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CINEMA DE PERRA GORDA

CONSOLATION MARRIAGE (1931, Paul Sloane) [Un matrimonio en peligro]

CONSOLATION MARRIAGE (1931, Paul Sloane) [Un matrimonio en peligro]

Absolutamente olvidado en nuestros días, el norteamericano Paul Sloane (1893 – 1963) desarrolló una filmografía de veinticinco largometrajes, iniciada en pleno periodo silente, y clausurada en 1952 con FENG YE KING, desarrollada en tierras japonesas, y de la que apenas hay referencias, como por lo general sucede en el conjunto de la aportación de este ignoto cineasta. El visionado de CONSOLATION MARRIAGE (1931) puede permitirnos intuir algunas de las particularidades de su manera de concebir el melodrama. Sin embargo, para ser justos, hay que concluir que el innegable grado de sensibilidad que despliegan sus imágenes, no deja de ser la norma habitual de los mèlos aportados en aquellos primeros años del sonoro, realizados en el seno de la RKO. En todos ellos se observa esa clara desdramatización, la voluntad –deliberada o no- de huir de grandes movimientos de cámara- apelando por el contrario por la fuerza de la secuencia, cuando esta prácticamente es rodada en plano fijo, desprecio a la música incidental como fondo dramático, intensas interpretaciones de sus actores, plasmación de roles femeninos dotados de fuerza y consistencia…

Todo ello, punto por punto, se da cita en este CONSOLATION MARRIAGE, que nos narra la historia de dos amores contrariados, que en un momento de sus vidas, decidirán sumar sus soledades paralelas uniéndose en inesperado matrimonio. Es lo que compartirán Mary (Irene Dunne, en el primer rol protagonista de su carrera) y Steve (Pat O’Brian). Ambos al inicio del metraje comprobaremos que se encuentran a punto de casarse. Steve ha viajado incluso para poder formalizar su relación con la acaudalada Elaine Brandon (Myrna Loy), descubriendo que esta está a punto de casarse con otra persona, mientras que Mary recibirá la terrible noticia de su prometido, Aubrey (Lester Vall), quien pese a amarla ha decidido unirse a otra mujer. En medio de la decepción de los dos protagonistas, ambos se conocerán en una taberna, iniciando un contacto que muy pronto los unirá en matrimonio, pese al reconocimiento mutuo de mantener su amor a aquellos pretendientes que los han abandonado. A partir de ese momento iniciarán una nueva vida en común, recuperando él el trabajo como cronista deportivo que desarrollaba, y que le brindó su sincero amigo Jeff (el excelente John Halliday). Lo que no podrán imaginar los ya consolidados esposos, es que en un momento de sus vidas, y aún cuando tengan un niño en común, no impedirá que vayan apareciendo asperezas. Resabios del recuerdo que los dos vértices de la pareja mantienen de sus antiguos amantes o, quizá, la evidencia del desgaste de una relación que se ha unido de una manera tan inusual.

Sloane logra conducir ese proceso que llevará a la misma al reconocimiento de los lazos que en realidad han logrado establecerse en este matrimonio fraguado con singularidad. Será algo que no solo aparecerá mostrado con la aparición de ese niño sino sobre todo, del conocimiento de cada uno de ellos, y las debilidades y flaquezas de la persona con la que han decidido compartir sus vidas. Es por ello, que CONSOLATION MARRIAGE ofrece una mirada provista de madurez en torno a las relaciones de pareja, dejando en el camino cualquier exceso melodramático. Por el contrario, y atendiendo a esa buscada sobriedad formal, la película no olvidará mantener en todo momento ecos de las antiguas relaciones matrimoniales–ese regalo de un reloj por parte de Aubrey, acompañado de una breve postal, recordándole lo mucho que sigue amando a Mary, la importancia que revestirá a nivel dramático la edición del “Romeo y Juleuta” de Shakespeare, esa muñeca que se cae al suelo…-. Una vez más, el recurso de la elipsis contribuirá a orillar la dramatización y, en su lugar, la película procurará apostar por la intensidad del momento, la fuerza de la mirada, la comprensión de ese amigo de ambos –Jeff- que conoce casi mejor que ellos mismos el autentico amor que les une. Son diversos elementos, que permiten que el film de Sloane mantenga una cierta vigencia. Más allá del rasgo quizá manido que caracterizará esa lucha entre los dos casados, por la tentación que les aparece con la llegada de sus dos antiguos amantes, lo cierto es que el acierto de este apreciable melodrama, viene dado por saber mostrar con un cierto grado de hondura la evolución de una relación sentimental, de convivencia, en la que el componente amoroso aparece de manera más o menos difusa. Grado de autenticidad que permite que pese a su escueta duración –aspecto este por otro lado bastante habitual en las producciones del estudio de los primeros años treinta-, aparezcan dichas relaciones de manera bastante madura. Será algo que se prolongará cuando reaparezcan los dos amantes de ambos. Especialmente en el caso de Elaine, a la que se llegará a situar frente a la esposa de Steve sin innecesarias dramatizaciones, y a la que mostrará en uno de los instantes más intensos del film; ese viaje en auto del esposo, acompañado por Mary, en el que por la ventanilla contempla en otro vehículo a su antigua amante. Una vez más las casualidades inherentes al género, y que en este caso será la única vez que se inserte en una película que apuesta de manera clara por ese naturalismo. Una manera de asumir el género muy familiar en la producción de la RKO de los primeros años treinta, y que precisamente por ello ha permitido que sus resultados perduren, si bien fueron en la obra de cineastas como John Cromwell, cuando estos alcanzaron su máximo nivel, por momentos comparable a la enorme vigencia que en la Universal por aquellos años, alcanzaría la aportación fundamental de John M. Stahl.

Calificación: 2’5

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