Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

Steven Soderbergh

SEX, LIES AND VIDEOTAPE (1988, Steven Soderbergh) Sexo, mentiras y cintas de vídeo

Image Hosted by ImageShack.us

No hay nada mejor, sobre todo de cara a valorar el cine realizado en las últimas décadas, que dejar madurar sus propuestas con el paso del tiempo. Será siempre la obligada “prueba de fuego” que nos permitirá finalmente calibrar la verdadera valía de películas que en su día fueron aclamadas como un prototipo de modernidad. Y es que desde la apuesta arriesgada de Wim Wenders –presidente del jurado del Festival de Cannes 1989, para que se concediera a SEX, LIES AND VIDEOTAPE (Sexo, mentiras y cintas de vídeo, 1988. Steven Soderbergh) la Palma de Oro de la edición, además del galardón a la mejor interpretación masculina a James Spader- y que, sobre todo, sirvió para manifestar al realizador alemán que con SEX… se vislumbraba el futuro del cine.

Evidentemente, aquello queda como una no demasiado afortunada boutade, ya que analizando el producto comentado algo menos de dos décadas después, podemos concluir sin mucha dificultad que no es más una propuesta cercana al vodevil –ese entrecruzar de los cuatro personajes en litigio-, envuelta en esos tics que poco a poco se adueñarán en el cine de su realizador: Steven Soderbergh. Esta circunstancia sin duda le ha permitido ser considerado entre bastantes comentaristas cinematográficos como un “autor” o simplemente un director que goza de una cierta personalidad, aunque también no pocos aficionados disintamos de ese reconocimiento –mas allá de que esporádicamente haya firmado alguna película más o menos solvente -KING OF THE HILL (El rey de la colina, 1993, entre las que he visto)-. Bajo mi punto de vista, Soderbergh tiene una relativa habilidad en ofrecer “gato por liebre” y pretender que nos encontramos ante propuestas profundas, cuando en realidad estas son de lo más convencionales, jugando el director con la experimentación fotográfica de la que generalmente se suele responsabilizar personalmente, y la tendencia a un pretencioso uso de la banda sonora. Estos rasgos se han extendido en su posterior devenir cinematográfico, pero ya se encuentran presentes en este tan laureado como limitado debut como realizador para la gran pantalla.

Es por ello que SEX… queda como la primera clara demostración de la poco afortunada entronización de un realizador que entonces firmaba su primer largometraje tras una larga experiencia publicitaria -¡y como se nota en sus películas!-, pero que ha tenido la astucia de camuflar ese pequeño bagaje en “temas profundos” –la mediocre y casi insufrible TRAFFIC (2000), aunque en los últimos tiempos haya prestado armas y bagajes al servicio de vistosos –e igualmente cargantes- vehículos para el “clan Clooney- -las dos entregas de OCEAN’S…-.

Nadie diría sin embargo que contemplando SEX… esta circunstancia tendría lugar, ya que muchos cayeron rendidos ante la pretendida “profundidad” del retrato de cuatro personajes, en las que se pretendía desde la radiografía del vouyerismo, una disección de las neuras existentes en las emergentes clases sociales norteamericanas, y una posible visión de la realidad de las relaciones afectivas. En todo caso, creo que lo que hoy día resta de la propuesta de Soderbergh es más bien una pequeña película, interesante en la medida que se ciñe a una sencilla historia y un reducido compendio de retratos personales, pero a la que finalmente le aflora las insuficiencias de un tratamiento cinematográfico que apenas da para una duración convencional.

