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CINEMA DE PERRA GORDA

BABY THE RAIN MUST FALL (1965, Robert Mulligan) La última tentativa

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Desde finales de la década de los cincuenta hasta prácticamente la mitad del decenio siguiente, el cine norteamericano fue pródigo en películas que mostraban descripciones y conflictos desarrollados en el sur de su amplio país. Eran películas cuyas responsabilidades cinematográficas fueron de la mano de Elia Kazan, John Frankenheimer, Martin Ritt, Arthur Penn y tantos otros, con soportes literarios tan conocidos como los de William Faulkner, Tennesse Williams, William Inge o Horton Foote. Los títulos mostraban fundamentalmente ese contraste entre la Norteamérica profunda, cerrada en su primitivismo, con la llegada del progreso tanto a nivel de costumbres como de mentalidades. La amplia colección de este tipo de cine englobaba títulos considerados como clásicos, otros decididamente menores, algunos infravalorados –y confieso en este sentido mi absoluta devoción por SU PROPIO INFIERNO (All Fall Down, 1962), bajo mi punto de vista la obra cumbre de John Frankenheimer-, y finalmente un pequeño grupo que en el momento de su estreno no gozaron de demasiada estima, pero que con el paso del tiempo quizá han envejecido con mucha más fuerza que otros quizá más alabados en el momento de su exhibición inicial.

Esa es para mi la valoración que cabría formular a BABY THE RAIN MUST FALL (1964) –en España LA ÚLTIMA TENTATIVA-, que de forma sorprendente se erige en una película sólida, brillante en su delicadeza y alcance descriptivo, sutil a la hora de mostrar una comunidad aparentemente plácida pero en el fondo enormemente moralista y, fundamentalmente, sincera en la gradación de las relaciones que se establecen entre sus principales personajes.

LA ÚLTIMA TENTATIVA se inicia con una breve secuencia en la que comprobamos al extraña situación de dependencia que se establece entre Henry Thomas (Steve McQueen) por medio de una anciana recluida en su mansión –la Sra. Swing (Josephine Hutchinson)-, ya que esta apostó por el joven cuando Thomas se encontraba encarcelado, logrando para él la libertad condicional. Poco después llegará a esta pequeña localidad sureña la esposa del inconformista –Georgette (Lee Remick)-, acompañada por su hija pequeña Margaret Rose. La joven e ingénua esposa encontrará la ayuda del oficial de policía Slim (Don Murray), hombre viudo, amable, educado y que desde el primer encuentro muestra una especial implicación en la vida de Georgette, pero siempre intentando profundizar en la relación de amistad de forma sencilla y relajada –la gran interpretación que Murray confiere a su personaje, dota de unos registros que vistos en pantalla hablan de un joven solo ante la vida y que quizá ante la presencia de Georgette se pudiera vislumbrar en una nueva luz de su existencia-.

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Pero en ese entorno tranquilo y polvoriento pronto surgirán los conflictos, especialmente centrados en el carácter conflictivo de Henry. El joven actúa en un club nocturno –es lamentable la irritante sobreactuación que McQueen muestra a la hora de cantar sus canciones-, desoyendo los consejos de la persona que con cuyo apoyo le permitió salir de la cárcel. Esa Sra. Swing con la que casi no se atreve a conversar como si de ella se estableciera una relación de dominación sobre él, y a la que finalmente acompañará en la hora de su muerte al acudir a su mansión en sus últimos momentos de vida, aprovechando la anciana para recriminarle –en sus últimas palabras- que nunca llegaría a nada en la vida.

Mas allá y en los últimos compases, LA ÚLTIMA TENTATIVA tensa los mimbres de su drama, sin que este llegue a tintes trágicos. No es esa la intención de los responsables de esta película, que queda definida en el entorno liberal marcado por Mulligan como realizador y Alan J. Pakula como productor, en el cuidado marcado al equipo técnico –contrastada fotografía en blanco y negro de Ernest Laszlo, fondo sonoro de Elmer Bernstein, cuidada la elección de los numerosos actores de carácter que forman su reducido cast. Al mismo tiempo, y en un periodo en el que Mulligan alternaba títulos de prestigio –entre ellos el que mayor reconocimiento le proporcionó MATAR UN RUISEÑOR (To Kill a Mockingbird, 1962)-, con otros absolutamente alimenticios, podemos considerar LA ÚLTIMA TENTATIVA como un directo heredero de los mejores momentos y atmósferas ya registrados en la mencionada MATAR A UN RUISEÑOR –presencia de secretos ocultos, el retrato de un microcosmos lleno de caracteres puritanos, la presencia activa del niño como elemento liberador...-.

En cualquier caso, estimo que BABY THE RAIN MUST FALL queda como un título francamente logrado, que en líneas generales sobrevive con fuerza por su escaso interés en subrayar. Antes al contrario se ofrece como un relato en voz baja –el detalle en la secuencia inicial en el autocar, con Georgette mirando con sentido de culpa de campo de prisioneros, que nos indica que su esposo ha estado conviviendo con ese mundo; la primera reacción de Slim y todos los encuentros que este mantiene con Georgette, en los que hay una casi tangible sensación de atracción del agente a la joven esposa de Thomas-.

Detalles como ese se prodigan a lo largo de la película, que tienen incluso su elemento granguiñolesco con la circunstancia de Thomas y la Sra. Swing. Sin embargo, a la hora de mencionar elementos negativos. Uno de ellos sería la imposibilidad de haber aprovechado en mayor medida en la película la posibilidad de crítica de una sociedad aparentemente amable pero en el fondo caracterizada por su miedo a asumir el progreso no solo técnico, sino liberalizar sus restrictivas costumbres.

Peor aún que ello es el trato indigno y buena parte de la presencia que tiene el personaje de Henry Thomas a lo largo del film. Si a ello añadimos el torpe histrionismo que demostraba el ya incipiente divo llamado Steve McQueen, cabe señalar que los pasajes finales de su huída nos parezcan un tanto sonrojantes y de alguna manera anulen propuestas bien formuladas en el metraje anterior. En todo caso y pese a estos reparos, LA ÚLTIMA TENTATIVA es una película que merece ser recuperada y degustada con relativa placidez, demostrativa de relativo buen nivel que en ocasiones tuvo la filmografía de este extraño y zig-zagueante realizador, en un periodo especialmente crítico para el cine de los Estados Unidos.

Calificación: 3

2 comentarios

Luis -

Pelica injustamente desconocida en la filmografia de Mulligan, siendo una de las mejores . Comparte con Matar un ruiseñor el guión de Horton Foote y la banda sonora de Elmer Bernstein.Interpretación excepcional de Lee Remick. El único pero la escenita que comentas en tu crítica, pero por lo demás, extraordinaria.

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