MY BEAUTIFUL LAUNDRETTE (1985, Stephen Frears) Mi hermosa lavandería
Una película como MY BEAUTIFUL LAUNDRETTE (1985, Stephen Frears) –en España escrupulosamente traducida como MI HERMOSA LAVANDERÍA- me trae el recuerdo personal de la relativa asiduidad a las salas especializadas –hoy desgraciadamente casi ausentes en ciudades medias-. En mi caso los casi míticos Cines Astoria de Alicante. Allí en su momento descubrimos y quizá nos dejamos asombrar un tanto apresuradamente por esta sencilla crónica de mágicos perfiles que nos hizo recaer la mirada en el británico Stephen Frears, que posteriormente se ha revelado como un competente hombre de cine, tan irregular como atractivo en su trayectoria, en la que ciertamente es difícil encontrar un mal producto. En aquellos años ya me había impresionado un telefilm suyo emitido por TVE titulado en nuestra pequeña pantalla MARCHARSE CON URBANIDAD (Going Gently, 1981) del que ciertamente aún guardo en el recuerdo la fuerza de sus imágenes mostrándonos con tanta sobriedad como distanciación una historia desarrollada entre dos personajes de un sanatorio de enfermos terminales.
Quizá recurriendo a esa tendencia hacia un cáustico sentido del humor, es el eje en el que habría que valorar, dos décadas después de su realización, las mejores cualidades de esta pequeña obra de Frears –filmada inicialmente para su exhibición en formato televisivo-, que muy pronto adquirió carta de naturaleza como estandarte de una resurrección del cine inglés –calificación que se demostró bastante discutible-. Quizá recordando sus orígenes se pueda entender mejor el visionado de un título que me parece algo envejecido pero que aún mantiene una notable fuerza y alcanza similares cualidades y defectos que la posterior SAMMY Y ROSIE SE LO MONTAN (Sammy and Rosie Get Laid, 1987) o ABRETE DE OREJAS (Prick Up Your Eras, 1987) en mi opinión la mejor de las tres. En todas ellas se ofrece –salvo la tercera, desarrollada en un periodo inmediatamente precedente- una mirada cínica a la Inglaterra de Margaret Thatcher caracterizada por las desigualdades sociales, el paro o la incidencia del racismo y tratando con ironía la integración de la minoría pakistani en este país. Indudablemente una de las cualidades del título que nos ocupa es el considerable cinismo y desdramatización que propone, así como el tono de ensoñación que adquiere la relación –progresivamente declarada en su homosexualidad- que se establece entre Omar (Gordon Warnecke) y Johnny (Daniel Day-Lewis).
MY BEAUTIFUL LAUNDRETTE se desarrolla en Londres dentro del seno de una familia pakistani. Omar es hijo de un escritor impedido caracterizado por sus pensamientos izquierdistas que han posibilitado su ostracismo. Este pide a su hermano -Nasser (Saed Jaffrey)- que busque un empleo para su hijo. Atendiendo a sus ruegos Nasser le entregará al joven una vieja y ruinosa lavandería para que la regente e intente lograr beneficios con la misma, para lo cual Omar logra la ayuda de un antiguo compañero de colegio, Johnny, que actualmente se ha convertido en un violento delincuente de tendencia fascista. Los dos logran reconstruir y decorar de forma inusual el negocio hasta abrirlo al público, mientras su relación se va transformando desde la simple amistad hasta llegar al amor. Por su parte Omar verá cumplidos sus anhelos de ambición social y económica basados en algunos de los componentes de su familia, llegándosele a plantear su boda con la hija de su tío. Sin embargo, la llegada de unos acontecimientos tensos y violentos devolverán su lugar natural la relación que se ha establecido entre Omar y Johnny.
La base de la película parte de un guión de Hanif Kureishi, experto conocedor de las realidades que retrata con tanta capacidad de autocrítica como cariño y con el que Frears volvió a colaborar en la ya mencionada SAMMY Y ROSE... Su historia plantea una amplia gama de desarraigados pakistanies que ven en Inglaterra –con todas sus desigualdades y nada oculto racismo-, la oportunidad de un ascenso social. Una oportunidad a la que no estarán dispuestos a renunciar llegando siquiera a procedimientos mafiosos o poco recomendables. Entre esa fauna de medradores es indudable que destacará –pese a sus condicionantes violentos que pronto se revelarán impostados- el sincero romanticismo de Johnny, quien pronto dejará atrás su condición de “hoolligan” al entregarse con amor a Omar, y pese a las vacilaciones que en ocasiones este le ofrece al estar más decidido en su ascenso social y económico que en la auténtica respuesta a sus sentimientos.
Lo que es innegable es que MY BEAUTIFUL LAUNDRETTE funciona bastante mejor en su segunda mitad y cuando la historia se va centrando en los preparativos de la reapertura del establecimiento hasta llegar a la secuencia en la que Johnny y Omar hacen el amor en el interior del establecimiento mientras la clientela está en la puerta esperando la inauguración y su tío se introduce con su madura amante –interpretada por la Shirley Anne Field de SABADO NOCHE, DOMINGO MAÑANA (Saturday Night and Sunday Morning, 1960. Karen Reisz)- y bailan en el recinto. Unas secuencias destacadas por la escenografía e iluminación de tonos pasteles, incidiendo en ese buscado tono mágico y en el que la labor como operador de fotografía de Oliver Stapleton es de una gran altura –lo considero uno de los mejores profesionales de la materia surgidos en las últimas décadas-. En estas secuencias la divertida ubicación de los personajes –impecable el detalle del eterno cliente del teléfono-, son consecuencias de una labor de puesta en escena más acusada y casi ausente en una primera mitad más desmañada caracterizada por su carácter simplemente descriptivo y un nada oculto origen televisivo.
Y es que a la hora de hacer balance del film jamás habría que omitir dicho carácter –Frears se forjó en una sólida y prestigiosa trayectoria para el medio para la BBC-, lo que no impidió que se convirtiera en uno de los títulos más influyentes de aquellos años, invocando algunos lejanos ecos del Free Cinema inglés, no olvidemos que Frears fue ayudante de dirección de Karen Reisz e incluso de Albert Finney es su extraordinario debut como realizador –CHARLIE BUBBLES (1968)-. Es por ello que esta sencilla cinta muestra algunas de sus mejores cualidades corriendo de forma pareja a las de aquel movimiento caracterizado por su realismo, aunque en esta ocasión un determinado “romanticismo mágico” se introduzca en su desarrollo. Ni que decir tiene que el conjunto del reparto es magnífico, pero no es menos cierto que la fuerza y el magnetismo con que Daniel Day-Lewis encarna a Johnny es el rasgo que más fuerza otorga a un tanto sobrevalorada historia. A pesar de una trayectoria posterior llena de aclamados y galardonados personajes cinematográficos –en algunas ocasiones incluso caracterizados por cargantes excesos histriónicos-, creo que jamás Day-Lewis ha estado más tremendo en la pantalla, con una labor que se come prácticamente la película a dentelladas y convirtiéndole en uno de los personajes más evocadores del cine de los 80.
Calificación: 2’5
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