Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

THE LAST PAGE (1952, Terence Fisher) Chantaje criminal

THE LAST PAGE (1952, Terence Fisher) Chantaje criminal

THE LAST PAGE (Chantaje criminal, 1952), es uno de los dos únicos títulos de Terence Fisher que se estrenó comercialmente –aunque con retraso- en nuestro país, antes del canónico THE CURSE OF FRANKENSTEIN (La maldición de Frankenstein, 1957), que inició una inolvidable corriente renovadora dentro en el seno del cine fantástico –el otro exponente que conoció presencia en las carteleras de país, fue el previo SO LONG AT THE FAIR (Extraño suceso, 1950), corealizado con Antony Darnborough, en esta ocasión para la Gainsborough Pictures-. En su oposición, THE LAST PAGE fue la primera ocasión en la que Fisher quedó vinculada con una Hammer Films, aún no especializada en el fantastique, practicando un cine policíaco y de misterio, tan frecuente entonces en el cine de las islas. En esta ocasión, nos encontramos con un relato de clara adscripción a la serie B, que asumió la producción del norteamericano Robert Lippert, por lo que conoció estreno en USA bajo el título MAN BAIT, sufriendo en su exhibición norteamericana ciertas modificaciones –práctica bastante común-, sobre la copia inglesa.

Sea como fuere, nos encontramos con títulos de sencillo diseño de producción, plenamente insertos en las corrientes dominantes en el cine inglés de su tiempo, quizá con algunas deficiencias en sus puntos de partida. Sin embargo, lograrán emerger y adquirir no pocas cualidades, a partir del atractivo trabajo de puesta en escena aplicado por Terence Fisher, en donde ya podemos apreciar dos de las cualidades que acompañarán la andadura posterior del cineasta; la capacidad para plasmar tensiones en función del trazado psicológico de sus personajes, y la acertada utilización de la escenografía, como elemento de engranaje dramático de la motivación de sus comportamientos.

THE LAST PAGE se inicia en el interior de una librería de viejo, en la que la atractiva planificación y la presencia de los empleados del mismo, pronto nos servirá para familiarizarnos con dicho microcosmos. Su encargado -Clive Oliver (el siempre magnífico Raymond Huntley)- nos introducirá en dicho entorno, ejerciendo como detonante de humillaciones de clase, a la hora de plantear sus exigencias a los empleados que llegan al recinto. Entre los mismos, destacará por su rebeldía la joven y sensual Ruby Bruce (una debutante y poco capacitada Diana Dors), en todo momento capaz de enfrentarse al presunto poder de este. Lo hará, conociendo la bonhomía que demuestra el responsable del negocio –John Harman (George Brent)-, al cual logra espolear apelando precisamente a su demostrada nobleza. Este se encuentra casado con una joven invalida, lo cual no impide que aplique su sentido de la responsabilidad en la librería, aunque quizá si que sea una razón para justificar ese carácter huidizo e incluso ausente, patente en su personalidad. No le valdrá el latente sentimiento amoroso que le brindará la eficaz empleada, que durante la contienda bélica fue su enfermera en un ataque que sufriera Harman.

No obstante, la tensa cotidianeidad de la librería pronto se verá subvertida con la presencia del altanero Jeffrey Hart (Peter Reynolds), quien acudirá a las instalaciones con la intención de robar un valioso libro que se encuentra custodiado bajo llave en una cristalera. Ruby contemplará sus intenciones, pero al mismo tiempo quedará seducida por el atractivo del joven -¿recuerdan la atracción de Marianne (Yvonne Monlaur) por el Barón Meinstel en THE BRIDES OF DRACULA (Las novias de Drácula, 1960)?-. Será algo que este, recién salido de la cárcel, aprovechará, induciendo a la muchacha a un peligroso juego de chantaje, sometido en la persona de Harman, aprovechando la carencia de sexualidad de este, siempre sometido a los cuidados de su esposa, apenas presente en el metraje, pero con indudable peso específico en el entramado dramático del mismo. Es algo que Terence Fisher logrará mostrar con brillantez, en aquellas secuencias que servirán para describir las relaciones latentes que existirán entre Stella (Marguerite Chapman), la antigua enfermera, y el responsable de la librería. Instantes que se desarrollarán en el despacho de este, y en los que tendrá una capital importancia tanto la presencia del retrato de la esposa ejerciendo de elemento detonante, como la ubicación de la cámara y la sucesión de sus encuadres. Algo que se puede percibir y admirar como prueba de la destreza del director inglés, a la hora de materializar en la pantalla, conflictos presentes en la psicología de sus principales personajes. A ello habrá que sumar esa capacidad para extraer el máximo rendimiento de la escenografía propuesta por la angosta biblioteca, de la que Fisher logra que ejerza como auténtico epicentro de las tensiones internas que sustentan sus roles. Así pues, como si fuera un pequeño microcosmos, no dejaremos de contemplar como unido a la atracción que Stella siente de manera latente con Harman, Clive la demuestra con ella en todo momento. El educado rechazo que sufre por parte de este, quizá esté en la raíz de la arrogancia que exterioriza en el cumplimiento de su deber como encargado, probablemente encubriendo con ello esa frustración interior latente en su personalidad.

En todo momento, THE LAST PAGE ofrece una clara cercanía con las corrientes dominantes en mal llamado cine noir británico. Máxime siguiendo el referente que poco tiempo antes se había consolidado con THE BLUE LAMP (El farol azul, 1950. Basil Dearden) –aunque había tenido exponentes previos de similar importancia-. Es precisamente el delincuente que encarnaba Dirk Bogarde en esta película, el que podríamos emparentar con el Jeffrey Hart de esta función. Jóvenes desclasados, que tienen en sus incursiones en la delincuencia el único asidero, para expresar su voluntad de emerger de un sistema de clases de asfixiante presencia. Tan opresiva como es el conjunto de una película que prácticamente transcurre entre interiores –tan solo destacan las secuencias de exteriores londinenses insertas en sus títulos de crédito-, que tiene su limitación más perceptible, en la mengua de credibilidad de su guión, por más que en él participaran dos reconocidos expertos en la materia, como el escritor James Hadley Chase, autor de la historia original, y Frederick Knott en calidad de guionista ¿Hay alguien que se pueda creer que al morir una esposa, el marido no quiera volver a su casa, dejando el cadáver, y prefiriendo mantenerse en su despacho?, o las propias circunstancias de la muerte de su mujer. Aspectos inverosímiles como estos, son los que limitan una película, con todo, apreciable en su simplicidad, en la que me gustaría destacar un instante tan pesaroso, como el travelling que recoge a Harmen entrando en la librería, siendo observado por todos sus empleados que conocen, antes que él, el suicidio de su mujer. O sin duda, el percutante pasaje en el que este retorna de noche a la librería, con la intención de encontrar un detalle que había descubierto entre las estanterías, y que podría esclarecer el crimen del que se le acusa, retirando unos libros que le llevarán a descubrir la sobrecogedora presencia de unos rostros, en realidad agentes de la policía ocultos en la oscuridad.

Por lo demás, THE LAST PAGE no dejará de ofrecer secuencias con el protagonista oculto en el solar de las ruinas de un templo –como en tantas otras propuestas del policial inglés-, y curiosamente culminará con la presencia de un fuego, aunque no purificador, pero preludiando la frecuencia que el mismo tendrá en la obra ulterior de este maestro del fantastique.

Calificación: 2’5

0 comentarios