THE TAKING OF PELHAM ONE TWO THREE (1974, Joseph Sargent) Pelham, 1, 2, 3.
Que el thriller norteamericano de los setenta ha conocido en los últimos años una reivindicación notable, es una realidad incontestable. Que en no pocas ocasiones este reconocimiento resulta injustificado, es otra verdad consistente. No es lo mismo hablar de TAXI DRIVER (1976, Martín Scorsese) que de la previa y casi precursora BULLIT (1968, Peter Yates), –por poner ejemplos contrapuestos de un título valioso y otro sobrevalorado-, y probablemente esa visión de conjunto ante un corpus que comparte determinadas características de innegable atractivo, es la que a mi modo de ver ha permitido que películas más o menos competentes, hayan alcanzado un status de culto en pocas ocasiones realmente merecido. Ese es el ejemplo que puede brindar –extraído entre otros referentes de similares características- un título como THE TAKING OF PELHAM ONE TWO THREE (Pelham, 1, 2, 3, 1974), realizada por Joseph Sargent, artesano de gris trayectoria cinematográfica, más escorado en una larga singladura televisiva.
Nada tendría de malo poder asumir grandes títulos filmados en una ocasional conjunción de talentos por parte de un realizador de menguadas cualidades. Se trata de una opción que se ha reiterado ampliamente en la historia del cine, pero que en esta ocasión no creo que haya que implicar como un ejemplo pertinente. Y es que, pese a reconocer que nos encontramos ante un título sumamente entretenido y en buena medida facturado de forma competente, no es menos cierto que este se ofrece como lo que realmente es: un eficaz producto comercial al que no hay que buscar demasiadas sutilezas, y que de alguna manera podríamos enmarcar entre esa vertiente cercana al cine de catástrofes, que tuvo su especial acomodo en aquellos años. Es decir, pese a su inicial lejanía, no dejo de encontrar elementos de contacto en el film de Sargent, con productos igualmente tan entretenidos y al mismo tiempo inofensivos que podrían ejemplificar referentes tan conocidos como THE POSEIDÓN ADVENTURE (La aventura del Poseidón, 1972. Ronald Neame). Pero no conviene dejar de lado un elemento colateral que el título que comentamos ha dejado traslucir con el paso del tiempo; el de servir de referencia a otros ejemplos posteriores. Así pues, la propia denominación del equipo de delincuentes sería retomada por Quentin Tarantino en su atractivo debut RESERVOIR DOGS (1992), mientras que la dramática odisea final del vagón de metro secuestrado, que duda cabe fue retomada por Jan De Bont para su exitoso SPPED (1994).
Un grupo de cuatro extraños hombres disfrazados de similares características –gafas, postizos y abrigos-, secuestrará con pasmosa facilidad un vagón del metro newyorkino. Muy pronto conoceremos la identidad del cerebro del inusual golpe. Se trata de Blue (estupendo Robert Shaw), un hombre de oscuro pasado en guerrillas, quien pedirá a las autoridades de New York un millón de dólares en apenas una hora de plazo, si no quiere que los 17 rehenes del vagón sean asesinados. A partir de ese momento se pondrá en marcha la maquinaria policial e institucional, quedando a cargo del contacto con el portavoz de los delincuentes el teniente Garber (espléndido Walter Matthaw). Será el auténtico punto de partida de una película que destaca por un lado en la descripción y fisicidad de los exteriores newyorkinos –un elemento habitual en el thriller de la época-, en una adecuada dosificación del suspense y, sobre todo –y creo que ahí se encuentra la mayor virtud de la película-, en el componente irónico y en ciertos momentos crítico que plantea su metraje. Se trata de un elemento en el que, estoy convencido, tiene bastante más que ver la aportación de Peter Stone –CHARADE (1963, Charada), ARABESQUE (1966, Arabesco), ambas realizadas por Stanley Donen-, la complicidad aportada por Matthaw –el congelado de imagen final es paradigmático a este respecto- y buena parte del conjunto de personajes secundarios que componen una entrañable y al mismo tiempo realista topología de hombres de la ley, que la labor eficaz pero escasamente inventiva de su realizador. Sargent se deja llevar por los recovecos que le permite el material de partida, sin dejar en ningún momento de abandonar esa estética televisiva que impregna el relato –y a la que el uso de la pantalla ancha no impide esa apreciación-. Pero, si más no, THE TAKING OF... permite al espectador un relato atractivo, en el que pese a la recurrencia de convenciones de sobras conocidas se plantea una voluntad descriptiva notable, y al mismo tiempo logra en su discurrir dejar de lado cualquier inclinación reaccionaria en torno a la delincuencia y la relación con las fuerzas del orden. Orillando con habilidad este aspecto en el que quizá otros títulos más pretenciosos cayeron con estrépito, es probable que en sus imágenes hubiera sido preferible una mayor capacidad de abstracción, o quizá una profundización superior en sus posibilidades cinematográficas. Quizá sea pedir demasiado a una película que nació como simple producto comercial en un ámbito propicio para las manifestaciones de este género, y que dentro de dichas coordenadas quizá haya logrado soportar con mayor entereza la prueba del paso del tiempo.
Probablemente, uno hubiera deseado que la resolución final de la función hubiera tomado unos tintes mejor delimitados –se intuye en esos minutos finales una cierta sensación de ir a trompicones-, pero al mismo tiempo la película nos permite una impagable personificación de la primera autoridad newyorkina, dentro de un componente satírico que proporciona apuntes realmente brillantes –la reunión que este mantiene con sus ayudantes y en la que se somete la posibilidad de entregar el rescate solicitado por los secuestradores-, aunque siempre se espero de ellos una mayor entidad en la pantalla.
En definitiva, THE TAKING OF... es un título medio dentro del thriller comercial norteamericano de principios de los setenta. Probablemente menos prestigioso que THE FRENCH CONNECTION (Contra el imperio de la droga, 1971. William Friedkin) –con el que comparte el alcance de sus cualidades y limitaciones-, pero al que el paso del tiempo ha otorgado un entrañable alcance de cult movie. A tal extremo ha llegado este insólito reconocimiento –que, no lo olvidemos, se ha producido incluso en títulos muchos menos interesantes que este-, que recientemente Tony Scott ha realizado un remake de esta película, protagonizado por Denzel Washington y John Travolta.
Calificación: 2’5
2 comentarios
Juan Carlos Vizcaíno -
Germán Barón Borrás -