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CINEMA DE PERRA GORDA

WOMAN CHASES MAN (1937, John G. Blystone) Quien conquista es la mujer

WOMAN CHASES MAN (1937, John G. Blystone) Quien conquista es la mujer

No es esta la primera vez –ni supongo que será la última-, en la que hago mención  a una serie de realizadores que acompañaron, firmaron o co realizaron algunos de los mayores éxitos de las estrellas del slapstick. Nombres como Edward Segdwich, Edddie Cline, el posterior excelente actor de carácter Donald Crisp, James W. Horne, Charles Reisner… o John G. Blystone. Parece que con la excepción del gran Leo Mccarey, el resto de estos nombres pasaron al olvido, y por unas u otras circunstancias nunca se han tenido en cuenta su auténtico aporte a la hora de firmar o codirigir algunos de los grandes títulos del cine cómico silente. En el caso de Blystone, parece que la respuesta es obvia; su temprana muerte. Nacido en 1892, con una dilatada trayectoria en el ámbito del corto desde 1915, Blystone adquiría su mayor timbre de gloria al ser el firmante junto a su protagonista –aunque los títulos de crédito lo señalen en solitario- de uno de los conocidos largos protagonizados por Buster Keaton –OUR HOSPITALITY (La ley de la hospitalidad, 1923). Desde entonces su filmografía se extendió en decenas de largometrajes de los que apenas se puede acceder, probablemente dedicados en su mayor parte al género de la comedia. – aunque en ellos no falte uno dedicado a la figura del detective Charlie Chan-. Será en 1937 cuando se responsabilice de WOMAN CHASES MAN (Quien conquista es la mujer), tras la cual tan solo firmaría tres películas más, dos de ellas al servicio de la gran pareja cómica formada por Laurel & Hardy, falleciendo prematuramente en Beverly Hills en 1938.

Apreciando las virtudes que ofrece esta alocada comedia que no alcanza los setenta minutos de duración, podemos intuir el talento de Blystone no solo dentro de la comedia como género, sino la capacidad que demostraba para imbricar en un mismo títulos ecos del ya señalado slapstick mudo, con una clara implicación en la screewall comedy, de la que se erige como un exponente notable y poco reconocido. WOMAN CHASES… en esencia narra el intento por parte de un padre arruinado  raíz de una serie de desastrosas iniciativas comerciales, para que su hijo le proporcione cien mil dólares –parte del millón que su madre le ha dejado en herencia-, y con ellas poder llevar a cabo su último y más ansiado proyecto; la edificación de una urbanización de lujo. El atribulado progenitor –atacado por citaciones de impagos- es B. J. Nolan (Charles Winninger), quien no sabrá salir del atolladero en que está inmerso mientras su hijo se encuentra terminando un crucero, hasta que aparece de su escondite la activa y emprendedora Virginia Travis (Miriam Hopkins), convencida de poder encontrar en Nolan a un colaborador para otro de sus proyectos. Una vez conocedora de la caótica situación que vive el veterano y arruinado empresario, no dudará en ayudarle con sus estratagemas, para lograr que el hijo de este –Kenneth Nolan (Joel McCrea)-, acceda al casi imposible deseo de prestarle esos ansiados cien mil dólares.

