TIGHTROPE (1984, Richard Tuggle) En la cuerda floja
Es de noche. Una muchacha se despide de la celebración de su cumpleaños y en la calle le sigue un hombre que calza zapatillas deportivas y del que contemplamos su rostro y el uniforme de policía. Es decir, la película en modo alguno va a discurrir por el sendero de la búsqueda de la identidad del asesino de mujeres que tiene aterrorizada New Orleáns. La entraña de TIGHTROPE (En la cuerda floja, 1984. Richard Tuggle) muy pronto tendrá un indicio visual, al suceder la situación y el crímen inicial a un plano en el que el detective Wes Block (Clint Eastwood) utiliza también zapatillas deportivas. Será ese el primer detalle que unirá a un asesino de prostitutas y mujeres practicantes de perversiones, y al propio investigador que de forma cada vez más frecuente, se ve proyectado en esas prácticas, hasta llegar a plantearse mentalmente como uno de los posibles autores de los mismos.
TIGHTROPE es un policíaco que goza de relativo prestigio dentro del cómputo del género en la década de los ochenta, y que destaca –aunque de forma mas ténue de lo generalmente admitido- por diversos elementos. No sabemos si estos corresponden al empeño de su realizador –artífice también de otra simpática muestra del género titulada OUT OF BOUNDS (Fuera de límites, 1986)- o la voluntad del propio Eastwood –productor y estrella- por dotar de nuevos matices su sempiterno personaje de policía, ofreciendo paralelamente una visión dramática francamente insólita en el cine policial de aquel entonces, especialmente en los rasgos con que estos elementos temáticos son expuestos. Y es que el film de Tuggle está en todo momento impregnado de tensión y violencia interna, pero tiene el acierto de mostrar la misma de forma totalmente elíptica. Es quizá el rasgo narrativo más valioso de un título que destaca por la parquedad de sus diálogos o un acentuado laconismo que deja en la cuneta todo matiz discursivo y ejemplarizante. TIGHTROPE basa su propuesta temática en la crisis personal que sufre el protagonista, al que se le atisban ya los primeros síntomas de su vejez, y que se enfrenta a una separación matrimonial rodeado y apoyado por sus dos hijas y absorbido en su profesión –un rasgo bastante común en numerosos exponentes del género-. En ese contexto psicológico, no es difícil que aflore en él ese encuentro con su lado oscuro poblado de encuentros con prostitutas y prácticas sexuales poco habituales. Un lado oscuro este que –en mayor o menor medida- todos los humanos albergamos en nuestro interior –tal y como señala con certeza una compañera al protagonista en una conversación-, aunque la forma de sobrellevar estas manifestaciones -de forma latente o exteriorizándolas-, sea diferente en cada persona.
Dentro de este contexto, Wes Block asiste y al mismo tiempo se ve impulsado en unos asesinatos que cada vez se acercan más a su psicología más íntima, hasta tal punto que el asesino no será más que la exteriorización de una personalidad basada externamente en la defensa de la ley. Esa dualidad tendrá sus momento más perverso en los besos y caricias que brindará a su hija tras ser esta atacada por el perturbado criminal en su progresivo acercamiento al investigador. Lo que en teoría no son más que muestras de cariño paternal, adquieren en la película unos matices turbadores, para expresar el tormento interior que sufre. De forma paralela, el film de Tuggle se aviene a mostrar un Eastwood considerablemente viejo y cansado, pese a recurrir a tics estelares como mostrar su trasero en una de las secuencias, y por otro lado al resultar el ya veterano actor extremadamente hierático, no alcanza –a mi juicio- a ofrecer a su personaje los matices necesarios.
Pese a no dejar de recurrir a convencionalismos ya acostumbrados en las producciones de Malpaso –las tomas aéreas que abren y cierran la película-, caracterizarse por una cierta recurrencia a grandes angulares –su mayor debilidad narrativa- y la poca fuerza que adquiere la ambientación de las secuencias desarrolladas dentro del caranaval de New Orleáns, no es menos cierto que TIGHTROPE posee secuencias espléndidas, como la desarrollada en el almacén de carrozas –en la que no falta un apunte irónico hacia Ronald Reagan-, o la persecución final en un cementerio, combinando con inspiración tomas aéreas y travellings laterales.
Calificación: 2’5