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CINEMA DE PERRA GORDA

A FOREIGN AFFAIR (1948, Billy Wilder ) Berlín Occidente

A FOREIGN AFFAIR (1948, Billy Wilder ) Berlín Occidente

Aunque en los primeros pasos de su andadura como realizador, Billy Wilder ya se había caracterizado, por su valentía al afrontar títulos con argumentos más o menos espinosos, lo cierto es que hay que tener unos objetivos y una personalidad muy definida para, en pleno periodo de postguerra mundial, se atreviera a dar vida A FOREIGN AFFAIR (Berlín Occidente, 1948). No conviene olvidar, que ese mismo año, Roberto Rossellini había rodado su obra maestra GERMANIA ANNO ZERO (1948). Es decir, las atrocidades nazis, y la implicación de las fuerzas armadas estadounidenses se encontraban muy cercanas en la vida americana. Por ello, plasmar una mezcla de drama y comedia cínica, descrita en el marco del Berlín reconstruido por los aliados sería, como así sucedió, pasto de no pocas críticas, por parte de importantes sectores de la vida norteamericana. Pero al mismo tiempo, la película aparece, tanto tiempo después, como uno de los productos más acabados de la primera parte de su filmografía, avanzando paralelamente no pocos elementos de su obra posterior, le permite erigirse quizá, como la primera de sus obras, que podrían catalogarse, en última instancia, como quintaesencia de sus propiedades como cineasta.

Nos encontramos con un Berlín totalmente asolado por los recientes bombardeos en la II Guerra Mundial, protegida e iniciando su recuperación por parte de las fuerzas aliadas. Hasta la deteriorada ciudad, llegará un vuelo poblado por una misión de congresistas, procedentes de diversos estados, destinados a evaluar el grado de cumplimiento que ejercen las fuerzas USA allí destinadas, ya que han llegado noticias de ciertas desviaciones en la moral de los mismos. Será una tarea, en la que incidirá de manera muy especial, la inflexible y puritana congresista de Iowa Phoebe Frost (maravillosa Jean Arthur), escondiendo en su personalidad, la frustración de una lejana inquietud amorosa. A la llegada a tierras berlinesas, serán recibidos por el coronel Rufus J. Plummer (Millard Mitchell), iniciando sus tareas, mientras la congresista no dejará de observar ese lado lúdico y pasional, de acercamiento de los americanos con las fraulein alemanas, que llegará a vivir, inesperadamente, en carne propia. Ese episodio le llevará a acudir a un cabaret llamado Lorelei, donde actúa como cantante la alemana Erika Von Schluetov (Marlene Dietrich), de quien le indican en un pasado muy cercano, fue la amante de un preboste nazi, y que se encuentra protegida de la desnazificación, por el manto protector que le proporciona un alto mando norteamericano. Este no será otro que el capitán John Pringle (John Lund) quien, pese a tener una prometida en USA, no deja de mantener una relación con Erika, en medio de la hostilidad de su tarea berlinesa.

La obstinación de la congresista por adivinar que oficial norteamericano protege a esta, hará que Pringle utilice toda clase argucias, para evitar que esta conozca la verdad. Pero lo que no podrá evitar es que, casi de manera incomprensible, quede enamorado de una mujer como Phoebe, que se encuentra en las antípodas de su personalidad, pero a la cual la libertad que se respira en la liberada Berlín, ha convertido en una mujer abierta y desinhibida. Esa inesperada circunstancia, provocará unos no menos inesperados celos en Erika, que no dudará en utilizar su condición de protegida, para con ello salvar a Phoebe de una situación comprometida, pero, a cambio, hacerle comprender el desengaño sufrido, al saber que era ella la amante de Pringle. Esta última se querrá marchar de regreso a tierras americanas, completamente desengañada, sin conocer que el capitán ha sido conminado a mantener la relación con la cantante alemana, ya que ello sería el señuelo para que su antiguo amante -que en realidad se encuentra vivo- aparezca para cumplir su amenaza de matarlos a los dos.

A FOREIGN AFFAIR, muestra desde sus primeros minutos, su voluntad de combinar dos elementos en apariencia incompatibles. De un lado, su faceta de comedia cínica -hasta ese momento ausente, en el aporte como director de Wilder-, y de otro, la voluntad verista, de plasmar la realidad de la atroz ruina en que se encuentra Berlin, y la magnitud del mercado negro y la carencia de alimentos básicos. Dos ámbitos, que se encontrarán espléndidamente plasmados, en la secuencia en la que Pringle canjeará la tarta de chocolate que le ha enviado su prometida, por un viejo colchón, que servirá como regalo a Erika, en la secuencia donde descubriremos su relación y ámbito de comportamiento. Así pues, durante el primer tercio del relato, Wilder irá combinando ambas vertientes, ayudado en primer caso por la sombría iluminación en blanco y negro de Charles Lang y, en el segundo, por un juego disolvente, en el que tendrá mucho que ver la querencia por irónicos diálogos, y la descripción de la picaresca inherente, a la vida diaria de los soldados, e incluso a los mandos que supervisan su labor.

