THE EDGE OF THE WORLD (1937, Michael Powell)
Suele afirmarse, y a tenor de su resultado no sin fundamento, que THE EDGE OF THE WORLD (1937) es la primera manifestación, más o menos evidente, más o menos lograda, de la personalidad cinematográfica de Michael Powell. Unos rasgos estos que tendrían su plasmación más adecuada a partir de la década siguiente, en títulos que combinaban un cierto realismo mágico, un notable alcance telúrico, un cierto desprecio a las convenciones narrativas más o menos habituales, y una cierta ligazón con rincones, leyendas y lugares pintorescos de Gran Bretaña. En este sentido, justo es reconocer que la película que nos ocupa apuesta por un rasgo que convendría tener en cuenta; deviene un referente que induce a pensar que esta manera de concebir el hecho cinematográfico -aunque más adelante tuviera una manifestación más rotunda y depurada junto a Emeric Pressburger, formando la conocida productora The Archers y firmando numerosas película juntos-, en realidad tuvo como principal apuesta en la manera de entender el hecho cinematográfico mantenida por Powell.
THE EDGE… se inicia con la llegada de un barco comandado por Andrew Gray (Niall MacGinnis) que traslada a una pareja de visitantes hasta la hipotética isla de Hirta –en realidad se filmó en la de Foula-, en el límite de la costa escocesa. La llegada al inhabitado lugar está revestida de extraños augurios. La agreste orografía del entorno va acompañado por el incesante sonido del mar, su entorno está deshabitado y las envejecidas casas se ofrecen como mudos testigos de un pasado activo, la visión de la cima de unas montañas escocesas, propicia un sombrío tinte de leyenda a la visita… El semblante de Andrew se torna taciturno al volver a ver el túmulo funerario del patriarca Peter Manson, y sobre él se superpondrán los rostros de sus viejos convecinos en una mirada mitad mágica, mitad evocadora del un pasado tan entrañable como revestido de dureza en la isla. La historia retrocederá unos cuantos años, hasta un periodo en que los habitantes de Hirta lograban convivir en plena armonía. Entre ellos, destacará la relación que se manifiesta entre las familias de los Manson y los Gray. Ambos representan posiciones opuestas a la hora de entender el futuro de sus existencias. Mientras que por parte de los segundos se abre una mirada hacia el progreso y el abandono de la isla, los Manson –encabezadas por el patriarca Peter (John Laurie)- se muestran más ligados a la tierra, descartando abandonarla. Será esta una circunstancia que repercutirá en la relación que mantiene el joven Andrew con Ruth, la hija de Peter, ya que su novio apuesta por abandonar la isla, cosa que el padre de esta no acepta. Finalmente este abandonará el árido entorno, sin saber que ha dejado a Ruth embarazada. Esta circunstancia particular, en realidad no será más que una muestra de la decadencia que vive un colectivo acostumbrado a la dureza, pero que no puede abstraerse de su forma de entender la vida. Será algo que manifestarán síntomas trágicos como la muerte accidental de Robbie, el hijo de Manson, o la progresiva inhabilitación de las tierras que cultivan los habitantes de la isla… llevándolos a todos ellos a una huída casi obligada del lugar donde desarrollaron sus existencias.
Puede decirse que en THE EDGE… se dan cita dos películas que no siempre confluyen con la debida coherencia en el resultado final. Por un lado tendríamos el desarrollo de una línea argumental más o menos esquemática, que en realidad interesa poco y de la que con el paso de los años, en realidad solo nos puede atraer por su carácter etnográfico o en la dureza de los rostros de sus moradores. Mucho más sin duda que en la escasa entidad de sus rasgos psicológicos, al que la certera labor de su cuadro de actores no llega a configurar como tales personajes. A ello cabría unir esa constante sensación de asistir a una historia que discurre a trallazos, descuidada en sus matices y apresurada en su resolución –ni siquiera la historia vuelve a tiempo presente en sus compases finales-.
Sin embargo, ello no nos debería llevar a omitir el caudal de aciertos de un conjunto que, por momentos, nos remite al cine de Flaherty e incluso en su montaje a Einsenstein, y en el que esa mirada etnográfica está mostrada con enorme efectividad. THE EDGE… resalta por el enorme protagonismo e impronta telúrica que alcanzan esos montes escarpados, los acantilados o el incesante sonido del mar, hasta erigirse como el auténtico protagonista del film. Y con ello, debemos destacar numerosas elecciones formales extendidas al conjunto de sus secuencias. Sobreimpresiones, un montaje acusado, e incluso el abierto desprecio por los raccords, son elementos que contribuyen a delimitar el conjunto con una personalidad innegable y un aporte de fascinación realmente notable. Algo que, unido a la propia modernidad formal del conjunto, nos remite al hecho casi innegable de tener que admitir que esta película se erige como referente indudable para títulos posteriores tan aparentemente dispares como STROMBOLI (1950, Roberto Rossellini) o RYAN’S DAUGHTER (La hija de Ryan, 1970. David Lean). Es por ello, que pese a sus irregularidades, momentos como la llegada de los visitantes a la isla, la secuencia de la escalada que costará la vida al joven Robbie o la secuencia del funeral de este, puedan definirse como auténticamente modélicas y de lo más valioso jamás filmado por Powell, con o sin Pressburger.
Calificación: 2’5
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