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CINEMA DE PERRA GORDA

CRASH (2005, Paul Haggis) Colisión

CRASH (2005, Paul Haggis) Colisión

De vez en cuando la industria del cine se ve en la obligación “moral” de recordarnos que también entre ellos hay seres sufrientes y son conscientes de las lacras que coexisten en su sociedad. Y es cuando asumen ese rol de “padres morales de los peores vicios del norteamericano”, cuando bajo mi punto de vista surgen títulos generalmente caracterizados por su alcance discursivo –esa es su coartada “moral” más elevada, y ya he utilizado demasiadas veces la dichosa palabrita-, que se describen en productos definidos por una gran variedad de personajes, sometidos a situaciones límite en donde se manifiesta lo peor y lo mejor de la condición humana. Por supuesto, estas películas suelen ser galardonadísimas, ya que permiten lavar la conciencia del norteamericano liberal, y en ella literalmente se matan por participar las estrellas de Hollywood, conscientes de que en la película tendrás sus minutos de gloria, generalmente con personajes abocados a situaciones propicias al lucimiento interpretativo.


Títulos muy conocidos en este subgénero serían, en los últimos años, TRAFFIC (Steven Soderbergh, 2000), 21 GRAMS (21 GRAMS. Alejandro González Iñárritu, 2003) y también en esta compilación entraría la reciente CRASH (Paul Haggis, 2005). Por supuesto, todos estos títulos recibieron galardones de la industria del cine norteamericana, algo que se repitió en CRASH, al ser premiada con el Oscar a la mejor película 2006, creando una sonada polémica al relegar del premio a la interesante BROKEBACK MOUNTAIN (Ang Lee, 2005) –lo que da la medida del verdadero liberalismo del entorno de Hollywood, que aún sigue mirando con recelo el mundo homosexual-. No voy a entrar a valorar la mayor o menor justicia del galardón, máxime cuando todos conocemos errores de peor calado en la historia de las famosas estatuillas. Lo que sí me gustaría señalar, es que –al igual que en los títulos antes citados-, considero CRASH un nuevo “duro de chocolate” ofrecido por el cine norteamericano –en una corriente imparable que me temo seguirá hasta que el fantasma de la administración Bush se nos pueda borrar de la memoria; algo ciertamente difícil-. Con esta película se pretende una mirada crítica de los demonios, atavismos y discriminaciones que se viven en una ciudad como Los Ángeles, aunque finalmente devenga como una maniquea, increíble, discursiva –en el peor sentido de la expresión-, previsible y en ocasiones hasta vergonzante sucesión de aparentes casualidades en un conjunto de ciudadanos, que en el transcurso de unas horas se verán entremezclados entre ellos. Los hechos y las decisiones de unos, confluirán en las consecuencias sufridas por otros. Podríamos quizá señalar que nos encontramos ante una película que logra penetrar en las contradicciones del alma humana, como sí logró Paul Thomas Anderson en su soberbia MAGNOLIA (1999) –en el film de Haggis durante dos momentos se recurre al uso de una canción que servirá para unificar los personajes, tal y como sucedía en el mencionado título-. Pero en aquel caso lo que importaba era llegar a conocer y amar incluso en sus lados oscuros, a unos personajes que Anderson sabía definir por medio de una puesta en escena digna de un gran estilista.


Por el contrario, en CRASH no hay puesta en escena –cuando las secuencias se alargan un poco se evidencian las escasas capacidades de Haggis para la realización-. Pero es que tampoco hay personajes. En su lugar discurren estereotipos y seres caracterizados por su simplismo que –maniqueismo por maniqueísmo- en un momento dado nos mostrarán que pueden ser lo contrario de lo que aparentan y ejemplifican habitualmente. Y es ahí donde el film de Haggis bajo mi punto de vista se erige como una involuntaria comedia, al comprobar como el policía racista se redime cuando casualmente salva de la muerte a la mujer que la noche anterior estuvo a punto de detener y con la que se propasó deliberadamente. Es hasta risible comprobar como un cerrajero que tiene el aspecto de un macarra, vive en una casa digna de las películas de Disney y es un cariñosísimo padre de familia. Hilaridad proporciona que el antiguo compañero de Matt Dillon –que se ha separado de este al no compartir sus excesos fascistoides en el cuerpo policial- y cuyo aspecto además se acerca al de un efebo viscontiniano, finalmente provoca la muerte de un negro.


Podríamos seguir así, al contar la historia del irascible óptico persa, de las tribulaciones del fiscal… En CRASH los estereotipos que se plantean son de un esquematismo casi sonrojante, introducidos en un conjunto que carece de fluidez narrativa en sus escenas, y que impide que el espectador pueda sentirse cercano o en contra de lo que ellos representan o sienten. Es más, da la impresión que se plantean demasiados de estos supuestos retratos humanos en la película, y que al final a varios de ellos se les tiene que “sacar” literalmente del guión.


Como los anteriores “duros de chocolate” que señalaba al inicio de estas líneas, CRASH alberga un tono fotográfico contrastado, intentando apostar por un aire de crónica veraz. Pero en este sentido, por fortuna no llega a apurar las cotas de efectismo tan características de sus compañeros en este peculiar, prestigiado y finalmente tan insustancial subgénero. Aunque en algunas imágenes –entre ellas las finales- se recurra al ralenti, no nos encontramos con excesivos e innecesarios alambicamientos formales. Pero ello no impide detectar el conjunto de una auténtica mediocridad cinematográfica, que su “discurso” provoca vergüenza ajena por su simpleza, y de la que solo cabría destacar la labor de intérpretes como Matt Dillon o Don Cheadle. Sin embargo, se echa de menos la capacidad analítica que de estos problemas y recelos de raza ha demostrado el cine –tan irregular e injustamente denostado como frecuentemente valioso- de Spike Lee, o la deslumbrante capacidad narrativa con la que el ya mencionado Anderson logró hacer creíbles y humanos a sus personajes, por más que la definición de partida de estos pudiera resultar harto pintoresca.


Calificación: 1

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