Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

THE SEA OF GRASS (1947, Elia Kazan) Mar de hierba

THE SEA OF GRASS (1947, Elia Kazan) Mar de hierba

Elia Kazan, siempre consideró THE SEA OF GRASS (Mar de hierba, 1947), como su labor más penosa como hombre de cine. No es de extrañar, que esta su segunda película, apareciera ante él, casi, como un trabajo que albergaba casi con vergüenza. Y no lo es, en la medida que su filmografía, por lo general, estuvo dictada al compás de sus proyectos e ideas personales. Se entiende, que Kazan se sintiera humillado, al tener que comulgar con las ruedas de molino, de un estudio tan conservador como la Metro, al amparo de un productor tan celoso de su estilo, como Pandro S. Berman. Es por ello, que nos encontramos casi como la ‘oveja negra’ en la filmografía del cineasta, afirmación que no comparto, en la medida que ni el conjunto de su obra es tan memorable como se suele señalar ni, por supuesto, THE SEA OF GRASS es tan mala como se tiende a coincidir. Sucede, que se trata de la película, quizá, más despersonalizada de su obra. Ello, a mi modo de ver, no impide reconocer los valores que alberga, esta curiosa y desequilibrada, mezcla de melodrama, western y relato social, que depende en una gran medida, de los modos de producción del estudio del león, en la que Kazan se lamentó de manera casi enfermiza, de habérsele dispuestos ya filmados los planos de exteriores, teniendo que utilizar transparencias, y predominando el rodaje en estudios. Un factor de carencia de autenticidad, que para su realizador resultó insalvable, pero que desde una mirada distanciada, no nos impide saborear, los moderados atractivos, de un título más que apreciable, si se analiza, y disfruta, desde la condición del producto de un estudio tan marcado en este tipo de cine.

Adaptación de una novela de Conrad Richter, la película, en definitiva, se propone como uno más de esos ‘dramas río’, que se han venido prolongando en el cine americano -GIGANTE (Idem, 1956, George Stevens)-, centrado en esta ocasión, en la inmensa hacienda del todopoderoso terrateniente Jim Brewton (Spencer Tracy) en New Mexico. Este recibirá en sus propiedades, a la que se va a convertir en su esposa -Lutie Cameron Brewton (Katharine Hepburn)-, y que muy pronto irá demostrando albergar personalidad propia, más allá del dominio férreo que Brewton ofrece de sus tierras. Ello propiciará en Lutie una conciencia social, al tiempo que será madre de una niña, llegando a enfrentarse a su marido, y huyendo de él durante una temporada, en la que mantendrá un affaire amoroso con Brice Chambernlain (Melvyn Douglas), al que conoció a su llegada a estas tierras, opuesto a la manera que si marido tiene que dominar sus territorios, y fruto del cual quedará embarazado de un niño -Brock- que, sin embargo, Jim acogerá en su seno. El paso de los años, hará que finalmente Lutie desaparezca de la vida del rancho, y de su propia familia, mientras que, para el entorno del terrateniente, se sucederá esa indeseada evolución en la ocupación de sus propiedades, que el gobierno autorizará para el uso y cultivo de las mismas. Todo evolucionará, en un entorno que cobrará un nuevo semblante, mientras el paso del tiempo seguirá haciendo mella entre los protagonistas, entre la añoranza, el resentimiento y la pura desaparición -en el caso de la esposa-, mientras sus hijos crecen sin poder verlos, e incluso el entorno campestre sufrirá las consecuencias de una pertinaz sequía. Recuerdos, ausencias, resentimientos, tendrán una catarsis con la trágica muerte de uno de los componentes de la familia. Será la hora de dejar atrás aquello que marcó a una familia y a una comunidad, y dar una oportunidad, aunque quizá sea demasiado tarde, al futuro.

Desde sus primeros compases, se observa en THE SEA OF GRASS, la preponderancia de los modos de producción del estudio, al tiempo que un servilismo hacia su pareja protagonista, algo habitual por otra parte en una productora, que se enorgullecía de albergar ‘más estrellas que en el cielo’. En este sentido, preciso es reconocer la entrega que brinda la Hepburn a su personaje protagonista, dotándolo de una serie de matices que la hacen emerger de las convenciones quizá emanadas inicialmente en el relato. Por otro lado, se percibe la voluntad de Kazan de mostrar su inclinación hacia esos colectivos humildes y marginados, que protagonizarían algunos de los momentos más perdurables de su obra -pienso en este caso, en las desventuras del matrimonio Hall, encarnados, además, por dos intérpretes tan excelentes, como Ruth Nelson y James Bell-.

En todo caso, nos encontramos con una propuesta, demasiado deudora de secuencias de interiores, y en la que se echa de menos más aliento westerniano. Encontramos la misma fluidez narrativa y los mismos estereotipos folletinescos, habituales en los mèlos del estudio pero, es indudable, se echa de menos una mayor implicación personal de Kazan en el relato. Uno no deja de reprochar el miscasting del, por otro lado, excelente Robert Walker, encarnando al Brock adolescente, empeñado en una gruesa caricatura que impide la empatía del espectador e, incluso la capitulación final de Lutie, definida en un atroz reaccionarismo. Sin embargo, y aún, reconociendo esa querencia a las convenciones de un estudio tan codificado, THE SEA OF GRASS, no deja de proponer personajes de enorme ternura, como es el caso de Jeff, ese cocinero inicialmente hostil con la nueva esposa de Jim, pero que pronto se convertirá en uno de sus más fieles aliados, encarnado por el siempre maravilloso Edgar Buchanan. O como lo será el rol de Raid, el viejo doctor de la familia, interpretado por otro excelente intérprete; Harry Carey. Precisamente, la secuencia en la que se producirá su muerte, da la medida de la temperatura emocional de la que carece el resto del relato, situándose a mi juicio, como el pasaje más intenso y memorable, de una película a la que sus convenciones, sin embargo, no impiden un nada desdeñable grado de interés.

Calificación: 2’5

1 comentario

jorge trejo -

UNA VEZ MÁS COINCIDO CONTIGO, NO ES UNA PELÍCULA DESPRECIABLE, ES QUIZÁ DE LAS MENOS BUENAS DE KAZAN, PERO ES UNA BUENA PELÍCULA. NO ENTIENDO LA POSTURA DE MUCHOS CRÍTICOS QUE LA CONSIDERAN MALA POR NO ESTAR A LA ALTURA DEL RESTO DE SU OBRA.