Lo que permite considerar y paladear la brillantez de esta película, es la progresiva incardinación de la misma en el ámbito de la comedia de enredo, a partir del momento en el que Pringle ha de simular la realidad de su relación con la cantante. Nos encontramos con un antecedente, de personajes wilderianos, como el Tony Curtis de SOME LIKE IT HOT (Con faldas y a lo loco, 1958) o el Jack Lemmon de IRMA LA DOUCE (Irma la dulce, 1963). Es decir, de hombres que han de adoptar una personalidad suplementaria, para poder salir delante de una inesperada situación, revestida de complejidad. Al mismo tiempo, ese viaje a Berlín que describe A FOREIGN AFFAIR, no dejará de resultar una avanzadilla. Primer exponente de esos ‘paraísos’ extraños, transformadores, y siempre proclives a divertidas vivencias, que proporcionarán títulos como ONE, TWO, THREE (Uno, dos, tres, 1961) –la otra película berlinesa de Wilder-, o AVANTI! (¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre?, 1972).

A partir de la presencia de estos rasgos, posteriormente tan ligado el mundo wilderiano, y sin olvidar su contexto de comedia revestida de cinismo, lo cierto es que su trazado se va deslizando con enorme sutileza a un ámbito que, si bien en pocas ocasiones se ha reconocido como esencial en su obra, en mi opinión quedará como uno de los más genuinos y perdurables; su adscripción romántica. Así pues, es cierto que la película nos deparará pasajes tan desternillantes, como ese padre con bigote nazi, que no puede controlar a un hijo que no deja de dibujar esvásticas, allá por donde pasa. Pero donde la película tomará una hermosa inflexión, será en la magnífica secuencia -una de las mejores de la película, desarrollada en el archivo, donde poco a poco se irán desnudando tanto Pringle como Phoebe, acosando este a la segunda mediante un divertido juego con los cajones de los archivos, hasta que finalmente la deje sin posibilidad de escapatoria, dándole un primer beso, que supondrá para la congresista, la liberación de ese puritanismo inherente hasta entonces en su interior.

Desde ese momento, junto a la presencia de divertidos detalles -la desinhibición de Phoebe en el cabaret, instantes antes de ser detenida en la redada-, poco a poco se irá insertando la delicadeza de su historia amorosa -la dolorosa secuencia en la que Erika le confesará a esta la dureza de su vida diaria, y la relación que le une al capitán. Wilder alcanza un enorme equilibrio entre drama romántico y comedia, hasta alcanzar tintes dolorosos con el desengaño sufrido por Phoebe -potenciando en esos momentos la iluminación en sombras de su rostro; maravilloso el plano ante el cristal de la pista de aterrizaje, escuchando entre lágrimas los sinceros argumentos disculpatorios de Plummer. Todo confluirá en una maravillosa secuencia, repleta de elegancia, de nuevo en el viejo cabaret, donde el capitán deberá alardear de su relación con Lorelei, mientras esta canta el maravilloso tema Ruins for Berlin, provocando con ello la aparición del buscado nazi que desea liquidarlos a los dos. La situación, será relatada inesperadamente a Phoebe, quien acudirá al mismo una vez provocado el tiroteo, temiendo que Pringle haya sido el eliminado. Al contemplarlo con vida, y tras abrazarlo apasionadamente, lo acosará con las sillas del recinto, en una situación que remedará la que ella vivió con los cajones del oscuro archivo.

Decididamente, considero A FOREIGN AFFAIR, una de las perlas escondidas, en la filmografía de Billy Wilder. Una obra en la que la dureza, el cinismo y el romanticismo, se dio de la mano, con una perfección pocas veces vista, en este primer periodo de la filmografía de su artífice.

Calificación: 3’5

3 comentarios

Pepe Gomez -

No vamos a negar que todo cineasta tiene claroscuros. Wilder es de los que los tiene al final de su carrera. Con películas fallidas como Fedora y Aqui un amigo. Pero en mi modesta opinión, es un gozo ver la mayoría de su filmografía.

Juan Carlos Vizcaíno -

Parcialmente, estoy de acuerdo contigo. Creo que a Wilder se le ha mitificado en exceso. Sin embargo, tiene un ramillete de grandes títulos y, personalmente, creo que EL APARTAMENTO es su obra cumbre. Sin embargo, siempre he considerado muy sobrestimadas, películas como PERDICIÓN, EL GRAN CARNAVAL, SABRINA o ARIANE.

Sevisan -

Wilder es un cineasta con frecuen sobrevalorado (en una reciente revisión, "El apartamento" me ha parecido por debajo de su fama). Sin embargo, "A foreign affair" es una de sus mejores y más ignoradas películas. Maravillosas las canciones de Friedrich Hollander: "Las ruinas de Berlín", "Ilusiones" y "Mercado negro".