THE SORCERERS (1967, Michael Reeves) Los brujos
Fallecido en 1969 por una sobredosis de barbitúricos –que no pocos atribuyen a un suicidio definido en su conflictivo carácter-, Michael Reeves es uno de los realizadores emergidos en la década de los sesenta –y cuya obra está enclavada dentro del cine fantástico- que adquiere la condición de “director de culto”. Un prestigio cuyo mayor apoyo lo ofrece su última película, -la invisible en este país WITCHFINDER GENERAL (1968)-, que para algunos críticos de su país se erige como una de las más importante obras del cine británico.
A la espera de poder comprobar personalmente si es cierta o no esta aseveración –aunque sinceramente creo que es un tanto arriesgada-, lo cierto es que me asomé con no poca curiosidad al visionado de THE SORCERERS(1967) –LOS BRUJOS en su estreno en España-. Lamentablemente he de reconocer que esta curiosidad no fue satisfecha por cualidades algunas, ya que en su conjunto –y se mire por donde se mire- THE SORCERERS es una película en donde su mediocridad llega a unas increíbles cotas de indigencia.
Es común dentro del cine fantástico y de terror –sobre todo para sus más fieles seguidores- mirar sus películas con mayor benevolencia que las ubicadas en otros marcos genéricos. Máxime cuando el director que las firma goza de cierta estima, todas sus obras –que en ocasiones han sido ejecutadas en condiciones limitadísimas que quizá impedían resultados superiores en calidad-, se “salvan” y aprecian títulos que realmente no merecen más que un piadoso olvido. Y este rasgo sucede fundamentalmente cuando ubicamos estos ejemplos en la segunda mitad de los sesenta e inicios de los setenta, donde las condiciones que anteriormente habían posibilitado la serie B evolucionaron –no es lo mismo valorar con simpatía una peliculita en blanco y negro que otra filmada en un descuidado color o caracterizada por su suciedad visual-, es cuando más se podía apreciar esa indigencia cinematográfica que, sin embargo, practicaron nombres entre los que se podía encontrar hasta un Mario Bava –responsable de algunas películas realmente impresentables-.
Este ha sido para mí el ejemplo de THE SORCERERS, en la que una evidente pobreza de medios no se ve correspondida con una necesaria dosis de estilización cinematográfica. Su argumento narra la odisea del joven anticuario Mike Roscoe (un Ian Ogilvy ciertamente de escasísimas cualidades dramáticas) que de forma accidental se convertirá en el sujeto de la experimentación del profesor Marcus Monserrat (Boris Karloff, en una labor que realmente añade pocas glorias a su epílogo cinematográfico), al que acompaña su esposa Estelle (Catherine Lacey). El profesor ha sido décadas atrás un prestigioso y posteriormente desacreditado hipnotizador y ha logrado una fórmula que permite el control de la mente para que, a partir de ahí y desde su vejez puedan saborear las sensaciones de la juventud.
No niego que el planteamiento podría tener su relativo interés, pero lo cierto es que LOS BRUJOS es una película que se asemeja más en su narrativa a un vulgar telefilm británico de la época, rodado con zafiedad, con abuso de zoomz e incluso “ojos de pez”, mal montada, en la que la tensión interna brilla por su ausencia y en el que incluso la visión que se da del ambiente juvenil sixties es tan tópica como acrítica. No se sabe que destacar entre sus elementos negativos, ya que si bien provoca sonrojo la torpeza con la que se expresan los personajes del matrimonio de ancianos –es una pena que el afán de disfrute del mal de la esposa resulte tan desaprovechado bajo la fórmula de un descafeinado grand guignol-, no es menos cierto que la progresión narrativa de los crímenes y acciones a los que el atormentado Mike se ve obligado a cometer –aunque por la inexpresividad del actor parece que el tormento no exista-, resultan previsibles, mal planificadas, con un fondo sonoro lamentable y, lo que es peor, en ningún momento provocan inquietud alguna.
Sinceramente, no solo cabe señalar que para mi THE SORCERERS constituye una enorme decepción –tampoco esperaba gran cosa, aunque sí una pequeña película con elementos interesantes de realización-, sino que constituye uno de los peores productos cinematográficos que he visto en bastante tiempo.
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