JARHEAD (2005, Sam Mendes) Jarhead, el infierno espera
Pocas películas recientes me han parecido más inútiles que JARHEAD (Jarhead, el infierno espera, 2005. Sam Mendes). Inútiles no en la medida en que nos encontremos ante un producto despreciable –que, obviamente, no lo es-, sino en la sensación de asistir a una película que tras casi dos horas de metraje, no aporta prácticamente nada en las propuestas que apunta su historia. El tercera título de Mendes se centra en la anti-aventura –por denominarla de alguna manera-, vivida por un grupo de jóvenes norteamericanos que se alistan como marines a finales de la década de los ochenta, siendo enviados a la guerra del golfo en un destacamento que comanda el sargento Sykes (Jamie Foxx). Allí recibirán su correspondiente entrenamiento –algo que hemos visto ya en mil títulos precedentes-, y posteriormente enviados en una lucha a la nada, en la que tendrán que luchar contra su propio aburrimiento llevando a la práctica las acciones más peregrinas. Desde masturbarse hasta jugar partidos de béisbol en plenas arenas del desierto. A cerca de cincuenta grados de temperatura, los componentes del comando irán saboreando el absurdo de un cometido envuelto en el absurdo supremo de la propia guerra, hasta que finalmente la puedan sentir muy de cerca, pero finalmente su intervención en la misma sea inexistente.
Basada en una novela autobiográfica de Anthony Swofford –personaje cuyo desarrollo se conserva en la película-, centra su punto de vista su personaje encarnado por Jake Gyllenhaal, un muchacho hijo de un veterano del Vietnam, y su compañero, Troy (Peter Sarsgaard), otro joven más taciturno que esconde un pasado que se resiste a revelar bajo ningún concepto. En todo caso, son las apreciaciones en off de Swofford las que marcan el mayor grado de reflexión e ironía, en un personaje caracterizado por su escepticismo existencial –al inicio, y en un detalle algo chirriante, la cámara nos lo muestra leyendo en el aseo “El extranjero” de Albert Camus-, y cuyas actitudes y miradas van encaminadas a ello, dentro de su alternancia con una relativa aceptación de su destino personal. Troy y Swofford serán esencialmente los miembros más activos de comando y, por ello, sus personajes adquieren una mayor humanidad. Algo en lo que aporta un considerable grado de credibilidad e intensidad las espléndidas interpretaciones ofrecidas por Gyllenhaal y, sobre todo, su cuñado Sarsgaard –que día a día se está consolidando como uno de los grandes actores norteamericanos de su generación-.
Ya al margen del brillante capítulo interpretativo, de las excelencias visuales proporcionadas por la magnífica fotografía de Roger Deakins, y de un más que respetable conjunto de producción, procede intentar llegar al corazón de una película que dispara sus dardos en diversos blancos pero, bajo mi punto de vista, en ninguno de ellas logra dar en la diana. Lo cierto es que el balance que presenta es francamente poco estimulante. Todas las situaciones y conflictos personajes y de grupo reflejados en la película han sido tratadas –en la mayor parte de los casos con mucha mayor hondura- en títulos que todos tenemos en mente –es ocioso referirse a estos, aunque es inevitable la referencia a APOCALYPSE NOW (1979, Francis Ford Coppola), de quien hacen mención expresa en una de sus secuencias, o FULL METAL JACKET (La chaqueta metálica, 1987. Stanley Kubrick)–que queda referida en los fotogramas iniciales de la misma y otros diversos detalles del conjunto. Pero en mi opinión, lo peor de JARHEAD reside al comprobar como la aplicada narrativa de Mendes, choca constantemente con las posibilidades de la historia que describe. Se trata de algo tan difícil de explicar como factible de comprobar, al apreciar que cuando la película adquiere un cierto aire satírico, el modo de filmar del realizador anula por completo estas posibilidades. En su vertiente opuesta, esa imagen nocturna de los pozos petrolíferos –que en apariencia debería haber proporcionado una referencia visual sobrecogedora- ardiendo y formando una estampa casi apocalíptica, no resultan lo suficientemente explotadas dado el carácter contemplativo brindado por Mendes, lo que limita poderosamente su alcance como expresión suprema del horror en un marco bélico. Algo similar sucede cuando se descubre un grupo de vehículos calcinados llenos de cadáveres retorcidos por el pánico de una huída inútil. El conjunto fúnebre es realmente dantesco, aunque una vez más el escarizado director lo desaprovecha casi totalmente por su escasa dramatización. Habrá quien objete que quizá ese era el objetivo planteado por sus responsables. Si es así, sigo pensando que dicha concepción es poco acertada para ser plasmada en la pantalla. En todo caso, el instante posterior en el que un soldado encuentra el cadáver de un árabe, si que alcanza ese “pathos” y necesario clima de pesadilla, dentro de una película que deviene seria cuando quiere ser irónica o patriótica cuando en buena parte de su desarrollo se sustenta en el absurdo de las campañas militares.
En definitiva, con JARHEAD confirmo la impresión intuida en su anterior ROAD TO PERDITION (Camino a la perdición, 2002), de encontrarme ante un hombre de cine que aún no ha madurado lo suficiente en su utilización de los recursos expresivos que le proporciona el lenguaje cinematográfico. Mendes pretende ofrecer una mirada aparentemente original, y quizá con ello inconscientemente desee encubrir esa ausencia de fuerza dramática que caracterizan hasta el momento unas películas –las suyas- correctas, pero que piden a gritos un realizador más dotado que sepa llevar a buen puerto unos proyectos que quizá en algunos momentos le vengan anchos. Es aquello que sí logran expresar esas imágenes finales que describen el destino profesional y emocional de los componentes del comando cuando se reintegran a la vida civil –especialmente emotivo resulta el instante en que se muestra el futuro de Troy, el mejor momento de la película-, pero que en su forma de narrar y montar, remiten poderosamente al cine de Paul Thomas Anderson y su –en este casi- innato virtuosismo y talento ante la cámara.
Calificación: 2
1 comentario
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