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CINEMA DE PERRA GORDA

DESEO (2002, Gerardo Vera)

DESEO (2002, Gerardo Vera)

Con todas las insuficiencias, carencias y desequilibrios que se puedan objetar, creo que es de justicia destacar en DESEO (2002, Gerardo Vera), una muestra finalmente más que apreciable de un tipo de relato de corte académico, que quizá ha tenido demasiados apagados exponentes en la cinematografía española a partir de la década de los ochenta. Pese a estas poco valiosas referencias –que han acompañado la andadura de realizadores tan sobrevalorados como Vicente Aranda-, creo que el film del escenógrafo y director teatral Gerardo Vera, logra alcanzar incluso momentos de verdadera intensidad, en la medida en que centra sus mejores armas en la relación que mantienen los dos personajes centrales de la propuesta. Una relación tan apasionada como finalmente imposible, en la cual las irreconciliables diferencias de ideología expresadas en un entorno triste y represivo como el de la posguerra española, no permiten más que vislumbrar un destino aciago, en el cual solo un espejismo de deseo puede confundir una pasión como la que une a sus dos protagonistas, con un amor a prueba de todo tipo de influencia.

Nos encontramos en el Madrid de 1945. Sus habitantes apenas sobrellevan la dura postguerra, y entre ellos se encuentra Elvira (Leonor Watling), una joven perteneciente a una combativa familia que ha perdido toda su fortuna con la caída de la República, siendo su padre fusilado por los franquistas. La joven vive con bastantes estrecheces junto a su traumatizada madre y su combativa hermana, accediendo a desempeñar el trabajo de criada en la acomodada vivienda de Pablo Walter (Leonardo Sbaraglia). Walter es un joven argentino de ascendencia alemana que en realidad negocia con los nazis en el país que sigue protagonizando el III Reich, aunque ante la muchacha haga ver que ejerce como empresario. A pesar de que Elvira está casada –su marido está en la cárcel acusado de bolchevique-, la atracción que se desarrolla con Pablo es casi inmediata. Él es un joven atractivo, elegante, educado y culto que se desvive por atenderla, representando además para ella poder acceder a un ambiente que se sale de la sórdida mediocridad de su entorno obrero.

A pesar de rechazar inicialmente las constantes atenciones de Walter, no podrá evitar corresponder al amor que este le profesa, aún incluso cuando poco a poco vaya observando en él rasgos que indican su inequívoca adscripción nazi. Ello provocará un enorme conflicto en el entorno de ambos. Por un lado Elvira se verá forzada a separarse de su entorno familiar e incluso de su marido. Por su parte, Pablo tendrá que sufrir los constantes reproches de la ambigua Alina (Cecilia Roth), compañera en sus actividades y contactos con los alemanes. Será el nudo de conflicto en una relación que se expresa casi más que lo permitido por la propia concepción vital de sus protagonistas, y que en su conjunto supone lo mejor y más intenso de esta propuesta de índole melodramática, que se beneficia de las espléndidas interpretaciones de Leonor Watling y, muy especialmente, Leonardo Sbaraglia, en el que supone a mi juicio uno de los mejores trabajos de su carrera. El hecho de centrar el desarrollo dramático, supone a mi modo de ver el mayor acierto de una propuesta que nunca pierde el interés en su metraje, pero que no obvia su interacción en un entorno sociológico que, cierto es señalarlo, no siempre se encuentra debidamente expresado de forma visual. Es a ese respecto donde estimo, se registran las mayores debilidades de la película, puesto que en algunas ocasiones las inclusiones de noticias o elementos que integren y proporcionen el contexto a la película, funcionan como meros apuntes de guión no suficientemente desarrollados tras la cámara. No es así el ejemplo que ofrece la secuencia –en la que se registra la breve pero espléndida presencia de la veterana Norma Aleandro-, donde por medio de una ajustada planificación y un preciso diálogo, se realiza un retrato preciso de la situación de ese colectivo de seguidores de los nazis que se encontraban entonces en aquellos tiempos residiendo en España, ayudando al régimen alemán en sus actividades. En su oposición podríamos señalar el carácter fallido de la secuencia en la que estos conversan con los representantes del gobierno franquista para ver cuales son los apoyos que les pueden brindar tras la caída de los nazis a manos de los aliados.

Y es que ciertamente, Gerardo Vera posee una capacidad para hacer progresar sus películas, pero en ocasiones estas acusan una cierta tendencia al esteticismo –el inútil embellecimiento de sus títulos de crédito-, en bastantes momentos su banda sonora es demasiado molesta y ostentosa, e incluso algunos de sus intérpretes secundarios no funcionan –es el caso a mi juicio del poco dotado Ernesto Alterio y una inadecuada Rosa María Sardá-. Pero aún con todas estas circunstancias, lo cierto es que DESEO me pareció en todo momento una propuesta de interés, que sobrelleva su metraje de forma homogénea, sabiendo dosificar la progresión de su propuesta dramática, mostrando la enorme dificultad de llegar al amor, aunque la pasión pueda hacer pensar que se ha alcanzado este sentimiento supremo, máxime cuando se tienen todas las circunstancias en contra. Por último, brinda el retrato magnífico de un personaje en apariencia angelical que en el fondo salvaguarda en su interior a la bestia, permitiendo a Sbaraglia componer una composición magnífica y terrible al mismo tiempo, llena de matices, y con la cual por instantes podemos sentir incluso compasión, aunque al instante ese sentimiento se transforme en justificado escalofrío.

Calificación: 2’5

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