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CINEMA DE PERRA GORDA

Gregor Jordan

NED KELLY (2003, Gregor Jordan) Ned Kelly, comienza la leyenda

NED KELLY (2003, Gregor Jordan) Ned Kelly, comienza la leyenda

¿Cuántas veces hemos visto en cine la sempiterna historia del joven bandido abocado a tal condición por la injusticia de la sociedad que le rodea? Son bandidos que se muestran solidarios con los más desfavorecidos de su entorno y de forma callada tienen en ese personaje en apariencia al margen de la legalidad, el mito que en el fondo ellos desearían incorporar en la rutina de sus vidas. No solo el cine sino la literatura ha sido muy prolija en adaptaciones de este tipo de personajes al margen de la legalidad, dando como fruto bastantes películas de interés que están en la mente de todos y que se enclavan por lo general en géneros como el western o el cine de aventuras.

En la conjunción de ambas variantes se encuentra esta nueva versión del más famoso bandido australiano, que ya en el pasado fue llevada al cine por Tony Richardson, encarnando Mick Jagger al personaje –estuvo a punto de llevarlo a la pantalla Karel Reisz con Albert Finney como protagonista-. La verdad es que no podemos comparar con su precedente cinematográfico, ya que la misma se erige como uno de los títulos más exóticos de Richardson y su exhibición comercial fue bastante menguada. Consciente de la popularidad de su leyenda, se traslada de nuevo a la pantalla su historia dentro del engranaje de la cinematografía australiana, a cargo de uno de los realizadores de la última hornada que mayor proyección tiene cara a la industria de Hollywood –ciertamente a tenor de lo visto no puedo decir que ese presunto talento sea algo tangible en la labor de Gregor Jordan como realizador-.

NED KELLY (2003) –subrayada con un innecesario COMIENZA LA LEYENDA en España- no es, por tanto, más que una enésima variación de los rasgos antes señalados, adaptados a las convenciones del western dentro de esas no demasiadas producciones que se desarrollan en el pasado de la historia australiana. Pero lo triste de su resultado es que en ningún momento su historia se sale de los más torpes estereotipos al respecto, ni su realización logra trascender esas limitaciones y el demasiado generoso metraje de la película se desarrolla con una creciente rutina. Aún queriendo ampararla con la presencia de una voz en off del propio protagonista que intenta desgranar sin contraste dramático alguno la evolución de su trayectoria como bandido –muy a su pesar-. Una andadura que se extiende en la Australia de la segunda mitad del siglo XIX, en una sociedad en la que el peso de su pertenencia al imperio británico, la presencia de emigrantes irlandeses y la opresión de las fuerzas gobernantes propiciarán la aparición de grandes desigualdades sociales rozando incluso la miseria.

Es en ese contexto y de forma casi casual –el enfrentamiento con un agente de policía que tiene una especial inquina hacia su familia-, se iniciará la rebelión de un joven bondadoso que se ve enfrentado a luchar contra unos estamentos que arruinan su entorno familiar e incluso encarcelan a su madre con el deseo de que se entregue. Por lógica, las imágenes de la película se centrarán en el devenir de nuestro personaje –Ned Kelly (Heath Ledger)-, al que acompañarán sus hermanos en una progresiva huída hacia el abismo en el que tendrá su talón de Aquiles la labor para capturarlo del inspector Francis Hare (Geoffrey Rush).

No se puede decir que todo esto sea muy original, pero lo peor de NED KELLY estriba en su predominio de la rutina, del esteticismo y el embellecimiento. Los hechos suceden sin lugar alguno para la dramatización, en una sucesión en la que se observa fundamentalmente una escasa –casi nula- dimensión psicológica de los personajes –otros simplemente quedan en estado embrionario, como la amante que interpreta Naomi Watts-. Sinceramente, a tenor de lo visto, valorando su escasísima fuerza dramática y viendo que las intenciones del producto estriban en dar rienda suelta a un reparto juvenil –con especial mención al nefasto Orlando Bloom-, creo que la película se destina especialmente a públicos de estas edades. Solo de esta forma se entiende la escasa profundización observada tanto a nivel dramático como de puesta en escena.

Y en esta misma línea confluye la torpe interpretación que Heath Ledger efectúa del protagonista. Pese a su intento de impostura de voz y de trasladar unos modales rudos y campesinos, Ledger carece de fuerza histriónica alguna y creo que se está equivocando su carrera en el intento –fracasado- de ofrecer retratos de personajes definidos en caracterizaciones, para las que hoy por hoy, no está en absoluto dotado.

Haciendo una valoración tan llena de reservas, poco nos queda pues para destacar en NED KELLY. Por supuesto está la esforzada labor de Oliver Stapleton a la hora de impregnar a la fotografía del film unos tonos terrosos acordes con la época retratada y nos queda la fuerza de la labor de Geoffrey Rush –su sabiduría como intérprete le permite dotar de entidad y matización a su personaje, trasladando en sus miradas una extraña fascinación por el bandido-. Pero fundamentalmente si destacara algo en concreto serían algunos momentos aislados en los que se traslada un componente de cierta irrealidad a la película. Me estoy refiriendo a ese encuentro fugaz en plano paisaje con un aborigen, las armaduras que los bandidos utilizan para responder al asedio de la policía, el plano en el que se ve el león del circo muerto por los disparos o también esos instantes llenos de fuerza en los que dos de los bandidos hermanos de Ned comprenden con lágrimas que tienen que matarse si no desean que la policía los capture tras el asalto inclemente al lugar en donde se han ocultado. Son pocos en suma los elementos que merecen el interés de esta mediocre película sobre la que más vale pasar por el manto del olvido.

