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CINEMA DE PERRA GORDA

THE BREAKING POINT (1950, Michael Curtiz) [Punto de ruptura]

THE BREAKING POINT (1950, Michael Curtiz) [Punto de ruptura]

Hay ocasiones en las que el hecho de que falle la memoria propicia vivir unos buenos minutos cinematográficos libres de prejuicios que impedirían una visión “inocente” de cualquier película. Este ha sido para mi el ejemplo de THE BREAKING POINT (1950, Michael Curtiz), tan solo exhibida en España en pases televisivos con el título de PUNTO DE RUPTURA. Mas allá del hecho de proceder de una novela del conocido Ernest Hemingway –nunca resultará más enojoso para mí el desapego hacia la literatura-, las crónicas cinematográficas no dejan de citar al referirse a este film de su anterior versión, la excelente TENER Y NO TENER (To Have and Have Not, 1944).

Pese al buen regusto que mantengo del citado film de Hawks es tan lejano su recuerdo –se me impone una revisión-, que me enfrenté ante esta obra de Curtiz con una mirada limpia y he de reconocer que su resultado me brindó contemplar una película sólida, brillante en ocasiones, eficaz siempre, con algunos pasajes especialmente inspirados, y en donde si bien no se alcanzan las cotas de intensidad del título protagonizada por la inmortal pareja Bogart / Bacall, no es menos cierto que se vale por sí misma para merecer un respeto y fundamentalmente aportar otra mirada quizá más impersonal, pero igualmente valiosa.

Harry Morgan (John Garfield) es un héroe de guerra fracasado. Su vocación de marinero con el paso de unos años solo le ha posibilitado intentar la compra de un pequeño barco que sigue pagando a plazos, subsistir con penurias alquilando el mismo de forma irregular y estar casado con una convencional muchacha –Lucy (Phillis Thaxter)- de la que tiene dos niñas-. Una situación bien poco estimulante que no tiene visos de interrumpirse pese a la amistad que le brinda su amigo, el veterano Wesley (Juano Hernández), fiel compañero de color de penas y fatigas.

Un día son alquilados los servicios de Morgan por parte de Hannagan, al que acompaña la atractiva Leona (Patricia Neal), que muy pronto se interesa por el atractivo marinero. A su llegada a México finalmente Hannagan abandona a Morgan sin pagarle, teniendo este que aceptar el turbio ofrecimiento de Duncan (Wallace Ford), un abogado que en realidad trabaja para gangster y delincuentes. La oferta se materializa en trasladar a ocho chinos hasta USA, turbio encargo que finalmente rechazará concluir desalojando a estos en tierra firme pero que le forzará a eliminar al enlace asiático que especulaba con ellos. Morgan regresa a su domicilio y es sometido a ciertas investigaciones por los guardacostas. En medio de esa vorágine, de la frustración que manifiesta en el entorno que le rodea y que contrasta con sus anhelos, finalmente la deuda acuciante de los pagos de su barco le llevan a aceptar un nuevo encargo de Duncan, mientras no deja de coquetear furtivamente con Leona, que le da ese arrojo y atractivo que jamás le puede brindar la rutina de su esposa. Esta descubre estos devaneos e intenta inútilmente acercarse a dicha personalidad –se llega a teñir de rubio su pelo para imitarla, con ridículos resultados-. Morgan se ha de encargar de tripular a unos gangsters que atracan una central de apuestas. Estos incluso dejan que Duncan sea abatido por la policía en su huída y hacen lo propio con Wesley cuando inician su huída en el barco y al quedarse este accidentalmente dentro del mismo. El instinto de rebeldía a su mediocridad y la rabia marcada por el asesinato de su mejor amigo harán que Harry se debata con los atracadores logrando abatirlos a todos aún a costa casi de su propia vida.

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Como se deduce por el enunciado de su argumento, THE BREAKING POINT plantea una aventura exterior pero sobre todo la evolución de un personaje lleno de anhelos por salir de la mediocridad de su entorno. Tal y como incluso reflejan las escasas voces en off el recorrido de Morgan es el de intentar evadirse de una irreductible rutina que no logra solventar su pasión por el mar, su sentido de la amistad y la llamada de la aventura. Elementos ambos intrínsecos en la obra de Hemingway y que se traslada en esta inequívoca producción de la Warner –algún día habría que profundizar sobre los looks de cada estudio que se traslada en sus producciones- en la que hay un notable desequilibrio en el sentido de la narración puesto en practica con un Curtiz impersonal y eficaz a partes iguales, donde cabría destacar la –como casi siempre- espléndida prestación de un angustiado John Garfield -¡esos primeros planos que en ocasiones se intercalan!-, la extraña química que establece con Patricia Neal –una de la actrices más singulares de su época y dotada de esa singular capacidad para la provocación- y la sensacional composición de Wallace Ford como el nada escrupuloso Duncan, que por momentos llega a eclipsar a Garfield –los instantes en que demuestra su nerviosismo al saber que ha de estar presente en el atraco a la oficina de apuestas-.

La película de Curtiz destaca en esa antes aludida irregularidad en su narración, que sabe evocar un ambiente costero sin incidir o reiterar sus elementos recurrentes, inserta contraluces expresionistas y profundidades de campo en su espléndido blanco y negro, lugares de cierto exotismo, e incluso planificar secuencias de tanta fuerza visual como las que contemplan el atraco. Esa precisión llegará a la emotividad de los planos de ese agridulce final en el que Morgan acepta que le sea amputado su brazo para conservar la vida en su entorno familiar –una poco grata perspectiva-, mientras la cámara nos muestra casi en el mismo plano la tristeza del hijo de Wesley –que se queda llorando solo en el encuadre-, y la mirada lánguida y triste de Leona. Esa mujer que le podría haber proporcionado una ilusión nueva en la vida y finalmente proseguirá su camino conquistando a adinerados caballeros.

Calificación: 3

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