THE FUNDAMENTALS OF CARING (2016, Rob Burnett) [Los principios del cuidado]
De entrada, THE FUNDAMENTALS OF CARING (2016), debut en la dirección cinematográfica de Rob Burnett, no es una película memorable. Lo importante es que en ningún momento lo pretende. Y desde la premisa de esa mirada en voz callada, de la propia influencia que asume de otros títulos precedentes –más prestigiados entre públicos norteamericanos, como podrían ser HAROLD AND MAUDE (Harold y Maude, 1971. Hal Ashby) o RAIN MAN (El hombre de la lluvia, 1988. Barry Levinson)-, lo cierto es que nos encontramos ante un título tan pequeño, tan liviano en sus costuras, como estimulante en la capacidad que esgrime en la relación de sus dos principales roles. Será algo, que se extenderá en la mirada establecida en torno a esa “otra” Norteamérica rural, que servirá como marco para el discurrir de su historia. Un argumento basado en una novela de Jonathan Evison, que describe la confluencia de dos seres torturados. Uno de ellos es Ben (Paul Rudd), un hombre que se adentra a la madurez, escritor que ha abandonado su vocación, sin apenas poder sobrellevar la traumática circunstancia de la pérdida de su hijo, negándose a facilitar el divorcio a su antigua esposa, de la que vive separado y aislado. Decidirá realizar un curso de cuidador, lo que le acercará a Trevor (Craig Roberts). Será el otro vector de esta tragicomedia. Un joven de buena familia, cuidado al amparo de su madre –su padre lo abandonó cuando tenía pocos años de edad-, al que se acercará Ben, logrando romper poco a poco el aislacionismo de un muchacho, enfermo de una completa distrofia muscular, que mantiene postrado a alguien al que se le diagnostican pocos años de esperanza de vida. Dominado por una dura rutina que apenas deja margen para cualquier atisbo de luz existencial, Trevor recibirá a Ben con hostilidad, aunque casi sin intuirlo ambos, surgirán una serie de lazos afectivos, que de entrada contravendrá la normativa existente entre los cuidadores, a la hora de expresar cariño con los enfermos a los que se han visto destinados.
En esa compleja relación, estará muy presente la permanente presencia de un humor negro, que en definitiva se erigirá como uno de los elementos más significativos de una unión que, sobre todo, se antojará como anticonvencional. Algo que permitirá a Ben exorcizar y brindar la definitiva catarsis ante un pasado que hasta entonces no había logrado asimilar, y para el joven Trevor, lograr algo que hasta entonces no había siquiera experimentado; vivir. Así pues, por medio de un relato que destaca ante todo por una magnífica y notable dirección de actores, y por el aporte de una luminosa fotografía, brindando un aura casi etérea a esa América rural que describe el largo viaje de Ben y Trevor. Lo hará teniendo como rémora una banda sonora que, a mi modo de ver, incide de manera equivocada en ese lado fabulesco que por momentos se inserta en el rrelato.
Nos encontramos ante una película auspiciada por la cadena televisiva Netflix, que la estrenó en nuestro país bajo el título “Los principios del cuidado”, que combina en su estructura su inmersión dentro de los parámetros del relato Indie –su premiere mundial tuvo lugar en el último Festival de Sundance-, su inclusión dentro de la variante de relatos “ejemplarizantes” y, por supuesto, su gancho a públicos juveniles, representando en la presencia de la joven Selena Gómez, que por cierto sale muy airosa de su participación en el relato. Sin embargo, por encima de todas estas intenciones iniciales. Por encima de las debilidades narrativas que esgrime una planificación que basa su funcionalidad en la precisión en el montaje. Incluso del innecesario uso del ralenti con el que se expresa episódicamente el trauma que atormenta a Ben. Lo cierto es que THE FUNDAMENTALS OF CARING esgrime “verdad” en sus mejores momentos. Lo hace fundamentalmente por esa mirada en voz callada que describe en el conjunto de su metraje. En su ajustado sentido del ritmo. En su querencia por un determinado aspecto de fábula, sin que ello elimine la carga de profundidad que se establece entre dos seres casi, casi, al margen de la sociedad, y que en su encuentro alcanzarán no solo una inesperada complementariedad, sino casi el necesario soplo del destino, para emerger de sendas situaciones revestidas de pesimismo. Es por ello que el relato se dirime siempre en voz baja, con hechos en apariencia carentes de importancia, con una acritud que poco a poco se va materializando en confianza y respeto mutuo y, sobre todo, con la presencia de esa constante presencia de elementos de humor negro –centrados fundamentalmente en torno a la enfermedad de Trevor-, que ejercerán como catalizador en el estrechamiento de la confianza entre ambos. La película, que cuenta con una irónica y al mismo tiempo emotiva y sorprendente conclusión, tiene su mayor punto de inflexión, en la clara apuesta que Burnett efectúa en el joven Craig Roberts y, sobre todo, en la mirada cansada y al mismo tiempo luminosa, de un Paul Rudd, que por si a alguien le cabía duda, demuestra una vez más su inmenso aporte dramático –en el que nunca estará ausente un contrapunto irónico-, capaz con la inflexión de su mirada, de dominar todas aquellas secuencias en las que se encuentra en el plano, y al mismo tiempo envejecer de manera tan milagrosa como magnética ante la pantalla. No contento con ello, Rudd aporta a la cinta la presencia de un viejo amigo, el actor Frederick Weller –THE SHAPE OF THINGS (Por amor al arte, 2003. Neil LaBute)-, en el breve rol del despreocupado y materialista padre de Ben.
Calificación: 2’5
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