WOMAN CHASES… se inicia precisamente mostrando al personal del crucero en donde se encuentra Kenneth, rodeado de su prometida Judy (Ella Logan), una mujer sin escrúpulos que no se amilana en tener como compañero al atildado Henri (Eric Rhodes), al que señala como su tío, aunque en realidad se trate su auténtico amante. En apenas unos instantes, Blystone acierta al describir la extraña situación establecida entre los tres personajes, antes de mostrarnos el caos que vive en su oficina el padre del heredero, quien no sabe como huir de una auténtica pléyade de acreedores, escondiéndose en su oficina, y recibiendo de manera inesperada la visita de Virginia. Dicho y hecho, y una vez sincerados Nolan y Virginia, esta se ofrecerá voluntaria con la ayuda de dos amigos que simularán ser sus criados, dotando de vida la mansión que mantiene casi en abandono, para con ello hacer transmitir a Kenneth que la situación de su padre no es la imaginada, añadiendo además el hecho de que se encuentra de viaje de negocios. A partir de dichas premisas, y con un sentido del ritmo en verdad elogiable, la película puede parecer todo lo previsible que se quiera, pero resulta tan divertida como provista de un timming de sorprendente agilidad, en el que cualquier espectador más o menos familiarizado con el slapstick  mudo, podrá encontrar una jugosa aplicación dentro de una comedia sonora. Secuencias como las carreras que ofrecen los falsos criados que encarnan un joven Broderick Crwaford o Leona Maricle, situaciones tan divertida como las que propicia la confección de la primera cena a Kenneth y sus dos invitados, la del desayuno, la descripción que este ofrece de algunos de los desastrosos inventos avalados por su padre, el uso de un aparato que sirve para firmar diversos escritos al mismo tiempo (y que permitirá una ocasión fallida para que Virginia logre ese deseado talón de cien mil dólares), suponen sin duda momentos de enorme hilaridad en un conjunto que no acusa en ningún momento baches de ritmo, erigiéndose como un producto que puede competir, sino con las grandes muestras del género en aquellos años –recordemos que la edad de oro de la screewall comedy aún no se encontraba en su pleno esplendor-, sí que supone una de sus primeras muestras consolidadas. En realidad, por su sentido del ritmo cómico y su visión de la sinceridad de las relaciones afectivas, el film de Blystone podría perfectamente erigirse como un borrador de la inmediatamente posterior y estupenda HOLIDAY (Vivir para gozar, 1938. George Cukor).

Sus imágenes destacan además por el perfecto uso de los escasos espacios escénicos en donde se desarrolla la acción, el cuidado trazado de su escueta galería de personajes –incluso la odiosa pareja formada por Judy y Henri no es descrita cargando demasiado las tintas a la hora de definirlos como caricaturas de la estupidez y codicia humana-, una magnífica dirección de actores –en la que hasta la por lo general excesiva Miriam Hopkins aparece magnífica- y un perfecta combinación entre sus elementos cómicos con la progresiva introducción de esa vertiente romántica que marcará la inevitable relación y química que, poco a poco, se establecerá entre el conservador y cuadriculado Kenneth, y una Virginia cada vez más prendada por este. Ello sin embargo no evitará la presencia de divertidas situaciones entre ambos, en especial ese intento –absolutamente screewall-  de emborrachar al heredero –conocedora ella del cambio de personalidad que se le brinda cuando ingiere bebidas alcohólicas-, en el jardín de esa mansión casi abandonada que han simulada actividad. Será el comiendo del clímax del film, que sin acceder a un estatus arrollador, sí que alcanza su punto álgido de interés en el episodio desarrollado ¡encima de un enorme árbol adosado junto a la fachada del dormitorio de Kenneth!, donde el sentido del timming cómico se alternará con la concienciación de Virginia en su imposibilidad de engañar a este –que se encuentra bajo los efectos de la bebida, impeliéndole a comprar todo aquello que se encuentre en su mano, mientras que los aviesos Judy y Henry se peleen hasta la exasperación con los criados, para imposibilitar que Viginia y Kenneth, ambos instalados cómodamente en el árbol, puedan acceder al bolígrafo que permitiría al segundo firmar el contrato que avalaría la construcción de la iniciativa de su padre. Será también el momento en el que este descubra el juego al que estaba siendo sometido por sus hasta entonces fieles acompañantes, despejando de su mente esa condición cuadriculada que hasta ese momento se había asentado en su educación –que poco a poco se había ido disipando-, dejando paso al simple disfrute de la existencia, si en ella además hay un lugar para el amor sincero, aunque dicho sentimiento aparezca de manera inesperada. En definitiva, una pequeña delicia del género que apenas goza no solo de prestigio alguno, sino ni siquiera constancia en el mismo, y que recomiendo, con la seguridad de vivir una propuesta fresca, ágil e impecablemente vigente en sus modos fílmicos.

Calificación: 3

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