BETRAYED (1988, Costa-Gavras) El sendero de la traición
¿Se acuerda alguien del cine de Costa-Gavras? Me temo que no, aunque para las más jóvenes generaciones de aficionados casi les sorprenda pensar que sus películas eran “carne de festival”, se las disputaban los mejores certámenes e incluso recibieron algún que otro Oscar. Sus películas de contenido político eran además el “no va más” de una progresía cinematográfica de aquellos primeros años setenta, que por lo general tachaba a John Ford de fascista.
Como prueba más de un sujeto de moda, hoy día Costa-Gavras aparece francamente olvidado como realizador... o quizá relegado al lugar que siempre mereció y del nunca debió salir. En cualquier caso y como quiera que he visto bastantes pocos títulos suyos no puedo transmitir una opinión muy rotunda, aunque quizá si tomo como referente el escaso aprecio que me merece su título más reconocido –DESAPARECIDO (Missing, 1982)- es más que probable que me una al grupo de quienes jamás vieron al director griego más que un oportunista y mediocre realizador que vendió uno tras otro un conjunto de “gatos por liebre” fílmicos.
Aunque ya pertenece a sus últimos años de trayectoria y su brillo estaba oscureciéndose en el cine de los ochenta, BETRAYED (1988) –EL SENDERO DE LA TRAICIÓN en España- es un ejemplo más de una aparente denuncia de las organizaciones fascistas existentes entre numerosos colectivos de la América profunda que en el fondo encubre tanto un rosario de tópicos dentro de ese propio cuestionamiento como incluso –y esto es lo peor-, en su propia condición de thriller.
Tras unos momentos iniciales que finalizan con el asesinato de un sarcástico locutor radiofónico judío –filmadas de forma digna del peor de los subproductos-, se inicia la andadura repentina de la agente del FBI Kathy Philips (Debra Winger), que cambia su andadura para infiltrarse como “topo” en el seno de una comunidad de la que se sospecha oculta un poderoso grupo fascista que ha sido el responsable del asesinato del locutor. Con un tono más bien contemplativo y al que la buena labor de la Winger hace relativamente atractivo el discurrir de este fragmento del film, la misma conoce al apuesto Gary Simmons (Tom Berenger) aparente ejemplo del americano ideal, del que se enamora perdidamente, integrándose en la familia que forma este junto con sus dos hijos –es viudo y posteriormente se conocerá de qué siniestra forma desapareció su mujer- y su madre, una apacible anciana –interpretada por Betsy Blair-, que muy pronto deja aflorar su inclinaciones ultraderechistas.
Al mismo tiempo que sus sentimientos hacia Gary se hacen cada vez más sólidos este le hace conocer las “aficiones” que comparte con su grupo de amigos, como efectuar cacerías “peligrosas” de negros a los que finalmente asesinan haciendo desaparecer sus cadáveres. Esta circunstancia hace dudar a Kathy de la continuidad en la misión, pero por otra parte los mandos del FBI le empujan a ello, especialmente su antiguo novio Mike Carnes (John Heard). Y es ahí, entre la frontera de sus sentimientos hacia Gary, la repugnancia que le produce la ideología fascista que este sustenta, el horror de lo que se esconde tras su atractivo y lo familiar de su entorno, contrapuesto por las obligaciones casi inhumanas que le obligan a realizar los compañeros del FBI, son la base de la ambivalencia de la agente en un camino que se vislumbra tan peligroso como desleal sea cual sea el giro que tome.
Claro está que las intenciones de este argumento podrían apuntar a interesantes conclusiones, pero es la abulia, ineficacia y torpeza de su realizador –aunque el guión tampoco es un prodigio de lindezas- las que impiden que la película llegue no solo a buen puerto, sino siquiera sea al terreno de la medianía ¿Se puede ser más tópico y ridículo al mostrar los campos de reunión y confraternización de los fascistas? ¿Cómo se puede estar tan lejos de inquietar el retrato que se efectúa del candidato Carpenter y su mentor, que es quien realmente comanda el entramado de la organización? ¿Cómo se puede ser tan pueril al mostrar a Kathy los secretos de la organización por parte de su enamorado Gary?; en un momento determinado le muestra los enlaces por ordenador, más adelante le enseña los listados de afiliados y simpatizantes que tiene escondidos bajo el suelo ¡y esparce el listado como si fuera un niño feliz!-. ¿No se habría podido encontrar otro intérprete más ambivalente que el rocoso Berenguer para haber encarnado a Simmons?
Como ejemplo de película tan bienintencionada como finalmente mediocre, BETRAYED intenta mostrar los vértices de un iceberg aterrador, pero apenas deja entrever elementos de interés ya que como tal película es sumamente endeble y sus secuencias apenas suscitan atractivo en el espectador. En su defecto, uno podría contraponer un thriller tan interesante rodado igualmente en aquella época como TIRO MORTAL (Dead Bang, 1989) en el que John Frankenheimer se preocupaba fundamentalmente por construir una vigorosa puesta en escena e insertar en ella un discurso –en ese caso- tan sólido como interesante.
En su conjunto, creo que EL SENDERO DE LA TRAICIÓN queda finalmente como un grito agónico y desafortunado, por haber trasladado al cine norteamericano aquellos elementos temáticos que en Europa le dieron tanta popularidad. Así y todo, la escasa tendencia a la pretenciosidad y una relativa contención narrativa al menos sirve para limitar sus rasgos negativos y dejar ver esa sinceridad que se establece en algunos momentos de su metraje, dando como fruto un film realmente mediocre pero que en algunas ocasiones habla en voz baja sobre cuestiones que a todos nos afectan... quizá en estos momentos más que en la época en la que fue filmado.
Calificación: 1’5
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