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CINEMA DE PERRA GORDA

LES MAGICIENNES (1960, Serge Friedman)

Al igual que sucediera en el conjunto de las cinematografías mundiales, también en el ámbito del cine francés, junto a los primeros exponentes de la Nouvelle Vague, aparecían propuestas menores, curiosidades aleatorias, que pronto fueron fagocitados por la febrilidad creativa de aquel momento. Una de ellas lo ofrece la irregular pero apreciable LES MAGICIENNES (1960), primero de los escasos largometrajes filmados por un hoy olvidadísimo Serge Friedman, más caracterizado en su impronta televisiva. Nos encontramos ante un drama psicológico, que destaca por la insólita impronta de desarrollarse en el ámbito del mundo del espectáculo y la magia. Y es que, en realidad, nos encontramos en medio de una de las populares tramas enrevesadas, surgidas de la pluma del tándem de escritores formado por Pierre Bolleau y Thomas Narcejac, de cuya novela surge esta adaptación articulada por el propio realizador, junto a François Boyer y Bernard Revon.

Conocidas por los aficionados son célebres y previas adaptaciones cinematográficas de novelas de Bolleau y Narcejac, como LES DIABOLIQUES (Las diabólicas, 1955. Henri-George Clouzot), la inolvidable VERTIGO (Vértigo / De entre los muertos, 1958. Alfred Hitchcock) o la coetánea y admirable LES YEUX SANS VISAGE (Ojos sin rostro, 1960. George Franjú), La película que nos ocupa, traslada lo más superficial del universo de ambos escritores. Es decir, historias dominadas por la ambivalencia y atmósferas turbias, y encabezadas por personajes dominados por sus contradicciones internas, y también por los enfrentamientos externos dirimidos entre ellos.

En buena medida, LES MAGICIENNES participa de este enunciado. Tras unos títulos de crédito dirimidos sobre fondo negro y la articulación de diversos trucos de magia efectuados por una mano de la que no adivinamos su dueño, conoceremos al protagonista masculino del relato. Se trata del joven y hosco Peter (un áspero Jacques Riberolles), quien viaja hasta Munich para asistir al funeral de su padre, un conocido mago llamado Alberto. Tras mostrar su reprobación a la extrañeza de un funeral revestido de la presencia y la actuación de compañeros de profesión, comentará a su madre -Odette (Ginette Leclerc)- que su intención es marcharse y retornar a un examen de piano que tenía pendiente. Sin embargo, hay algo que pronto pondrá en tela de juicio su intención inicial; conocer a Greta (Alice Kessler) la joven rubia que ejerce como estrella del espectáculo de magia. Con ella mantendrá un primer contacto, entre sentimental y sencillamente lúdico. Pese a activar un viaje en tren para marcharse, al final Peter aceptará comendar la compañía de espectáculo, tal y como su madre imploraba casi de manera angustiosa. La inesperada y casi fantasmagórica presencia de una de ellas, cuando se ha despedido en la estación de Greta, desconcertará al joven, quien finalmente retornará al espectáculo que tiene que sobrellevar su madre, para responsabilizarse del mismo. Sin embargo, lo que aparece como un nuevo punto de partida, no dejará de albergar un tinte cada vez más inquietante, puesto que, en realidad, junto a Greta actúa secretamente su hermana gemela Hildegarde (Ellen Kessler), en una dualidad que han mantenido todos los responsables del espectáculo, ya que en ella se articula el brillo de sus números de magia. Más allá de la sorpresa inicial, pronto las dos gemelas se enamorarán de Peter de manera caprichosa, llegando a sobrepasar a este, quien incluso llegará a separarse de ambas, aturdido por tal circunstancia y el constante equívoco que sobre él se establece.

El ambiente de tensión tendrá una trágica inflexión al producirse la muerte accidental de Hildegarde en una de las caravanas, teniendo todos los componentes del grupo que ocultar su cuerpo, dada la situación irregular en que se encontraban las gemelas, lo que permitiría al mismo tiempo descubrir lo que suponía el gran secreto del espectáculo. En apariencia, la muerte de Hildegarde debería tranquilizar a Peter, puesto que le sobrevive Greta, quien fue siempre su objetivo sentimental. Sin embargo, una nueva inquietud llegará en torno suyo, hasta el punto que en más de una ocasión tendrá la impresión de que la fallecida, en realidad, vive y se esconde de manera misteriosa. Una intuición que se irá extendiendo en la trastienda de los componentes del espectáculo, hasta que este quede desquiciado en los minutos finales, en donde realidad, deseo, sospecha e incluso cierta aura fantastique, en una conclusión donde, una vez más, la realidad criminal quede entremezclada con un cierto apunte mágico.

Atractiva e irregular, con momentos inquietantes junto a otros decididamente desaprovechados, LES MAGICIENNES atesora de entrada la singularidad de su propuesta, al tiempo que diversos giros y extrañas situaciones nos permiten concluir en un conjunto apreciable, por más que en numerosos momentos uno eche de menos la presencia de cineastas de superior fuste -Fellini, de nuevo Clouzot, o incluso evocar las manos de un Cavalcanti- que hubiera permitido alcanzar con similar base argumental, sin duda un resultado mucho más considerable. Pero, si más no, Friedman hinca su habilidad narrativa a la hora de configurar un relato dominado en su mayor parte por un tono sombrío, en donde aquí y allá no dejan de aparecer instantes ligados a un mundo mágico y feérico que, en última instancia, son los que proporcionan mayor atractivo a la película.

Momentos insólitos como la presencia del cadáver del padre, ataviado con su exótico traje de mago, velado en el interior de su caravana. La singularidad de su funeral, de ascendencia tan posteriormente felliniana. La fascinación que sobre Peter ejercerá contemplar los casi imposibles trucos en escena de la joven estrella. La extraña sensación que le producirá descubrir que en realidad estos se producen con la presencia de dos gemelas. Las cintas que le legó su padre, invitándole a que le suceda en la práctica de la magia. El inesperado encuentro de la que cree es Greta en el tren donde se marcha en tren, provocando una repentina sensación de hechizo. O, que duda cabe, esos inquietantes momentos en donde poco a poco se va percibiendo la inquietante evidencia de la posibilidad de que esa gemela muerta accidentalmente, en realidad se encuentre con vida… o quizá esté presente de manera espectral.

Por desgracia, no todo en LES MAGICIENNES adquiere el mismo interés. Más allá de esa permanente sensación de que en manos de otro realizador más arrojado e imaginativo, la película hubiera alcanzado un nivel más elevado, es bastante perceptible la falta de credibilidad que expresa la circunstancia, e incluso la plasmación, de la muerte de Hildegarde. También cierto desaprovechamiento de roles secundarios -ese eterno ayuda de Odette-. Y, en líneas generales, esa incapacidad de adentrarse en un ámbito más dominado por la transgresión de la realidad que propiciaba la magia, y que incluso el gesto desafiante de su protagonista, invocando a la libertad ante un destino tan sombrío, no termina de redondear.

Calificación: 2’5

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