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CINEMA DE PERRA GORDA

CAPTAIN AMERICA. THE FIRST AVENGER (2012, Joe Johnston) Capitán América. El primer vengador

CAPTAIN AMERICA. THE FIRST AVENGER (2012, Joe Johnston) Capitán América. El primer vengador

Recuerdo el moderado agrado que hace ahora dos décadas me produjo un título en su momento recibido con notable desdén, y hoy día totalmente olvidado. Me estoy refiriendo a la simpática ROCKETEER (1991), que muy pronto me ha venido a la mente según iba contemplando la mucho más reciente CAPTAIN AMERICA. THE FIRST AVENGER (Capitán América. El primer vengador, 2012). Evidentemente, esa referencia queda ligada al hecho de que ambos títulos lleven la firma del mismo realizador –Joe Johnston-, un hombre unido a una carrera discreta y al mundo de los efectos especiales, pero que quizá lograra con estos dos referentes un simpático equilibrio a la hora de plantear la expresión fílmica de un personaje de cómic –en este caso el “Capitán América”-, en el que se mezclara una estética retro –un aspecto que en otro tipo de films me puede resultar molesto-, la combinación de elementos dramáticos y de comedia, un agradable regusto pulp y, por encima de todo, el aprecio a una narrativa si no brillante, si al menos relajada que permita saborear una planificación de tinte clásico, y que no nos bombardee con miles de planos sobrantes. De hecho, el elemento que más me molesta en esta película a la que no se le puede pedir más de lo que en realidad está dispuesta a ofrecer, es la machacona banda sonora –obra de Alan Silvestri-, que en más ocasiones de la necesaria aparece innecesaria y en evidente contraste con la ligereza de su planificación.

La película de Johnston –basada en el cómic de Joe Simeon y Jack Kirby-, se inicia en tiempo presente, cuando un equipo de emergencia acoge la llamada en la que se encuentra un objeto no identificado en el subsuelo de una zona polar. Hasta allí llegan los encargados de descubrir que se encuentra enterrado bajo el hielo –por momentos, esta estupenda secuencia me recordó la admirable QUATERMASS AND THE PIT (¿Qué sucedió entonces?, 1967. Roy Ward Baker)-, se introducirán en una nave de grandes dimensiones, en uno de cuyos suelos se encuentra una especie de escudo de extraños colores. La acción retrocederá en un flash-back que nos remonta a principios de la década de los cuarenta, cuando en Estados Unidos se percibe el afán de su juventud por alistarse para luchar contra los nazis. Entre esos jóvenes se encuentra Steve Rogers (un estupendo Chris Evans, que por momentos ofrece en este primer tercio, la sensación de que la película podría denominarse –“El increíble hombre creciente”-, ya que la planificación nos lo mostrará como un chaval escuálido, acentuando ese parecido con el cómico silente Larry Semon que siempre he visto en él). Pese a sus constantes y baldíos deseos por alistarse, estos serán infructuosos, hasta que el extraño Dr. Abraham Erskine (brillante Stanley Tucci), vea en él unas cualidades ausentes para el resto de los mandos militares, obstinados en el casi famélico aspecto físico del muchacho –quien en una pelea, tendrá que ser defendido por su amigo -Bucky- Barnes (carismático Sebastian Stan)-. En última instancia –una secuencia reveladora en el proceso de ensayos, en la que Rogers no le importará poner en riesgo su vida para salvar la incidencia de una falsa bomba-, nuestro protagonista será el elemento elegido para un experimento físico en el que se le dotará de una poderosa anatomía y poderes físicos. Todo ello, para luchar contra los poderes casi imbatibles que esgrime Johann Schmidt (Hugo Weaving), un oficial nazi que pretende ir más lejos que el propio Hitler en la búsqueda de los poderes que le puede ofrecer el ocultismo y las leyendas dionisiacas.

A partir de esas premisas, destaquemos en primer lugar las notables semejanzas que ligan el título que comentamos con ROCKETEER. Desde la presencia de un héroe atractivo pero torpón, que tenía que aprender a ejercer como tal a partir de la enseñanza de un veterano investigador –en aquel film lo encarnaba Alan Arkin-, el mismo aire retro, que casi por momentos nos hace percibir la sensación de estar hojeando las viñetas del cómic, las referencias al peligro nazi, ciertos ecos al espectáculo kitsch –en esta ocasión cuando se intenta vender al Capitán América como reclamo para lograr captar más bonos de guerra, insertándolo en espectáculos y giras rodeado de coristas, e incluso siendo objeto de rechifla entre los soldados-. Será el preludio hasta que finalmente decida entrar en combate, cuando los poderes de Schmidt se erijan en un peligro casi letal para los Estados Unidos –siempre es ese el objetivo de cualquier cómic que se precie, especialmente New York-. El moderado pero nunca despreciable atractivo de CAPTAIN AMERICA, proviene de la acertada combinación de los elementos antes señalados, que logran proporcionar una notable humanidad al personaje protagonista –a lo que contribuye no poco el trabajo de Evans, que es bastante más que un musculitos al uso; ver su expresión cuando su amigo muere precipitándose al abismo-, la sencillez con la que se dispone la propia película, la querencia por una planificación clásica, los detalles amorosos que se establece entre el héroe y la oficial Peggy Carter (Hayley Atwell) –atención al detalle cuando ella contempla en una filmación de guerra que él porta su retrato-, a un sentido del ritmo bastante adecuado, a un metraje que no se antoja excesivo y, lo reitero, al regusto a la narración clásica, el serial de hace décadas, ejecutado con muchísimos más medios, pero sin por ello perder esa noción que nos acerca al espectáculo de barraca de feria, aunque narrada con un sentido que nos acerca bastante al Steven Spielberg de su personaje de Indiana Jones. Unamos a ello un elemento sorpresa final, que estoy seguro noqueó a no pocos espectadores –me encuentro entre ellos-, planteado además de una manera tan seca como inesperada, redondean una propuesta que probablemente no pasará a los anales de la historia del cine, pero sí que cabe destacar moderadamente dentro de las propuestas ligadas al cine de superhéroes, bajo mi punto de vista quizá en mayor medida que en otras más prestigiadas, pero con probabilidad bastante más cuestionables, bien sea por su atropellada planificación o lo pretencioso de su enunciado.

Calificación: 2

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