Image Hosted by ImageShack.us

SEX, LIES AND VIDEOTAPE se centra en la cuadruple relación –que generalmente de ofrece siempre de dos en dos personajes-, establecida entre el matrimonio formado por Ann (Andie McDowell) y John (Peter Gallagher). Ambos forman una pareja joven, aparentemente triunfadora y socialmente acomodada. Él es un abogado atractivo, narcisista y de éxito, mientras su mujer contempla con recelo la vivencia del sexo y entre los dos esposos no hay relación afectiva alguna, que John solventa teniendo como amante a Cynthia (Laura San Giacomo), la vulgar y atractiva hermana de Ann, al contrario que esta, siempre ávida de sexo. Un día llega a casa del matrimonio un antiguo amigo de estudios de John. Se trata de Graham (James Spader), un extraño joven que pronto revelará una personalidad introvertida y que sufre de impotencia tras una experiencia traumática mantenida con una antigua relación femenina. El recién llegado pronto provocará una extraña relación en Ann –inicialmente recelosa a su presencia en la casa como invitado-, descubriendo que este trabaja en un proyecto –jamás explicitado convenientemente en la película- para el que graba las impresiones de mujeres voluntarias en torno a su experiencia con el sexo. En ese entorno sucumbirán también en primer lugar Cynthia y posteriormente Ann, participando ambas del experimento y logrando entre las dos que se rompa el entramado que les unía por separado a John –la primera como amante y la segunda como esposa-.

Creo que lo que más puede atraer hoy día de SEX… es indudablemente la espléndida dirección de actores que se plantea en todo su metraje por medio de los cuatro actores protagonistas –en especial cabe destacar la labor de Andie MacDowell y James Spader-. Por medio de una planificación adecuada aunque quizá excesivamente fría –como frío ha sido en lo sucesivo el cine de Soderbergh-, este sirve su cámara a un entorno confesional y por momentos sincero en el que el cuarteto desnuda paulatinamente sus intimidades –como si de una terapia se tratara-, y con ello va desprendiéndose de prejuicios e inhibiciones que quizá no había sabido hasta entonces derribar, mientras que el único personaje que engaña y usa con prepotencia su aparente atractivo exterior, es el que finalmente será derrotado en este improvisado “combate a cuatro”.

Ni que decir tiene que la propuesta dramática –obra también del director-, tiene progresivamente bastante de “pompa de jabón”, que se ofrece de manera bastante artificial como propuesta de “autor” y que se buscan las fugas de luz y efectos lumínicos posteriormente consustanciales al cine del realizador. Pero pese a ello, creo que el título que nos ocupa sigue manteniendo una cierta sinceridad –la fuerza de algunos de sus primeros planos sobre los rostros de los actores; el instante en que Ann descubre el pendiente de su hermana bajo su cama de matrimonio- y poder de fascinación que al menos la permite ser contemplada con cierta simpatía, aunque –reitero- el paso del tiempo le haya otorgado otra significación; la de ver como aquello que se pretendía moderno y renovador, no ha dado pie más que a una andadura posteriormente rentabilizada y reconocida por la industria pero finalmente limitada y bien poco atractiva en resultados cinematográficos.

Calificación: 2’5

 

OCEAN’S TWELVE (2004, Steven Soderbergh) Ocean's Twelve

OCEAN’S TWELVE (2004, Steven Soderbergh) Ocean's Twelve

¿Se puede recordar en los últimos tiempos una película más narcisista que OCEAN’S TWELVE (2004, Steven Soderbergh)? La verdad es creo que resultaría muy difícil encontrar un título similar. Y es que si en su momento el producto que le sirve como referencia no logró en mí un excesivo entusiasmo –me estoy refiriendo a OCEAN’S ELEVEN (2001, Steven Soderbergh)-, al menos seguía una trama argumental que se basaba casi exclusivamente en los pormenores del atraco al casino que centraba su argumento –retomado, no se olvide, del referente cinematográfico protagonizado por el clan Sinatra a inicios de los sesenta-. Junto a ello y al mismo desfile de las atractivas estrellas que adornan el film que comentamos, se podía contemplar un más o menos agradable sentido de la ironía y las relaciones que se establecían entre algunos de sus personajes poseían un cierto interés. En resumidas cuentas, un título de discreto entretenimiento rodeado con la presencia de las más lujosas luminarias y “rostros guapos” del cine norteamericano de los últimos años.

A nadie le podía llamar a engaño que con una “constelación” de dichas características, el producto resultante fuera un considerable éxito comercial y que la rentabilidad de la misma –ninguna otra circunstancia hacía necesario el retorno cinematográfico de la “cuadrilla” de Daniel Ocean (George Clooney)- implicara un retorno de dichos personajes. Pero ya se sabe... el dinero es lo importante, incluso para aquellas estrellas que tanto pregonan la integridad de su carrera en la pantalla –y por otro lado se pueden permitir intervenir en cualquier título que desee-.

