DEAR WENDY (2004, Thomas Winterberg) Querida Wendy
Si tuviera que elegir un subtítulo que se acoplara a la perfección con las intenciones de esta película de Thomas Winterberg, este sería sin duda el de DEADLY IS THE FEMALE / GUN CRAZY (El demonio de las armas, 1950), el clásico de Joseph H. Lewis. En efecto, en dicho enunciado se refleja quizá el principal conflicto que se plantea en DEAR WENDY (Querida Wendy, 2004), una interesante propuesta que cuenta con un guión de Lars Von Traer, y en el que el realizador danés opta por una narración en la que abandonan buena parte de los postulados que dieron vida al denominado Dogma –tan olvidado en nuestros días, como ha sucedido en el devenir cinematográfico con muchísimas otras modas previas revestidas de movimientos rupturistas-. Eso si, la propuesta que comentamos destaca tanto en la originalidad de su planteamiento, como en la constante introducción de rasgos insólitos que, en conjunto, proporcionan el definitivo grado de singularidad a su trazado.
La acción se desarrolla en una pequeña localidad del medio oeste norteamericano, definida por la vocación minera de sus habitantes. Uno de dichos mineros tiene un hijo llamado Dick (Jaime Bell). El muchacho es un hijo educado pero introvertido, bastante alejado de cualquier atisbo de vida familiar. De hecho, su padre muere en la mina y a Dick le resulta indiferente el fallecimiento de su progenitor, viviendo a continuación en solitario en casa del fallecido, que pasará a ser propiedad suya, trabajando como reponedor en una pequeña tienda. Sin embargo, la nueva rutina que regirá su existencia tendrá su punto de inflexión cuando, reordenando los contenidos de la vivienda heredada, encuentre una pequeña pistola, que para él muy pronto adquirirá una significación muy especial, y que denominará Wendy. A ella dedicará sus conversaciones y pensamientos y, a partir del inesperado encuentro con la diminuta arma, hará extensivos este interés a su círculo de amigos, que muy pronto aceptarán la sugerencia de Dick, recuperando otras armas antiguas, informándose sobre los pormenores del armamento, técnicos, disparos, y llegando a crear una inusual agrupación denominada “los dandis”. Con ella el hasta entonces gris grupo de amigos, lograrán afianzar y alcanzar seguridad en sus respectivas personalidades, llevando a la práctica un singular planteamiento de pacifismo, alternando el mismo con el manejo de las viejas pistolas dentro del recinto que han acondicionado en el rincón de una mina abandonada. Allí entre lecturas, vistiendo ropajes alternativos con ecos de la década de los sesenta, cometerán el lógico error de caer bajo el influjo y la fascinación que provoca indefectiblemente sentirse dueño de un arma y diestro en su manejo. Por ello la combinación pacifismo – manejo oculto de dichos peligrosos objetos, se tornará en última instancia insostenible. Los recelos que para Dick –en calidad de líder del grupo-, le provoca la incorporación de Sebastián, el nieto negro de la vieja Clarabelle, no supondrá más que el inicio de una espiral que finalizará con la catárquica e inapelable presencia de la violencia.
En bastantes momentos de la parte final de DEAR WENDY, vino a mi mente el recuerdo de ELEPHANT (2003) de Gus Van Sant. Ambos títulos comparten esa fascinación de la juventud norteamericana por la violencia, representada en ambos casos por una conclusión caracterizada por la tremenda lógica de su planteamiento. Pero en este caso la propuesta de Winterberg queda escorada a representantes de un mundo gris, decadente y de clase obrera, en cuyo seno sus jóvenes protagonistas buscan evadirse, y para lo cual recurren al fácil elemento de identicación que les proporciona el conocimiento y manejo de las armas. Resulta muy interesante el planteamiento de una película que brilla en el alcance descriptivo de un entorno deprimido y degradado, que es mostrado además sin cargar las tintas en esa vertiente, utilizando la voz en off del protagonista –Dick-. Por medio de sus observaciones, la acción evita de manera muy especial cualquier tentación melodramática, recurriendo a saltos temporales que hacen progresar la acción en función de la repercusión que estos tienen en la formación de nuestro joven protagonista. Esta tendencia a la libertad formal en el relato, proseguirá cuando se haya formado la singular alianza de adolescentes, recurriendo a insertos de montaje especialmente didácticos a la hora de proporcionarnos información –al mismo tiempo que a sus protagonistas-, especialmente sobre elementos relacionados con las nuevas pistolas y las consecuencias de sus disparos. Será este un recurso que, contra lo que podría parecer, no incide negativamente en el resultado obtenido. Antes al contrario, proporciona un contrapunto distanciado del mismo.
Pero hay más elementos dotados de interés en esta hasta cierto punto insólita DEAR WENDY, en la que cabe destacar una espléndida dirección de jóvenes actores –de entre la que cabe destacara a Jamie Bell y Mark Webber, el primero consolidado hace ya varios años con BILLY ELLIOT (2000. Stephen Daldry) y el segundo sorprendentemente sin llegar a haberse convertido en una primera figura, cuando sus registros son muy similares a los manejados en aquellos años por el hoy reputado Ryan Gosling-. Me gustaría destacar, para finalizar, el profundo conocimiento que Winterberg y Van Trier demuestran de las debilidades de la sociedad norteamericana, exteriorizando un aire crítico y al mismo tiempo entrañable, con unos seres a los que aplican tintes distantes cercanos a los de los más destacados representantes de dicha tendencia en USA –el hoy día injustamente relegado a un segundo plano Spike Lee, por ejemplo-, acompañados de una mirada de extrañeza propia del europeo. En suma, un título notable, que en su segundo tercio acusa un cierto bache en su ritmo, y que destaca además por su elegante y pertinente selección musical.
Calificación: 3
0 comentarios