Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

HATTER’S CASTLE (1942, Lance Comfort) El castillo del odio

HATTER’S CASTLE (1942, Lance Comfort) El castillo del odio

HATTER’S CASTLE (El castillo del odio, 1942) es un ejemplo perfecto, rotundo, para contradecir el supuesto academicismo del cine británico. Escondida, apenas difundida, considero que se trata de una de las cimas de la producción británica de los primeros años cuarenta, al tiempo que uno de los primeros exponentes de la intensa personalidad de su artífice, Lance Comfort, experto creador a la hora de crear andamiajes psicológicos centrados en personajes torturados o sometidos a situaciones límite. Al propio tiempo, no dudo en considerarlo uno de los dramas más sórdidos tiempo, hasta el punto que tenernos que trasladar hasta algunas de las más virulentas producciones de Hammer Films –estas dentro del cine de terror-, para encontrar una mirada tan subversiva en torno a la sociedad que plantean sus imágenes -dominada por prejuicios y arribismos- y envuelta en ese clasismo inherente a la personalidad de su país.

Nos encontramos ante la tercera realización de Comfort, evidenciando en sus imágenes una extraordinaria plenitud de registros expresivos y, sobre todo, una demostrada capacidad para delimitar la entraña psicológica de unos seres a los que sobrepasan pasiones, debilidades e incluso su propio lado oscuro. La acción se desarrolla en la imaginaria población escocesa de Levenford en 1879, cerca de Glasgow. En dicho contexto, pronto descubriremos la poderosa y al mismo tiempo temible influencia que en ella despliega el terrible y brutal James Brodie (una descomunal creación de Robert Newton). Se trata de un hombre de clase plebeya, que durante su vida ha acompañado su deseo de elevarse a los más elevados estratos sociales de su entorno. Para ello no dudará en simular una supuesta ascendencia nobiliaria, o incluso vivir por encima de sus posibilidades habiendo erigido una espectacular mansión en las afueras de la población donde reside con su familia, a la cual mantiene atemorizada. Propietario de un próspero establecimiento de sombreros, su acaudalada condición será la que le permita su aceptación en el entorno acomodado de la ciudad, pese a que entre sus representantes inspire no poco rechazo. No es de extrañar, ya que su personalidad define un ser carente del más mínimo escrúpulo y dominado por su casi incontenible arrogancia, que no duda incluso en resultar infiel a su esposa al tomar como amante a Nancy (Enid Stamp-Taylor), camarera en Winston Arms que tanto frecuenta, y a la que constantemente agasaja con pequeñas joyas. Sin embargo, se trata de un hombre temido y despreciado a partes iguales por las fuerzas vivas de la ciudad. Algo que es consecuencia de su nada oculta mezquindad y, de manera sutil, por ser un abierto desclasado, que lucha por competir psicológicamente por esos en teoría respetables representantes de la comunidad. Adaptando una novela de A. J. Cronin, lo cierto es que HATTER’S CASTLE despliega una pavorosa galería de personajes, que bajo sus aparentemente respetables personalidades pueden competir en mezquindad con el propio protagonista. Seres como su vecino comerciante Grierson, que en todo momento establecerá una pugna económica con Brodie, quien se encontrará al punto de la ruina, pero que finalmente no dudará en revertir dicha situación, a quien antes le había sometido a humillación. Esa ruindad se describirá también en la figura del joven y arribista Dennis (el también escritor Emilyn Williams), a quien Nancy introducirá como empleado del sombrero, situándole muy pronto en el entorno de la hija de este –Mary (una jovencísima Deborah Kerr)-. En el fondo, esta se siente atraída por el noble dr. Renwick (James Mason), quien a espaldas de su padre no dudará en ayudar a su madre, -encarnada por Beatrice Varley-. Esta intromisión provocará un inmediato rechazo por parte del cabeza de familia, a quien situará en apariencia como un medrador, cuando en realidad no es más que uno de los escasos seres nobles que poblarán la película.