Fruto de todo ello es este OCEAN’S TWELVE, que se inicia con un prólogo situado en Roma en el periodo en que se desarrolló el título precedente. La secuencia es breve pero irónica y prometedora, y muestra a Rusty (Brad Pitt) en su devaneo con la inspectora de policía, que ingenuamente le detalla como van cercando a un ladrón... que no es otro que él mismo, por lo que escapa de ella de forma sibilina. Lamentablemente, las perspectivas que preconiza este breve inicio muy pronto se diluyen por completo ante dos interminables horas en las que realmente no parece existir guión y el “moderno” Soderbergh demuestra que no es más que un realizador preocupado en aplicar un estereotipado lenguaje muy cercano a los modos publicitarios. Pero todos estos rasgos no inciden más que en servir a las estrellas que conforman el estelar reparto, que lucen sus “numeritos”, “gracietas” y aparecen con sus más sofisticados modelitos. Unos rasgos en los que lleva la palma Brad Pitt, demostrando en todo momento encontrarnos antes con un modelo de lujo que un actor competente, y no pudiendo disimular sin embargo los estragos y ojeras que marca la edad para alguien que desesperadamente está intentando parecer joven a toda costa.

La “excusa” argumental de OCEAN’S ELEVEN se ciñe a una nueva reunión de los personajes que pocos años atrás lograron el robo del casino que comanda Terry Benedict (Andy García). Este los amenaza conminándolos a que les devuelvan su botín –incluidos intereses- y ambos se reúnen de nuevo para intentar otro golpe. El disparato argumento de base ¿por qué tres años después del atraco temen la actitud de Benedict? ¿no era más lógico pensar en eso antes de que el golpe se hubiera efectuado? No es más que al aviso sobre la ausencia de lógica que planea sobre el conjunto de este mediocre film mainstream, en el que a cada momento se introducen arbitrariamente nuevos elementos por intentar insuflar –infructuosamente- de superficial interés a una trama de insostenible inexistencia.

No se puede mantener una película de dos horas de duración como si fuera una auténtica “pompa de jabón”, confiada casi exclusivamente en una hipotética química de las estrellas de su cast, en el vistoso repertorio de modelitos que luce Brad Pitt, en la presencia de pintorescos personajes como el acaudalado ladrón que encarna Vincent Cassel –la secuencia en la que este describe como asalta un objeto muy vigilado burlando casi en forma de ballet resulta una de las cimas del ridículo cinematográfico-, o en la sucesión de incongruencias mal disfrazadas en forma de cajas chinas, que en todo momento escamotean al espectador la posibilidad de un relato al menos coherente.

Que quieren que les diga –y viene esto a la mente por la presencia como guest star de Bruce Willis-, uno se queda antes mil veces con la tan denostada EL GRAN HALCÓN (Hudson Hawk, 1991. Michael Lehmann), que sin duda debería servir como referente de un film festivo y chispeante –con todas las deficiencias que se le pudieran objetar-. En su defecto, OCEAN’S ELEVEN es un mediocre, aburrido y por momentos irritante producto comercial que en nada beneficia las trayectoria de las “luminarias” que en ella participaron, y de la que solo me interesan algunos detalles –uno de los cuales es comprobar que Soderbegh recurra a menos efectismos visuales y de montaje que en OCEAN’S ELEVEN-. Fundamentalmente me parece bastante divertida la recurrencia del personaje de Julia Roberts... interpretando a Julia Roberts –pese a que la argucia de guión rebase los límites de la credibilidad, tal y como sucede con la recurrencia a la presencia de la madre de Linus Caldwell (Matt Damon) para sacar a este de la cárcel-, y no puedo dejar de disfrutar la breve pero carismática presencia del gran Albert Finney, al que el paso de los años solo está permitiendo consolidar su condición de auténtico “monstruo sagrado” de la interpretación –siempre lo he considerado el mejor actor británico de todos los tiempos-.

Como se puede ver, mucho modelito, estrellas por doquier, y mediocridad y aburrimiento garantizado.

