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CINEMA DE PERRA GORDA

ENCHANTMENT (1948, Irving Reis) [Hechizo]

ENCHANTMENT (1948, Irving Reis) [Hechizo]

Tenía bastante expectativas puestas llegado el momento de contemplar ENCHANTMENT (1948, Irving Reis) –jamás estrenada comercialmente en nuestro país, aunque emitida en pases televisivos con el título de HECHIZO-. A las buenas referencias que algunos aficionados me habían transmitido, se unía el hecho de estar firmada por el poco conocido Irving Reis (1906 - 1953), quien unos años antes logró a mi juicio una estupenda comedia romántica con THE BIG STREET (Su última danza, 1942). Si a ello unimos el hecho de encontrarnos ante una película enclavada dentro de esa amplia producción de posguerra, en la que el “fantastique” estaba tamizado por una visión romántica y amable de la muerte –por la que tengo una cierta debilidad-, entenderán que esperaba encontrarme ante una pequeña delicatessen. En este sentido, he de reconocer que mis expectativas han quedado relativamente defraudadas. El film de Reis me parece un título atractivo y con algunos fragmentos magníficos, pero creo que en su conjunto la mezcla de géneros y el conjunto de influencias que alberga su metraje, no siempre alcanza la debida homogeneidad.

 

Una voz en off ocupa en los pasajes iniciales el punto de vista de la propia casa protagonista. Una vieja mansión ubicada en pleno Londres del apogeo de la II Guerra Mundial. En su interior reside el viejo sir Rolland Dane –“Rollo”-, veterano general que se encuentra atendido por el también veterano mayordomo Proutie (Leo G. Carroll). “Rollo” se encuentra dominado por los recuerdos del que siempre fue el amor de su vida, y a quien no ha visto desde hace muchos años, aunque parezca que telepáticamente se comunica con ella. Los recuerdos y las añoranzas tendrán inesperadamente –o quizá no tanto-, la presencia sorprendente de la joven Grizel Dane (Evelyn Keyes), sobrina del militar. Pese a recibirla con cierta aspereza, Dane acogerá a su sobrina, lo que motivará que los viejos recuerdos cobren vida propia en el devenir de la historia. Es así como iremos conociendo la manera por la que la pequeña Lark Ingoldsby (Teresa Wright) se introduce en el seno de la familia protagonista –esta ha quedado huérfana de sus padres de manera traumática-. A partir de ese momento su vida se unirá en un contexto familiar contando con la admiración de los dos hermanos, ligada a la animadversión mostrada por la única mujer de los Ingolsdsby –Selena (Jayne Meadows)-. Será esta quien siempre verá a Lark como una advenediza, indigna de ocupar el más mínimo peso social y resintiéndose del éxito que el encanto de la muchacha va adquiriendo en las fiestas londinenses. Una circunstancia que le acercará hasta el marqués De Laudi (Shepperd Strudwick), quien paulatinamente se verá atraído hasta la joven, a quien finalmente pedirá en matrimonio. La muchacha agradecerá el gesto, pero en ella siempre ha quedado marcada su secreta atracción por “Rollo”, quien en un momento determinado le pedirá igualmente en matrimonio. Ambos parece que van a vivir una vida feliz, pero un impedimento hará imposible tal deseo; un ambicioso destino del militar en Afganistán que le separará de ella durante cinco años. Tal circunstancia y la intervención de Selena, llevarán finalmente a Lark a abandonar la casa y casarse con el marqués. Han pasado ya bastantes años; Rolland parece que desea unirse en otra dimensión con su amada, pero habrá un elemento que parece ejercer como continuidad en esta historia de amor; la relación que su sobrina ha mantenido de forma casual con el joven soldado estadounidense Pax Masterson (Farley Granger). Este ha acudido a la mansión por una promesa que hizo a Lark, a la que conoció poco tiempo atrás. Parece que el destino viene a cerrar el círculo; cuando los dos jóvenes están a punto de separarse, tal y como hicieron décadas atrás “Rollo” y Lara, finalmente el veterano militar logrará convencer a Grizel de la necesidad de su apuesta con el estadounidense, corriendo ella a su encuentro en pleno bombardeo, contemplando ambos como una de dichas bombas destruye la mansión, y llevando a su dueño a reencontrarse con su amada en el más allá, fallecida un mes atrás.

 

Ni que decir tiene que el relato de su base argumental –procedente de la novela Take Three Tenses, de Rumer Godden, trasladado en forma de guión por John Patrick-, resulta sumamente atractivo. Parte de ese interés se traslada a la pantalla, pero creo que esas intenciones no están debidamente armonizadas en un conjunto a mi juicio desigual, con instantes provistos de gran sensibilidad, mientras que otros a mi juicio no alcanzan la intensidad buscada. En este sentido, cabría señalar en primer lugar la fuerte personalidad que imprime la excelente fotografía en blanco y negro de Gregg Toland, incidiendo en la tan famosa profundidad de campo experimentada en sus colaboraciones con Orson Welles o William Wyler. En este sentido, sinceramente creo que dicho rasgo de personalidad –con ser excelente en sí mismo-, de alguna manera deviene chirriante en el conjunto. Además de esta circunstancia, lo cierto es que la oscilación de géneros no siempre se encuentra bien integrada –como sí sucedía en la mencionada THE BIG STREET-, y la manera con la que se integra pasado y presente en el relato –con el uso de panorámicas que relacionan objetos y situaciones en uno u otro plano temporal-, con ser eficaces, no dejan de devenir finalmente recurrentes.

 

Con todas estas objeciones, no quisiera que se viera en ello una visión negativa de la película. ENCHANTMENT es una película agradable, que alcanza a mi juicio sus máximas cualidades en todo cuanto rodea al personaje de Lark, encarnado espléndidamente por la gran Teresa Wright. En su entorno se puede valorar desde una crítica al clasismo aún imperante en la sociedad inglesa, o el aura romántica que su figura representa. A ello debemos unir la elegante partitura de Hugo Friedhofer, la competente labor del conjunto de actores –magnífica la dualidad del que representa David Niven-, o el aprovechamiento de una escenografía de interiores, en la que numerosos detalles, sombras y elementos, ayudan a potenciar el alcance dramático de la historia. Sin embargo, incluso en el cast de la película, podemos llegar a aborrecer la presencia de un Farley Granger más inadecuado que nunca y poblado por un ridículo bigote. En definitiva, el buen sabor de boca que nos puede proporcionar el film de Reis, no debe en ningún momento hacernos olvidar las posibilidades que su material de base les permitía, y que en el contexto de este tipo de cine, ofreció exponentes tan valiosos como PORTRAIT OF JENNIE (Jennie, 1948. William Dieterle) o la menos conocida THE LOST MOMENT (Viviendo el pasado, 1947. Martin Gabel).

 

Calificación. 2’5

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