THE OREGON TRAIL (1959, Gene Fowler Jr.)
Lo confieso. Me gusta escudriñar entre la amplia producción existente en el ámbito del western en la década de los cincuenta, puesto que en su seno se encuentran numerosos exponentes –en gran medida pertenecientes a la serie B-, provistos del suficiente interés, como para ser reseñados. Esa circunstancia, y el hecho de haber contemplado años atrás la simpática propuesta de la ciencia-ficción I MARRIED A MONSTER FROM OUTER SPACE (1958, Gene Fowler, Jr.), me animaron a acercarme a THE OREGON TRAIL (1959), una de las muchas aportaciones de la 20th Century Fox en el cine del Oeste en su tiempo. Y hay que reconocer que el acercamiento se salda con una enorme decepción, por diversos motivos. Entre ellos, el desfase existente en las intenciones de plasmar un argumento de presunto amplio alcance –nada menos que una visión de la llegada del progreso a su ámbito-, en una producción que pese a la engañosa presencia del CinemaScope, esconde una pobreza de producción que, en más de un momento, aparece casi cercana a la serie Z y, lo que es peor, conservando un claro tufo televisivo en su trazado. Son, sin duda, una extraña mezcla de elementos, que quizá en manos más expertas, hubieran podido confluir en esa rareza que, por desgracia, se desvanece casi a los pocos minutos de haberse iniciado.
Es curioso señalar que el plano más atractivo de la película, es precisamente el que la inicia; un inesperado travelling lateral hacia la derecha, describe lo que inicialmente aparece como el descanso de un individuo en tierras del Oeste, dándonos muy pronto cuenta de que es un cadáver atacado por los indios, y comprobando a continuación el asedio a que han sido sometido un grupo de colonos. Ello dará pie a una serie de acciones contrapuestas, donde podremos ver –nos encontramos a mediados del siglo XIX- las gestiones del presidente de los Estados Unidos, a la hora de lograr del embajador de Gran Bretaña el territorio del estado de Oregón, y alcanzando con ello un ámbito delimitado entre los dos océanos. Mientras tanto, el mandatario americano es consciente de los ataques indios en las caravanas de colonos que se dirigen hacia Oregón, aspecto por el cual incorporan a agentes del ejército camuflados como civiles. Unido a ello, encontraremos el encargo que asumirá el periodista del New York Herald –Neal Harris (un despistadisimo Fred MacMurray)-, para infiltrarse en una de esas caravanas y descubrir dicho entramado, para relatarlo posteriormente en su rotativo. Como se puede comprobar, nos encontramos con tres historias paralelas, que serán introducidas en la película con encomiable funcionalidad, prometiendo al espectador, bastante más de lo que posteriormente se le ofrecerá.
Y es que, a fuer de ser sinceros, THE OREGON TRAIL no deja de proponer una serie de andanzas, mil veces vistas antes y después en el género. Situaciones como las dificultades en los componentes de la caravana que centrará la acción, la presencia en la misma de personajes pintorescos –el colono con ínfulas ecologistas que encarna el ya veterano John Carradine, introducido en el relato para proporcionar un contrapunto cómico- o, como no podía ser menos, aportar un triángulo amoroso entre el señalado Harris, el inicialmente camuflado capitán Wayne (William Bishop), y Prudence (Nina Shipman), perteneciente a una familia de colonos que acompaña a su padre y a su muy débil abuela. Sin embargo, si algo se puede señalar en la contra del film de Fowler, reside sobre todo en la casi indigente elección de interiores, camuflando con ellos el discurrir de la caravana por tierras del Oeste. Esta perceptible circunstancia, unido a la utilización de retakes sacados de otras películas, para intentar insuflar vigor a una puesta en escena de tanta pobreza, contribuyen a que su resultado carezca de credibilidad, en la medida que su propio realizador ha sido incapaz de revertir en virtud las enormes limitaciones con las que partió, habiendo ofrecido con ello un resultado en donde predominara el componente de abstracción.
Nada de ello puede decirse que suceda en THE OREGON TRAIL. Dentro de esa sensación de producto baldío, cierto es que se pueden resaltar algunos instantes, que redimen el escaso interés de su conjunto. La inesperada presencia de una fuerte tormenta, cuando los componentes de la caravana se encuentran con una absoluta carencia de agua, mientras se produce una pelea. La adecuada tensión que se vive en el asedio indio al fuerte. La ironía de la cercanía de Harris con una india muy cercana a postulados pacifistas, cuando poco antes había aludido irónicamente a la posibilidad de dicho encuentro, o el tono elegíaco de la melodía de Paul Dunlap. Sin embargo, uno se queda con la sensibilidad de los instantes que precederán a la muerte de la anciana –Maria (Elizabeth Patterson)-. En ellos, centrados en unos pasajes desarrollados a pie de hoguera y, más tarde, en el interior de la caravana, su ya maduro hijo –Jeremiah (el siempre magnífico James Bell)-, le transmitirá con su mirada el dolor de ese hombre esperanzado en un futuro, en el que la figura de madre se encontrará ausente. Será, a fin de cuentas, el único episodio de verdadero interés –que culminará con la muerte de la anciana mostrada de manera elíptica una vez arrecie la lluvia-, en un título de engañoso atractivo, que demuestra como incluso en aquellos años tan prolijos en el cine de género, también había lugar para mediocridades como la presente.
Calificación: 1’5