Calificación: 1

 

OUT OF SIGHT (1998, Steven Soderbergh) Un romance muy peligroso

Image Hosted by ImageShack.us

Dentro del cine comercial norteamericano más o menos reciente, el hecho en ocasiones de retrasar unos años el visionado de alguna película puede ser un elemento sin duda revelador a la hora de vislumbrar determinados elementos “renovadores” que quizá fueron ensalzador por determinada crítica en su momento. Detalles que posibilitaron que en las posteriores películas de un realizador siguieran ese sendero de facilidad. Ese es para mí el rastro que me ha facilitado el sobrevaloradísimo y falsamente audaz Steven Soderbergh en su película OUT OF SIGHT (1998) –UN ROMANCE MUY PELIGROSO en España-. Extraño ejemplo de nombre ensalzado en sus inicios en el Festival de Cannes, posteriormente abandonado por la fortuna crítica y a raíz de la película que comentamos recuperado por la industria norteamericana para elaborar juguetes comerciales de lujo o pretendidas denuncias aún más pretenciosas que los primeros.

OUT OF SIGHT, como antes señalaba, supone la definitiva consolidación de Soderbegh en esta parcela, para lo cual es evidente que el apoyo de la emergente estrella George Clooney ha sido un elemento determinante. En este policíaco basado en una novela de Elmore Leonard, Clooney encarna a Jack Foley, un carismático atracador de bancos que comanda el golpe perfecto para robar una valiosa fortuna de diamantes en bruto valoradas en más de cinco millones de dólares pertenecientes a un sujeto llamado Ripley. A partir de ahí se desarrolla una historia en realidad bastante simplona que tiene en su –a mi juicio desaprovechadísima- génesis en la especial relación amorosa mantenida entre Foley y la agente especial Karen Sisco –es especialmente ridículo como muestra Soderbergh la pasión de la agente por Foley escenificando un encuentro soñado en la bañera con este-, estableciéndose una especial tela de araña erótica que rodea la singular disposición temporal del film.

Image Hosted by ImageShack.us

Y es que UN ROMANCE MUY PELIGROSO encubre la nadería de su tratamiento cinematográfico adelantando algunos de los tics que adornarán –con sorprendente éxito comercial-, películas tan discretas como OCEAN’S ELEVEN (2001) o mediocres como la increíblemente prestigiada TRAFIC (1999). A saber; la inserción de un fondo musical falsamente percutante, la disposición arbitraria de la narración temporal de la historia, la inserción de fotos fijas, ralentis, zooms y toda una serie de efectismos cinematográficos que casi hacen añorar algunos envejecidos thrillers de los 70. Al margen de estas generalidades, la película es excesivamente larga, con una profusión de diálogos en contadas ocasiones efectivos, y uno tiene la sensación de asistir a una gigantesca pompa de jabón que evidentemente tiene su máximo elemento de interés en el carisma demostrado por un George Clooney al que al mismo tiempo ya adivinamos en sus tics claramente narcisistas que prodigará hasta la extenuación en posteriores films –entre ellos el ya citado OCEAN’S ELEVEN-.

Pocas veces una historia quizá no muy atractiva pero por las que particularmente siento debilidad –me suelen gustar mucho las películas de atracadores-, me ha resultado tan aburrida, tan poca cosa y tan extenuante. Realmente poder ver una secuencia casi ritual de asesinatos en la mansión de Ripley –en la que la sordidez de los mismos va acompañado de un cierto sentido del humor-, o un inicio ciertamente prometedor que muy pronto diluye su efecto –ese intento de atraco de Foley con un método realmente inusual-, se ve adueñado de tal escaparate de naderías y tonterías con la cámara de un director que quizá pudo ofrecer “gato por liebre” con esta película –y creo que con otras posteriores, que incluso le llevaron a lograr un oscar al mejor director-, pero que estimo que hoy día no engaña absolutamente a nadie.

Image Hosted by ImageShack.us

Pese a que el casting de secundarios es interesante, ciertamente sus personajes no existen, y hay que reseñar finalmente una mención especial a la presencia de una Jennifer López con su aspecto de perpetuo repollo siempre salido de sala de maquillaje, que con sus nulas aptitudes jamás logra una química con Clooney, especialmente con una de las más ridículas secuencias de amor jamás vistas ante la pantalla, con una nevada falsísima como fondo y que parece extraído de cualquier anuncio navideño de champañ Freixenet.

Calificación: 1’5