FRAILTY (2001, Bill Paxton) Escalofrío
Más allá de sus notables virtudes y ciertas limitaciones –que provienen especialmente de algunas lagunas o trucos de guión-, creo que se puede calificar FRAILTY (Escalofrío, 2001. Bill Paxton) como uno de los más singulares y “políticamente incorrectos” thrillers rodados en el cine norteamericano de los últimos años. No vamos a ocultar que aquí y allá se observan influencias de otras propuestas en la materia que lograron éxito previamente –personalmente, creo que las más claras están en la sobrevaloradísima SEVEN (1995, David Fincher) y la estupenda DONNIE DARKO (2001. Richard Kelly) –de la cual retoma esa inclinación por lo sobrenatural que se erige como uno de sus rasgos más singulares-, por no citar clásicos lejanos como THE NIGHT OF THE HUNTER (La noche del cazador, 1955. Charles Laughton).
Sin embargo, y pese a todas esas referencias –que no suponen un menoscabo para su resultado-, creo que el debut de ese buen actor secundario que es Bill Paxton alcanza no solo una innegable eficacia, sino lo que es más difícil; personalidad propia. Unos rasgos de estilo que tienen por un lado un importante apoyo en la sobria, contenida, tensa y claustrofóbica puesta en escena adoptada. Una labor que demuestra que se puede resultar terrible en las atrocidades que se enuncian sin tener que recurrir al gore, que logra algo impensable en su intensa dirección de actores; un espléndido trabajo de Matthew McConaughey, y que sabe explotar una serie de elementos de realización para intensificar esa sorprendente inclinación por la vertiente fantastique que, finalmente, proporciona a la propuesta, su lado más perverso e incluso transgresor.
¿Alguien se imagina en los tiempos que corren, que se plantee una narración de una serie de crímenes que aparentemente están guiados por el fanatismo religioso... pero en los que finalmente parece ratificarse la inducción divina? ¿Cómo se puede entender que uno de los sex-symbols más característicos de los últimos años encarne un personaje que deviene finalmente tan terrible... y pese a todo es un agente de la ley y el orden? ¿En qué película de los últimos años se muestra a un impecable agente del F.B.I. que esconde un pasado tan brutal? Elementos provocadores como los suscitados y muchos otros más se suceden en esta terrible propuesta, que se inicia con la llegada del alucinado Fenton (McConaughey) a una comisaría de policía en la que es atendido por el agente Doyle (Powers Boothe).
A partir del encuentro, el estupefacto oficial escuchará con inicial incredulidad y posterior interés, el relato que este le hace, con el casi obligado flash-back- de los crímenes que se cometieron años atrás por su padre –encarnado por el propio Paxton-, cuando tanto el propio Fenton como su hermano Adam eran pequeños y ambos se encontraban a su cargo, al haberse quedado viudo. De la noche a la mañana, el padre anunciará que ha tenido una aparición divina que le encarga la eliminación de una serie de demonios que pululan en la tierra. Lo que supone inicialmente un delirio nocturno, más adelante se convertirá en una aterradora realidad cuando, de forma repentina, Fenton contemple como su padre –en una sorprendente panorámica descendente- tiene a sus pies a una mujer de mediana edad atada y amordazada. Será el inicio de una serie de crímenes que irá cometiendo con la ayuda de un hacha, unos guantes y un tubo de plomo, a los que asistirán los dos hermanos. Uno de ellos con horror y otro con evidente deleite e indisimulada convicción. La escalada criminal se irá prolongando con la absoluta certeza por parte de su artífice de ejecutar una labor de orden divino, y en la cual Fenton se opondrá con este, sufriendo por ello las consecuencias de llegar a estar prisionero en la lóbrega celda subterránea que ha construido junto a ellos.
Todo ello es narrado por la cámara de Paxton con encomiable sobriedad, capacidad de observación, destreza en la descripción, intuición para lo sórdido y la incorporación de detalles inquietantes –esas figuras pétreas del jardín que se tornan elementos amenazadores- y, al mismo tiempo, se logra una espléndida y sobria ambientación de finales de los setenta fundamentalmente en su tono fotográfico. Pero realmente la sensación que te deja FRAILTY es la de ser una propuesta que desconcierta y deja sin asideros, y en la que su notable y malsana ambigüedad se ofrece, de forma tímida, deja entrever un discurso casi blasfemo que por un lado hace inclinar para suscribir la dolorosa manifestación de Fenton niño al salir de su encierro: “Dios no existe”, mientras que en los instantes finales el punto de vista se inclina por la realidad de la manifestación divina... lo cual quizá aparezca como un elemento más terrible que su propia ausencia.
¿Qué es lo que, bajo mi punto de vista y pese a sus notables méritos, impiden que FRAILTY sea una propuesta absolutamente redonda? Mas allá del atisbo de rutina que ofrece en un momento determinado la reiteración de los crímenes, creo que sus principales debilidades vienen de la mano de su propuesta argumental –que por otro lado supone una base magnífica-. Son pequeños detalles que limitan el conjunto -¿Alguien se cree que puede entrar en el despacho de un inspector que tiene la pared llena de fotos de cadáveres descuartizados? ¿es posible que un agente del orden acuda solo a un lugar solitario con un confidente, con la única limitación de esposarlo? Son estas pequeños muestras que restan credibilidad un conjunto sólido, bien plasmado cinematográficamente, y que a su conclusión –y más allá de que alguno de sus giros sea previsible-, deja una sensación de desamparo, al poner en cuestión con singular agudeza, uno de los apoyos más consustanciales del ser humano: la divinidad.
Calificación: 3
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