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CINEMA DE PERRA GORDA

YOU WILL MEET A TALL DARK STRANGER (2010, Woody Allen) Conocerás al hombre de tus sueños

YOU WILL MEET A TALL DARK STRANGER (2010, Woody Allen) Conocerás al hombre de tus sueños

A estas alturas de la vida, cuando la carrera de Woody Allen discurre con tanta placidez como mecanicismo –dicho este término en el mejor sentido de la palabra-, ya parece haberse disipado aquel aforismo que señalaba que cualquier obra estrenada del realizador newyorkino era considerada una nueva obra maestra. Parece, por el contrario, que ya no despierta el interés de tan solo unos años atrás, quedando prácticamente como un icono para el público barcelonés –en donde de forma muy astuta Allen rodó uno de sus títulos menos memorables-. Y un servidor, que nunca ha sido un seguidor incondicional de su obra, no deja de considerar injusto este retiro en el que de forma callada y discreta se está ubicando una andadura cinematográfica en la que se podrán cuestionar sus más y sus menos –sobre todo su preponderancia de lo verbal sobre lo específicamente narrativo-, pero que en  su conjunto merece un respeto dentro del cine realizado durante las últimas décadas. Dentro de ese contexto, parece que la exhibición de YOU WILL MEET A TALL DARK STRANGER (Conocerás al hombre de tus sueños, 2010) ha supuesto un producto propicio para hablar de la senilidad del autor de MANHATTAN (1979), aspecto este que de entrada no comparto, en la medida que Allen no solo ha rodado títulos de mucho inferior calado que el que comentamos, sino que el mismo revela a mi modo de ver una patina de melancolía, revestida de unos modos fílmicos relajados, en los que no desaprovecha la posibilidad para introducir las suficientes cargas de profundidad. Todo ello le permitirá cuestionar esa sociedad media londinense, que un hombre tan avezado en la vida como es nuestro cineasta, no podía dejar de expresar en una película de aspecto sencillo y humilde, pero de costuras más hondas de lo que su entramado superficial pudiera proporcionar.

YOU WILL MEET A TALL… apuesta de nuevo por la comedia coral, evocándonos lejanos títulos de su artífice, y en esta ocasión rodada en un Londres en el que Allen se siente ya especialmente a gusto. Su propuesta se inicia con una voz en off que a primera instancia se nos puede antojar temible –no olvidemos que uno de las debilidades del Allen cineasta es su preponderancia de la palabra sobre la imagen-, pero que muy pronto comprenderemos ejercerán como necesario catalizador para presentarnos la galería humana y el mosaico que poblará la función. Así pues, nos acercaremos al matrimonio Shebritch que, de repente, se separa –el marido; Alfie, asumirá la ilusión de enfrentarse a una segunda juventud, casándose incluso con una joven casquivana que solo va en busca de su dinero-. Por su parte, su hasta entonces abnegada esposa Helena (estupenda Gemma Jones), se abandonará a las predicciones que le formulará una oportunista adivinadora, mientras mantiene en su casa a su hija Sally (Naomí Watts),  y su esposo Roy (un Josh Brolin cada día más enrome como intérprete), un escritor frustrado y en crisis creativa, después del éxito efímero de su primer libro. Sally logrará por su parte formar parte del staff de la galería que dirige el atractivo Greg (Antonio Banderas), con quien poco a poco empezará a intimar, pese a que este se encuentra también casado. Para cerrar el círculo, Helena conocerá a un viudo que regenta una humilde librería de ocultismo, con el que se podrá vislumbrar un futuro en sus vidas, mientras que su hija se separará de Roy –que ha logrado un inesperado éxito apropiándose del manuscrito de un colega suyo que cree ha fallecido en un accidente-, quedando frustrada en su intento de acercarse sentimentalmente a Greg, quien por su parte lo ha hecho con una de las pintoras que esta le presentara en su momento, y cuando Sally se encuentra a punto de iniciar su aventura profesional junto a una compañera.

A tenor del sucinto recorrido argumental que comentamos, YOU WILL MEET A TALL… se ofrece como una actualizada variación de LA RONDE (La ronda, 1950) ophulsiana, en donde cada causa tiene su efecto, en donde lo aparentemente nimio ofrecerá su oportuna repercusión, y en el que incluso las situación es más duras vividas por sus personajes, en realidad quedarán tamizadas por un baño de extraña placidez, como si fueran comentadas por alguien que ha vivido los suficientes vaivenes que ofrece la existencia, como para restar importancia a los que la misma proporciona. No se si resultaría lo suficientemente adecuado señalarlo, pero es quizá en esta ocasión donde personalmente atisbo una patina más singular de melancolía en sus personajes. Bajo su apariencia banal, sin obviar ser divertido en no pocas ocasiones –los contrastes que ofrece el impostado matrimonio protagonizado por Hopkins-, sin dejar en el off de la función elementos de extrema gravedad –la recuperación del autor de la novela que ha devuelto el éxito y la falta autoestima a Roy-, Allen no se olvida en esta ocasión de mostrarse diestro con el uso de plano secuencia y, sobre todo, con la pintura de caracteres. Todas y cada una de las criaturas que pueblan su ficción están descritas con tanto cariño, mostrando su debilidades como tales seres humanos –destaquemos la facilidad con la que hace aflorar el carácter autoritario de Helena en plena sesión espiritista, o el detalle de Roy, cerrando esa ventana que le muestra la visión de otra joven de gran belleza una vez se ha unido sentimentalmente con los mismos métodos a Dia (Freida Pinto).

Nunca se he sido un especial seguidor de aquello que comúnmente se denomina la ligereza “renoiriana” en determinadas obras del conocido director francés, pero justo es reconocer que en esta película de Allen se atisba una mirada casi contemplativa. Se percibe la intención de mostrar un retablo humano en el que en realidad se relatan situaciones tristes y propicias a una mirada desencantada de la vida. Sin embargo, al contrario que sucede en tantos de sus otros films precedentes, en esta ocasión el newyorkino opta por un sendero liviano en su aspecto exterior, aunque en absoluto desprovisto de hondura en su mirada interior. En ese sentido, es donde bajo mi punto de vista se encuentra la auténtica entraña de esta película que, si bien no puede situarse entre las cimas de su obra –bajo mi punto de vista menos de las que se suelen considerar-, creo debería ser merecedora de una mirada más serena y, ante todo, reconocer en ella no la senilidad con que algunos la despacharon, sino la muestra fílmica de un hombre que a lo largo de cerca de cuarenta títulos ha sabido desarrollar un sendero quizá más irregular de lo que se le suele reconocer, pero que en esta ocasión propone la mirada de un ser sensible. Un demiurgo que proporciona una oportunidad teñida de cariño, a un relato que podría suceder –aunque se desarrolle en un ámbito de clases medias / altas-, en cualquier contexto y ciudad. En definitiva, bajo mi punto de vista, YOU WILL MEET A TALL… demuestra que Allen va atisbando la cercanía del final de su obra y, quizá por ello –aunque no conviene adelantar acontecimientos-, esta propuesta se torne hasta tierna en sus momentos más elegíacos, aunque nunca el veneno que lleva dentro abandone su lugar adecuado.

Calificación: 3

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