Calificación: 1

BUFFALO SOLDIERS (2001, Gregor Jordan) Buffalo soldiers

BUFFALO SOLDIERS (2001, Gregor Jordan) Buffalo soldiers

Hay ocasiones en las que las circunstancias extra cinematográficas o “situaciones fuera de plano” crean unas expectativas que en ciertos casos no se corresponden con la realidad. Esta ha sido para mi la conclusión a la que he llegado tras visionar BUFFALO SOLDIERS (2001, Gregor Jordan). El perjuicio que en su carrera comercial propiciaron los atentados contra el “World Trade Center” de Nueva York el 11 de septiembre de 2001 –con la consiguiente invasión de patrioterismo que invadió la sociedad USA- llevaron a su censura inicial, hasta que finalmente en 2003 se pudo estrenar en USA, si bien en una difusión limitada.

En cualquier caso, esta contrariedad en su propio país le otorgó de cara al exterior un relativo prestigio, ya que la película se erige en una nada solapada sátira de los estamentos militares del ejército USA, en esta ocasión destinados en Alemania en las vísperas de la caída del Muro de Berlín a finales de la década de los ochenta. En ese contingente destaca la capacidad extorsionadora de Ray Elwood (Joaquin Phoenix), joven de trayectoria conflictiva que no tuvo más opción en su momento que iniciar su paso por el ejército en lugar de sufrir seis meses de cárcel acusado de robo. En su actual cometido Elwood se encarga de estraperlos, especialmente centrados en el mundo de la droga. Pero esta gama de delitos de desobediencia civil tiene un cierto día un tan trágico como sorpresivo botín. Dos camiones militares sufren un estúpido atropello en una gasolinera, muriendo sus ocupantes quemados pero quedando indemnes las armas que portaban de forma clandestina, y de las que se incautan los seguidores de Elwood.

Al mismo tiempo llega al destacamento el Sargento Lee (Scott Glenn), que muy pronto muestra sus hostilidades con Elwood y en todo momento hará valer su condición de excombatiente de la Guerra del Vietnam –se trata sin duda un individuo de instintos sádicos-. Si a ello añadimos las aspiraciones del pasivo coronel Berman (Ed Harris) para lograr el generalato, el romance que Elwood mantiene con la hija de Lee, el crimen que se comete en la lucha por las armas que se encuentran escondidas, o el pathos final con la explosión al intentar hervir la droga entregada a cambio de las armas, todo ello abrirá un abanico de imágenes, reacciones, relaciones y humillaciones propias de la institución militar, que ciertamente se ha visto antes y sobre todo, con mayor contundencia, en otros títulos del género.

Nada de ello sería en sí mismo censurable. Pero sí lo es que la puesta en escena de este guión esté guiada por una absoluta falta de fuelle narrativo. Las secuencias de BUFFALO SOLDIERS se suceden generalmente con aire cansino y sin un gran interés dramático. Creo que la labor de Gregor Jordan –de quien recuerdo un simpático film australiano llamado TWO HANDS (1999)-, no sabe estar a la altura ni del cinismo ni del tono como comedia ni, menos aún, del cierto aliento trágico que la propuesta podía ofrecer.

En un conjunto de secuencias más o menos eficaces pero carentes de fuerza, cabría destacar pese a todo momentos que apuntan las posibilidades que BUFFALO SOLDIERS podría haber aportado al cine de nuestros días; desde el inicio del romance de Elwood con Robyn –admirándola y ganándose su confianza al ver sin temor la horrible quemadura que esta sufre en su cuerpo provocada accidentalmente por su padre-, los momentos confesionales entre Elwood y Berman, la sorprendente secuencia del estallido inicial de camiones en una estación de servicio o la propia muerte estúpida y accidental de un soldado que desea participar en un partido ¡todo ello en pleno y aburrido periodo de paz!

En todo caso, habría que destacar con mucho la fuerza expresiva que logran los últimos minutos del film, en los que su aire de tragedia tiene una oportuna y sarcástica conclusión al comprobar que Elwood ha logrado salvar su vida, aunque ha perdido una pierna, su rostro alberga marcas y cicatrices, y se encuentra destinado en Hawai.

Convendría hablar también de la brillante labor ofrecida por el siempre excelente Joaquin Phoenix –su personaje y estilo interpretativo me recordó al joven Tony Curtis de comedias militares tan brillantes como OPERACIÓN PACÍFICO (Operation Petticoat, 1959. Blake Edwards)-, y al que cabría añadir pese a su breve presencia en pantalla el veterano Ed Harris. Es por ello precisamente por lo que la frustración queda más patente. No cabe decir con ello que BUFFALO SOLDIERS sea una mala película, pero sí es absolutamente insuficiente en su ironía, su sarcasmo y la hondura de sus propuestas y, sobre todo, en la morosidad de una puesta en escena realmente poco inspirada.

Calificación: 1’5