DAS PARFUM DIE GESCHICHTE EINES MÖRDERS (2006, Tom Tykwer) El perfume: historia de un asesino
Antes de cualquier otro análisis más pormenorizado, es preciso reconocer que DAS PARFUM – DIE GESCHICHTE EINES MÖRDERS (El perfume: historia de un asesino, 2006. Tom Tykwer) representa un perfecto ejemplo de brillante espectáculo cinematográfico, ratificando las posibilidades de una superproducción europea de gran nivel. Es innegable que sus elementos de producción son magníficos, pero lo verdaderamente valioso de la propuesta es que todas sus características técnicas están puestas al servicio de un material de base indudablemente interesante, y sus aciertos cinematográficos son más que evidentes. Digamos que nos encontramos en las antípodas de títulos de la calaña como UN LONG DIMANCHE DE FIANÇAILLES (Largo domingo de noviazgo, 2004. Jean-Pierre Jeunet) o tantos y tantos exponentes emanados especialmente de la cinematografía francesa. En su oposición, DAS PARFUM… se erige como un producto revestido de inteligencia en sus propuestas temáticas, trascendido por una puesta en escena que no obvia en potenciar su vertiente espectacular, pero que somete ambos elementos a una realización destacable en dos elementos concretos. Por un lado lograr un ritmo casi inmaculado en un producto que sobrepasa los 140 minutos de duración, y por otro demostrar –incluso para los que somos reticentes a dicha aplicación-, que en una película de tinte clásico, la adopción de elementos cinematográficos de tendencia incluso publicitaria, en esta ocasión se incorporan con auténtica pertinencia.
Una vez más, mi escaso apego literario me impide hablar con propiedad en lo referente a la valía del film partiendo de la referencia a la novela de Patrick Süskind que le sirve como referente. Partiendo de este desconocimiento, creo que las imágenes del film de Tykwer logran trasladarnos a una especie de cuento cruel desarrollado en los albores de la Revolución Francesa. En dicho contexto histórico, nos relatará la insólita aventura vital de Jean-Baptiste Grenouille -un fabuloso Ben Whishaw, a quien se le puede augurar un imparable ascenso dentro de los jóvenes intérpretes británicos-, hijo de una sucia vendedora de pescado, y que desde su nacimiento ha gozado de la insólita cualidad de poder absorber todos los aromas del mundo. A partir de esa circunstancia, se seguirá una trayectoria vital que podría definirse como paralela al arribismo –se trata de un joven de humilde condición, que poco a poco irá integrándose en entornos de más elevada extracción social-. Sin embargo, sus ambiciones son otras y muy diferentes a la del resto de los seres que lo rodean. Como si fuera el protagonista de una dimensión paralela de la existencia, Grenouille en realidad desea saborear el perfume del mundo, ya que se trata de una persona extremadamente introvertida, e incapaz de amar y ser amado. A partir de esas premisas, se dedicará a perfeccionar su innata destreza para elaborar perfumes –para lo cual contará con la ayuda del veterano experto Giuseppe Baldini -estupenda performance de Dustin Hoffman-, intentando lograr una especie de máxima; el aprendizaje de las técnicas que le permitan alcanzar la esencia del alma de todas las cosas. Profundamente amoral en su comportamiento, el protagonista proseguirá en esa tarea, dedicándose a asesinar a jóvenes muchachas para extraer de ellas la esencia que destilan sus perfumes, que en estos casos se exponen como la expresión más delicada de su belleza exterior. Alarmados por la proliferación de asesinatos, las autoridades de la localidad en la que se producen intentan llevar a cabo la captura del criminal, que finalmente lograrán no sin impedir que consume el último de sus crímenes –la hija de un terrateniente- y con ello lograr el perfume perfecto, con el que prácticamente puede proporcionar un placer paradisíaco a cualquiera que se sitúe en su entorno. Este poder, es el que le permitirá salir indemne de una ineludible condena a muerte, pero no le permitirá que por encima de su capacidad, del logro de una faceta en la que ha conseguido destacar en la vida, le lleve a sentir el anhelo de ser amado, poniendo en práctica el perfume de su fabricación en su persona, y borrando su presencia en la tierra.
