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CINEMA DE PERRA GORDA

ANTHONY ADVERSE (1936, Mervyn Leroy) El caballero Adverse

ANTHONY ADVERSE (1936, Mervyn Leroy) El caballero Adverse

El caso de Mervyn LeRoy, es uno de los más desconcertantes del Hollywood clásico. Y no porque, en su dilatada andadura como realizador, se viera en él un profesional dotado de una gran personalidad. Por el contrario, durante muchos años, se le tuvo -lo tuvimos-, como el epítome de director plúmbeo, convencional, reaccionario y servil al mandamiento de la industria. Era algo que ejemplificaban sus títulos más conocidos y comerciales, ligados en su mayor parte al estudio convencional y poumpier por excelencia; Metro Goldwyn Mayer. Sin embargo, el paso del tiempo, nos ha ido permitiendo ir redescubriendo su obra -aún parcialmente-, demostrando que en la misma aparecen no pocos exponentes de gran valía, situados en su mayor parte en la década de los años 30 del pasado siglo. Es cierto que aparece como título mítico el magnífico I AM A FUGITIVE FROM A CHAIN GAING (Soy un fugitivo, 1932) pero, a mi modo de ver, el explosivo alegato antirracista THEY DON’T FORGET (1937), la supera en cualidades. Realiza varios estupendos y avanzados melodramas en aquellos años. O aparece en 1939 uno de los primeros relatos antinazis con ESCAPE (1939). O a inicios de los 60, rueda una fresca comedia con WAKE ME WHEN IT’S OVER (1960). Eso si, todo ello, en medio de un considerable conjunto de títulos inocuos, varios de los cuales pueden situarse sin desdoro, entre la producción más kitsch de su tiempo.

Con ANTHONY ADVERSE (El caballero Adverse, 1936) nos encontramos con un exponente de manual, avalando esas constantes contradicciones en el cine de LeRoy, proponiendo un relato folletinesco, en medio de un ámbito de producción, en el que se encuentran algunos de los mejores exponentes de su filmografía. Adaptación de la popularísima novela de Hervey Allen, ANTHONY ADVERSE adopta, desde sus primeros compases, los estilemas del folletín más desaforado, narrándonos la azarosa vivencia de un niño, fruto de una relación adúltera entre Marie Bonnyfather y Denis, un joven oficial, en la Italia de finales del siglo XVIII. Esta se encuentra casada con don Luis (Claude Rains), un acaudalado y poco recomendable noble español que, en un enfrentamiento a espada, eliminará al oficial, deshaciéndose del muchacho ilegítimo, una vez ha muerto su madre en el parto, y entregándolo anónimamente en un hospicio., Una vez Anthony Adverse -llamado así por su desdichada circunstancia personal- cumpla los 10 años de edad, será entregado al bondadoso John Bonnyfeather (Edmund Gwenn) quien, de manera inesperada, descubrirá que se encuentra ante su nieto, aunque jamás revele dicha condición al muchacho. Ello será el inicio de toda una serie de aventuras y vivencias, presididas en todo momento por un destino lleno de penalidades, en el que el ascenso económico y profesional de Adverse -por más que varios años de su vida los dedique en África al esclavismo-, en ningún momento se traduzca en una estabilidad personal.

Hace muchos años, en la revista Dirigido por… el llorado José María Latorre destrozaba literalmente la película, definiéndola en pocas palabras como un título anacrónico, con claras reminiscencias de las peores rémoras del periodo silente sin, por el contrario, albergar la grandeza que dicho marco, aportó a buena parte de su producción. Sin ser tan duro en, suscribo aquella lejana afirmación, en la medida que nos encontramos ante una película sin vida. No es que ANTHONY ADVERSE pueda ser acusada de folletinesca. Ha habido muchos títulos de peor inclinación a dicho subgénero, pero supieron subvertirlo, mediante una puesta en escena convincente, que trascendiera la pobreza y esquematismo de su material de base. El problema del film de LeRoy, es que carece de vida. Delimitado por una serie de rótulos que, en otro contexto, habrían podido ser suprimidos con facilidad, en realidad la película, revestida de ampulosidad, no ofrece más que la sucesión de una serie de cuadros plásticos y estampas visuales, sin el menor nexo o densidad entre ellas. Así pues, ambientados por una estridente banda sonora de Korngold, iremos contemplando los diferentes episodios de la vida de Adverse que, al estar dominados por esa carencia total de ligazón dramática, aparecen desprovistos de emotividad. Hay excepciones, como ese travelling frontal que se acerca al pequeño protagonista, cuando es intuida la ligazón familiar con el veterano Bonnyfeather, en donde la película, parece adquirir una cierta emotividad. Sin embargo, abunda en la morosa sucesión de estáticos episodios, una sensación de abuso en las ‘casualidades’ inherentes en todo folletín -ese tan poco creíble encuentro de Adverse con su amigo Vincent (Donald Woods), cuando ha sido detenido por las fuerzas napoleónicas, salvándole de una prisión segura-, impidiendo que su desarrollo, pueda ahondar en una mínima credibilidad.

Es por ello, que sus episodios se van sucediendo de manera apática, en medio de una sobrecargada y al mismo tiempo eficaz diseño de producción, pero eso sí, teniendo en todo momento la sensación de asistir a un relato desprovisto de vida, de emoción, de personajes creíbles y bien perfilados, y que parece asumir en sus costuras, los vicios más superficiales de un cine mudo ya sobrepasado, sin atesorar, por el contrario, las mejores cualidades de un periodo irrepetible del séptimo arte.

Calificación: 1’5

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