados hasta el momento, acertando al imbricar esa aventura exterior que se encuentra en la mente de Cernik, con la evolución interior de sus personajes, dentro de un contexto dramático, que por momentos logra emparentarse con la riqueza expresiva que por aquellos mismos años, brindada el lejano Ingmar Bergman a su cine. Y es que nos encontramos ente una producción en la que tiene una gran importancia la fuerza de los primeros planos. Detalles como el personaje casi siempre mudo de la anciana madre del protagonista, aparece en esta ocasión como un auténtico preludio de otros seres de similares características, impresos en posteriores roles del director, como aquella anciana que aparecía fugazmente a la salida de la residencia psiquiátrica en SPLENDOR IN THE GRASS (Esplendor en la hierba, 1961), o la Jo Van Fleet de WILD RIVER (Río salvaje, 1960). El acierto de MAN ON A TIGHTROPE reside –como en el resto de producciones Fox de Kazan- en saber trasladar una simbiosis entre un relato de estudio –en la mejor expresión del mismo- aportando al mismo buena parte de ese abigarrado dramatismo que ya sería norma estilo –para lo bueno y lo menos bueno-, en el cine de su realizador. Hay en todos y cada uno de sus fotogramas, una sensación de pathos, de tener que asistir a una salida al drama que viven sus personajes, de manera más o menos patente en ese colectivo en el que relacionan sus vidas. Desde un hombre cercano a la ancianeidad, carente de referencias políticas, pero si ansioso de una libertad que le permita reafirmarse en sí mismo. De una esposa lúbrica y distante, despreciada por todos, que solo desea contemplar en su marido esa fuerza de carácter de la que siempre ha carecido –la secuencia en la que March le propina una bofetada y la reacción de esta, puede quedar por derecho propio como una de las más excitantes del cine de su tiempo-. Es cierto que cuando rueda esta película, Kazan ya atesora esa querencia por la garra expresiva manifestada en A STREET CAR NEMD DESIRE (Un tranvía llamado deseo, 1951) o la posterior ON THE WATERFRONT (La ley del silencio, 1954). Y es algo que se aprecia, sedimentado, en esta aventura colectiva. Sin embargo, uno no pude dejar de destacar esa singularidad visual, o esa sensación de soledad compartida que brinda la andadura de esta compañía circense, en su discurrir por los caminos sobrellevando sus viejas caravanas.

Y entre las virtudes existentes, nadie duda de la maestría de Kazan con la dirección de actores, que en esta ocasión se manifiesta no solo en la entrega de March, sino en la  extraña química establecida con la Grahame, la presencia de Richard Boone en uno de sus primeros y más singulares villanos, la sorpresa que brinda la joven y habitualmente nula Terry Moore, o uno de los primeros roles de Cameron Mitchell. Podríamos sumar a ello la simbiosis que se manifiesta con la presencia de auténticos artistas circenses. La pericia de la película, impide distinguir a unos de otros, logrando reincidir en esa sensación de angustiosa veracidad que preside el conjunto del relato. Sin embargo, dentro del capítulo interpretativo, no puedo dejar de destacar la presencia de un magnífico Adolphe Menjou, de conocidas ideas ultraderechistas, que no dudó en esos años en ser utilizado y participar en roles que podían confrontarse con sus auténtico pensamiento, brindando en esta ocasión el rol de un inspector comunista, caído en desgracia, víctima en primer grado de una implícita comprensión en torno a Cernik –su descubrimiento de la antigua madre de este-, y también de su intención de poner en practica las pesquisas sin seguir las órdenes de los superiores –su diálogo final, cuando se sabe condenado a muerte, resulta inolvidable-.

Pero junto a este elemento concreto, MAN ON A TIGHTROPE respira decadencia, contrastada con esa historia de amor marcada entre Tereza y Joe. Las secuencias que se desarrollan entre ambos en el cauce del río, ofrecen esa frescura de lo nuevo, de la segunda oportunidad de una nueva vida, que parece escaparse a esos seres cansados y fracasados, que parecen resignarse a un peregrinaje sin rumbo, en medio de un contexto de privación de libertades, que por otro lado subsisten alejados de sus inquietudes existenciales, por más que se encuentre inmersa en lo más hondo de sus almas, cansadas y torturadas, que cada día han de simular bajo los maquillajes impostados del clown o el malabarista. Provista incluso de un insólito sentido del humor –el trazado del petulante, cobarde y finalmente digno domador de leones, la impostada pelea de Cernik con su viejo rival circense, en el interior de una carreta-, y lastrada solo en algunos instantes por ciertos excesos “a lo Welles” –la descripción del interrogador que encarna el por otro lado siempre excelente John Denher-, MAN ON A TIGHTROPE aparece como una película digna de ser revalorizada con urgencia, provista de unos extraordinarios minutos finales, que acentúan y subliman el equilibrio de suspense seguido en el curso del relato, hasta legar a una catarsis de insospechada brillantez, digna de ser considerada como uno de los fragmentos más brillantes, conmovedores y al mismo tiempo inhabituales del cine de Kazan. Sin embargo, en esa consecución del objetivo. En el discurrir de esa caravana que intenta hacer reír a los vigilantes, para con ellos pillarlos desprevenidos y lograr alcanzar esa tierra de libertad, uno no deja de intuir que se encuentra parte de la génesis de la extraordinaria AMERICA. AMERICA (América, América, 1963).

Así pues, equilibrando los deseos del mejor Tycoon que jamás tuvo Hollywood, con la personalidad ya marcada de un cineasta brillante y controvertido, se logra este MAN ON A TIGHTROPE, uno de los títulos vistos aún con cierto desdén a la hora de analizar su obra, y que no puedo por menos que incluir en el bagaje de sus exponentes más logrados. Por una vez en la vida háganme caso. Déjense llevar por la sobria, densa, intensa, desazonadora y finalmente esperanzadora odisea el circo Cernik. Seguro que más de uno me lo agradecerá.

Calificación: 3’5

2 comentarios

Luis -

Desafortunadisimo título español para una de las mejores peliculas en la filmografia de Kazan. Fredric March esta sublime.

Jorge Trejo Rayón -

YO TUVE LA OPORTUNIDAD DE VER ESTE FILME EN LOS AÑOS DE SU ESTRENO Y ME PARECIÓ UNA EXCELENTE PELÍCULA. EN MÉXICO SE LLAMÓ "EL CIRCO DE LA MUERTE"