DAS PARFUM… se inicia con el recurso de una adecuada voz en off que se complementará a la perfección con la progresión narrativa de la película. Dotada de un cuidado formal en ocasiones exquisito –y que en muchos momentos se centra en la descripción de lúgubres ambientes parisinos-, hay algo que proporciona al film de Tykwer una cualidad por la que permitirá que su película sea recordada en el tiempo. Me estoy refiriendo a la sensualidad y acierto logrado a la hora de expresar cinematográficamente ese don de Jean-Baptiste. Se trata sin duda de algo difícil de trasladar a la imagen, pero en esta ocasión se alcanza con una facilidad pasmosa, atendiendo con ello a una ajustada planificación, una interpretación idónea –especialmente centrada en Whishaw-, y también al recurso de una banda sonora perfectamente compenetrada con las necesidades dramáticas de la historia.
A partir de estas premisas, el resto de elementos que rodean la propuesta se aúnan en el enriquecimiento de la descripción de este personaje central, mezcla de ángel y diablo, que toma el camino del mal quizá sin tener conciencia de ello, y en realidad va en la búsqueda de un referente de pureza. Supongo que trasladando varios de los elementos presentes en la novela que le sirve de base, DAS PARFUM… se erige como un apólogo moral, que en numerosos instantes retoma un lenguaje casi fantastique, y que deja de lado cualquier tratamiento de la violencia. Todo ello, aunque su título así lo atestigüe, y aunque sus secuencias se inicien mostrando a Jean-Baptiste ya condenado a muerte, recorriendo su andadura vital a través de un largo flash-back que recuerda los sucesos más importantes de su vida. En ese recorrido vital, hay un detalle a destacar y que de alguna manera induce a pensar en algunas cualidades casi sobrenaturales que rodean al protagonista. Su madre es colgada cuando deja su cuerpo recién nacido, la dueña del orfanato es asesinada y robada instantes después de venderlo ya convertido en niño, el dueño de la curtiduría en la que Grenouville ha estado trabajando muere accidentalmente cuando ha vendido a este al veterano perfumista… y finalmente este fallece en un extraño derrumbe de su casa, cuando Jean-Baptiste lo abandona para iniciar sus estudios en las poco conocidas técnicas que le llevarán a la búsqueda de esa especie de absoluto en su obsesión para alcanzar la esencia de las cosas a través del olfato. Es precisamente en esos momentos, cuando el film adquiere un rasgo metafísico, a partir del retiro en una cueva de Grenouille para evitar contagiarse con los aromas que alcanza de forma constante. A partir de ese retiro casi espiritual, decidirá acometer lo que será el plan de su vida. Una existencia corta, llena de violencia latente, y tras la que emergerá triunfante aunque, en un rasgo insólito de su extraña personalidad, en realizad no ha sido más que un fracasado que ha logrado –eso si- esquivar su condena a muerte haciendo ilusionar a las masas con la fuerza de ese perfume que ha compuesto a partir de la esencia emanada por las muchachas que ha ido asesinando.
Indudablemente, un film de las características de DAS PARFUM… se presta a un análisis detallado en torno a sus múltiples implicaciones y matices, pero fundamentalmente en el terreno que nos ocupa hay que destacarlo en la medida que ofrece un producto cinematográfico brillante, con un ritmo magnífico, que no desdeña el preciosismo visual, que modula con acierto sus escasos momentos irónicos, y que muestra el plan cruel ideado por su protagonista no como el proyecto de un criminal, sino probablemente como una insólita búsqueda de la belleza absoluta. Es por ello que en los instantes finales, cuando Grenouiville se autoinmola en medio de un grupo de mendigos harapientos que prácticamente lo devoran, es cuando el espectador muestra una cierta compasión ante un ser sufriente, que busca amor y no lo encuentra, que desea amar y no sabe como experimentar la suprema satisfacción del ser humano, y que en la vida ha logrado algo único en su especie. Pero eso no será motivo para hacerle feliz ni, tampoco permitirle pasar a la historia, como si lo hicieron personajes mucho más siniestros que el recordado en esta película.
DAS PARFUM… es una película bella y mórbida, definida en una belleza visual a menudo terrible –la descripción de lugares degradados-, y en otras complaciente –la manera con la que se filman los campos en los que se está segando-, y que alcanza en no pocos instantes un elemento metafísico que –no se por que- me recordó al Scott Carey de THE INCREDIBLE SHRINKING MAN (El increíble hombre menguante, 1957. Jack Arnold). En cualquier caso, la densidad de sus propuestas y el acierto a la hora de trasladar estas a la pantalla permiten un producto brillante, apasionante casi en todos sus fotogramas, y que se erige por derecho propio entre los títulos más interesantes estrenados en 2006.
Calificación: 3’5
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