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CINEMA DE PERRA GORDA

REQUIESCANT (1967, Carlo Lizzani)

REQUIESCANT (1967, Carlo Lizzani)

¿Se acuerda alguien del italiano Carlo Lizzani? Hago esta pregunta en el aire, en la medida que su figura supuso uno más de los muchos cineastas “de moda” que florecieron por los cines europeos en las décadas de los sesenta y setenta, alcanzando un cierto grado de reconocimiento en base a los supuestos mensajes progresistas de sus películas, pero que con el paso de los años se sumieron en el sueño de los justos. No es nada particular de aquel periodo, pero si que es cierto que fue un marco en el que las licencias visuales, el predominio del teleobjetivo y el zoom, fueron acompañados por títulos y parábolas de índole política que hoy se encuentran en el más justificado de los olvidos, incluso cuando algunos de ellos en su momento fueran galardonados.

Entre la pléyade de cineastas que tuvieron sus diez minutos de gloria –Elio Petri, Liliana Cavani…- se encuentra Carlo Lizzani, que no desaprovechó la ocasión en su momento de insertarse en el terreno del spaghetti western. Vaya por delante que en modo alguno puedo considerarme seguidor de esta vertiente del cine del Oeste, en su momento vista con un –a mi modo de ver- justificado recel-, pero que con el paso de los años ha ido adquiriendo un progresivo prestigio, hasta llegar a unos límites que no puedo entender, aunque sí respetar. Dicho esto, y haciendo de entrada mi escepticismo hacia esa incomprensible valoración a un modelo de western que terminó de sepultar el género, no podemos dejar de encontrar cierto grado de sorpresa en este REQUIESCANT (1967), con el que Lizzani quiso entrelazar su inclusión en el ámbito del spaghetti con una más de esas parábolas de guiño progresista –en la que incluso se contará con la simbólica presencia de Pier Paolo Pasolini, ejerciendo como intérprete, encarnando a un líder campesino que se opone a los turbios manejos de George Ferguson (Mark Damon)-.

En realidad, el film de Lizzani no deja de contemplar una serie de lugares comunes dentro del subgénero, inicia su metraje con una supuesta reconciliación entre mexicanos y componentes del ejército confederado, que culminará con una matanza horriblemente narrada y desarrollada en Fort Hernandez, en San Antonio. Será el inicio de una historia que nos trasladará varios años después, cuando el entonces pequeño superviviente de la misma se convierta en un joven que ha sido acogido por una familia de cuáqueros, por lo que su sentido de la religión y el rechazo a la violencia estará siempre presente. Este será Requiescant (Lou Castel), quien en una situación inesperada acabará con la vida de dos bandidos, lo que le convertirá en un extraño líder de la Ley, que siempre que actúe –muy  a pesar suyo- lo haga implorando tras ellos sus habituales evocaciones cristianas. Poco a poco, su destreza con la pistola le llevará hasta pistoleros a los que liquidará y, por encima de ello, hacia el propio Ferguson, quien incluso le desafiará en una de sus juergas nocturnas, en el sótano de su hacienda –uno de los episodios más tensos del film, ya que ambos dispararán borrachos contra velas que sostiene una joven muchacha-. Por su parte, nuestro protagonista entablará relación con una de las prostitutas que pueblan el saloon de la localidad, y que se encuentra sojuzgada por el implacable Dean Light (Ferruccio Viotti), el brazo derecho de Ferguson, y un joven cruel en su rubio atractivo.

A partir de dichas premisas, cualquier espectador más o menos avezado podrá intuir por donde discurrirán los hilos de la película. La venganza, la simpleza de sus personajes, un acendrado sentido de la violencia…. Lugares más o menos comunes, o secuencias desaprovechadas, como la de la visita de Requiescant al lugar donde recordará –mediante un horrible tintado en rojo de la imagen- aquella lejana masacre. Sin embargo, y como quiera que no resulta especialmente relevante extenderse en aquellos aspectos que puedan provocar mi escepticismo ante la película, sí me gustaría destacar algunos que, cuanto menos, suscitan un cierto interés. Y el mayor de ellos, proviene sin lugar a dudas de la brillante encarnación de Ferguson que realiza Mark Damon –quien siete años atrás fuera el joven y heroico Philiph Wintrop en la memorable HOUSE OF USHER (El hundimiento de la casa Usaher, 1960. Roger Corman)-. Elegantemente ataviado con cuidadas botas altas, destacado en una palidez en su rostro y con el pelo ligeramente encanecido –lo que le proporciona un aspecto tan atractivo como siniestro-, compone un personaje del que se apreciará la nuance homosexual mantenida con Light –en un momento íntimo en el saloon le llegará a confesar: “Ya no soy tan atractivo como antes”-, que se exteriorizará en cuantos momentos se mencione a este en su presencia. Ferguson protagonizará también el terrorífico instante –el mejor momento de la película- en el que, de manera inesperada, aparecerá ante su esposa con una lámpara y un pañuelo, con semblante siniestro, disponiéndose a estrangularla cuando advierte que ha proporcionado la suficiente información al joven protagonista. Y el propio terrateniente conocerá igualmente un final terrible, en el seno de ese fortín en ruinas sobre el que años atrás dirigiera sus hombres masacrando a los mexicanos –y en el que aparecerá no demasiado rejuvenecido, provocando un agujero de credibilidad en el relato-, no pudiendo fnalizar su paso por el mundo apelando a ese sentido del honor que siempre ha demostrado en sus manifestaciones y gestos. Junto a e llo, destacará la terrible manera con la que finalmente Requiescant eliminará a Dean Light, situándose los dos con una horca en el saloon, situados sus pies en sendas mesas, y disponiendo sus vidas mediante un disparo a las mismas.

Son, si más no, elementos de interés, que más o menos diseminados, permiten que el film de Lizzani pueda mantener un cierto grado de interés, dentro del conjunto de convenciones y la suciedad visual consustancial al conjunto de manifestaciones de un subgénero que, paradójicamente, tiene hoy día más seguidores, que en el momento en que se practicaba, literalmente, a espuertas.

Calificación: 1’5

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