Lance Comfort acierta plenamente al imbricar la tipología humana descrita elevándose de manera rotunda, sobre otras apreciables pero muy inferiores propuestas del estilo, como el Anthony Asquith de la sin embargo más reconocida y posterior FANNY BY GASLIGHT (1944). Las imágenes de la película transmiten un creciente desasosiego. Una casi asfixiante sensación de incapacidad de emerger, en una sociedad dominada por el egoísmo, el medraje económico y la brutalidad. Una singular simbiosis de la que destacará la precisa reconstrucción de exteriores y la sordidez que presiden los pasajes descritos en el interior de la familia, en donde se potencia ese aspecto opresivo y bizarro, esa aura gótica y sombría, que el espectador siente de una manera casi física, potenciado por la planificación del cineasta, centrada en alternar constantes contrastes entre la ubicación de los actores y los fondos escenográficos de cada elección formal.

HATTER’S CASTLE implosiona en una espiral de tensión que irá conformando un aura casi irrespirable, en la que no se sabrá si resulta más repulsivo. Si el comportamiento social de esa colectividad solo interesada en el mantenimiento de unas apariencias, aparece plasmado en toda su crudeza, lo cierto es que todo gravita en torno a la personalidad de ese ser despiadado, producto quizá de un entorno hostil para alguien de orígenes plebeyos, y que en su lucha para emerger de dicho contexto ha adquirido en su personalidad una brutalidad que no solo ha extendido como un caparazón en sus comportamiento, sino que le sirve para mantener sojuzgada a su familia dentro de un ámbito cercano a la pesadilla como contexto cotidiano. Ya desde sus primeros minutos comprobaremos su rudeza al despedir a un viejo empleado de su establecimiento para sustituirlo por el astuto Dennis, a quien mucho más adelante, y cuando compruebe como este mantiene una relación con su amante, amedrentará con la aspereza que le caracteriza, forzándole a huir de la ciudad. Lo cierto es que el film de Comfort, denso y opresivo hasta extremos insospechados, despliega secuencias de pavorosa fuerza dramática. Lo demostrará el intento de Dennis por propasarse con Mary en la mansión Brady, en donde la caída de una espada ejerce como inequívoca metáfora. En el dramático pasaje de la huida bajo la lluvia de la citada Mary con quien la ha dejado embarazada –tras ser expulsada de su casa por su padre-, siendo despreciada por Dennis en el tren sin saber que una circunstancia del destino le salvará la vida. La fuerza con la que se describe como en la fiesta a la que acude Brodie, su mundo empieza a desmoronarse, cuando descubre que su esposa padece un cáncer de estómago incurable. La dolorosa sensación de la decaída esposa, al conocer que la mujer que su marido ha llevado para ejercer labores domésticas es la amante de su esposo. Conciente de ello, le planteará abatida un ultimátum a su marido, viendo como este cae en los encantos de Nancy –en una secuencia que nos adelanta esas relaciones de dominio tan reconocidas en el posterior cine de Losey- culminando con la muerte de la esposa tras verse traspasada de dolor. El uso de la elipsis nos trasladará a una creciente degradación de la figura de Brodie, quien recibirá su catarsis emocional cuando debido a su actitud amenazante lleve a su joven hijo Angus (Tony Bateman) a su suicidio, descrito en off en una secuencia de casi insoportable fuerza emocional. Antes, nuestro protagonista ha recibido el desprecio de su amante, que se rebelará –tal y como él lo había hecho con anterioridad en la sociedad que le rodea-, ante ese hombre al que ha aguanto únicamente por ese dinero y esos regalos que ya no puede costearle, dada la ruina que sobrelleva.

Densa e irrespirable, sombría y casi existencial, dominada por un alcance crítico de extraordinaria vigencia y una factura formal que avala la necesidad de revisionismo en la obra de su cineasta, HATTER’S CASTLE acusa, quizá, de una conclusión dominada por cierto alcance moralista, en ese funeral donde la figura de Brodie será contemplada con misericordia, mientras su hija Mary y el devoto dr. Renwick reanudan una relación que nunca apagó su amor. Sin embargo, en pocas ocasiones como esta, un conjunto tan demoledor en torno a las convenciones de la condición humana en la sociedad que describe, se encuentra tan necesitada de esa convención final, dejando entrar un poco de luz a uno de los relatos más sombríos del cine inglés de los años cuarenta.

Calificación: 4

0 comentarios