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CINEMA DE PERRA GORDA

LA NOCHE DE LOS GIRASOLES (2006, Jorge Sánchez-Cabezudo)

LA NOCHE DE LOS GIRASOLES (2006, Jorge Sánchez-Cabezudo)

No es algo habitual en el cine español, no solo el encontrarse con debuts en la pantalla como el protagonizado por Jorge Sánchez-Cabezudo, sino la propia existencia de películas de este nivel. No puede decirse que me sitúe entre los seguidores de una cinematografía de tan limitado interés en las últimas décadas como la nuestra, aunque ello no me impida disfrutar y valorar títulos que aúnan sencillez y ambición, clasicismo y modernidad, que saben buscar el apoyo del cine de género y al mismo tiempo mostrar a partir de este sólido andamiaje, una mirada personal basada en la descripción y universal en la expresión de sentimientos, personajes y contenidos. A grandes rasgos, creo que buena parte de estos argumentos se pueden encontrar en LA NOCHE DE LOS GIRASOLES (2006), con la que Sánchez-Cabezudo ha logrado despertar EL interés de críticos y espectadores. Un reconocimiento más o menos generalizado, planteando –es también el autor de su guión- una historia en la que se intercala una visión casi antropológica de esa España rural que se ofrece como patrimonio de nuestro pasado, pero que quizá permanece en el subconsciente colectivo del país. Junto a ello, encontramos una estructura narrativa discontinua que se suma a la manifestada en algunos de los más exitosos films de los últimos años combinada por un tratamiento de suspense, y encubriendo todo ello una visión sobre la debilidad del ser humano cuando este se somete al devenir de un destino, que igual puede permitirle revelar su verdadera personalidad o, por el contrario, marcar su futuro sin haber sido en absoluto responsable de los acontecimientos vividos.

 

A grandes rasgos, es lo que relata esta película centrada en un entorno rural –típicamente castellano-, en el que una serie de personajes serán protagonistas de una auténtica transformación –o revelación- en sus personalidades, y que entremezclará un aparentemente tímido vendedor de aspiradoras, un grupo de espeleólogos, un par de aldeanos –uno de ellos loco-, y los componentes de un pequeño acuartelamiento de la guardia civil. En dicho contexto se cometerá una violación, un asesinato, un soborno y una renuncia profesional pero, más allá de ese elemento directo, lo que comprobará y vivirá el espectador es la confluencia de una serie de elementos que transformarán y relacionarán a todos estos seres, incluso en ocasiones sin llegar estos a conocerse, y poniendo en cuestión cualquier tipo de relación entre culpabilidad o inocencia, entre lógica o determinismo, mostrando como la frontera entre causa y efecto es algo que, con mucha mayor frecuencia de lo deseado, sobrepasa cualquier actitud o implicación personal. Lo atractivo del planteamiento de Sánchez-Cabeudo proviene fundamentalmente en haber logrado un óptimo equilibrio entre las distintas propuestas sobre las que se sustenta el relato, equilibrando un conjunto que funciona como tal thriller, no resulta en absoluto pretencioso –por el contrario funciona como un artefacto expresado con apabullante sencillez- en la elección narrativa formulada –la atención sobre diferentes personajes, permitiendo retrocesos parciales en una narración que a través de esta fórmula va enriqueciendo los perfiles de la historia-, en la cuidada y lógica planificación que logra manifestar en sus imágenes –teñidas además de una tonalidad que casi respira su personalidad rural-, la acertada elección de rostros para componer su cast, o la facilidad con la que este extraño retrato coral permite imbuirnos de una visión de esa España cerrada en el pasado y en sí misma, a la que quizá la llegada del aparente progreso no ha terminado de combatir. Creo que en ese mismo terreno, dentro de nuestro cine solo se puede encontrar un ejemplo de tan contundente valía, con EL SÉPTIMO DÍA (2004) de Carlos Saura.

 

LA NOCHE… logra combinar en su desarrollo todas estas vertientes manteniendo su interés, articulando sus propuestas sin apenas decaer, y plasmando con bastante acierto esa catarsis personal de toda su fauna humana provocada por la actuación de otro que desaparecerá de la función tras revelar su auténtica y terrible personalidad –ese vendedor tímido y reprimido, que intentará violar de forma terrible a una joven, al que volveremos a encontrar en los título de crédito finales, retornando a su imagen habitual y, por supuesto, sin ser consciente del alud de repercusiones que ha provocado con su inesperada y brutal actitud-. En medio de ese contexto rural y decadente, en ese regusto de una sociedad condenada a desaparecer en su apariencia pero latente en nuestra sociedad, nos llegaremos a conmover con la frustración de esa joven hija de un veterano sargento de la guardia civil, que esconde su embarazo por el miedo a perder a su novio, nos sentiremos incluso cómplices de la mirada cargada de frustración de ese propio veterano mando –extraordinario Celso Bugallo- que, como un trasunto tardío de Plinio, detectará con su veterano olfato el aroma turbio que se oculta bajo la aparente desconexión de dos sucesos ocurridos casi de forma paralela –la desaparición de un viejo aldeano y un accidente de tráfico-. Y es que, como señalan las referencias de la emisión televisiva que se escuchará en algunas de sus secuencias, parece que la situación planteada se erija en una auténtica abducción –la referencia a los presuntos extraterrestres de Roswell-. Una catarsis colectiva e involuntaria en definitiva que, de forma inesperada, marcará y transformará a esos personajes que, por momentos, parecen haberse internado en la niebla de otro mundo, otra sociedad y otro tiempo, pero que en realidad solo han podido acceder a una nueva percepción de sus propias personalidades.

 

Quizá se pueda reprochar a LA NOCHE… ese cierto afán de excesivo perfeccionismo en sus imágenes. Esa búsqueda de una prestancia visual que en ocasiones se superpone a una planificación lógica y adecuada, que en cierto modo es algo habitual en todo debut cinematográfico efectuado con ciertas pretensiones. Sin embargo, por fortuna, esa circunstancia no enturbia en modo alguno el alcance de sus resultados, permitiéndonos intuir en su realizador y guionista una andadura prometedora. Ciertamente, no está tan sobrado el cine español de previsibles talentos como el que se intuye tras su batuta. Demos margen a ello.

 

Calificación: 3

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