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CINEMA DE PERRA GORDA

WOMAN IN A DRESSING GOWM (1957, John Lee Thompson)

WOMAN IN A DRESSING GOWM (1957, John Lee Thompson)

Lo primero que se le viene a uno a la mente al contemplar WOMAN IN DRESSING GOWM (1957) –rodada por John Lee Thompson inmediatamente antes de la estupenda ICE COLD IN ALEX (Fugitivos en el desierto, 1958)-, es ratificar una vez más al hecho de que el Free Cinema no surgió de la noche a la mañana, sino que fue un escalón más en torno a una tendencia realista inherente a los modos del cine británico, convenientemente evolucionada con el paso del tiempo. Es más, la película de Thompson, podría establecerse como una especie de puente entre los primeros exponentes del Free, y la lejana corriente de relatos psicológicos entre los que podríamos señalar el mítico –y para mi un tanto sobrevalorado- BRIEF ENCOUNTER (Breve encuentro, 1945. David Lean)-. Entre ambas vertientes, asistimos –conviene ya señalarlo- a un magnífico drama matrimonial, centrado en un contexto de residencia dominado por modernas y frías edificaciones. Una panorámica casi circular nos introduce en los propios títulos de crédito, a ese contexto de relativo progreso, prolongado al contemplar a un muchacho repartiendo periódicos en la mañana de un domingo y, con ello, introduciéndonos en el hogar de los Preston. Una familia compuesta por Amy (Ivonne Mitchell), su esposo Jim “Jimbo” (Anthony Quayle), y el hijo de ambos, Brian (Andrew Ray), ya encaramado en la adolescencia.

La película se iniciará con lo que podríamos denominar la “danza de la rutina”, describiendo los modos –torpes pero voluntariosos- de la madre, levantándose temprano para preparar el desayuno a los dos hombres de su casa. Con el fondo de la música de la radio –quizá el único contacto con una realidad que exteriorice Amy en una existencia dominada por su grisura-, la contemplaremos con su atropellada manera de preparar dichas comidas, acentuado por una planificación casi musical de Thompson, que por momentos nos recuerda la puesta en práctica por Mackendrick en algunos de sus títulos. Será el contrapunto narrativo al bloque que le sucederá –narrado de manera más clásica-, que de manera sorpresiva –Jimbo señala a su esposa que tiene que trabajar en domingo-, nos muestra la ya prolongada infidelidad que mantiene con la joven Georgie (Sylvia Syms), secretaria en la firma en la que él trabaja. Pese a la diferencia de edad existente entre ambos, mantienen una sincera unión amorosa, para la cual solo resta que Jim se decida a anunciar a su esposa la situación, pidiéndole el divorcio. Este no encuentra el momento adecuado, ya que no quiere herir sus sentimientos, reconociendo la bondad y abnegación que Amy ha demostrado en las dos décadas que llevan casados.

En el intento de este para exteriorizar dicha petición, los escarceos de esta para disuadirlo, y la resolución final que albergará esta incómoda situación, se describe el drama que encierra WOMAN IN A DRESSING GOWM, sin duda una de las diatribas más duras que jamás haya expresado el cine británico, en torno a la mediocridad y hastío de la vida matrimonial en las clases obreras del país. Son muchas las virtudes que atesora esta una de las brillantes aportaciones de Thompson al cine de su tiempo –y son bastantes, en las que demuestra ser un cineasta inspirado e incluso reconocible-, pero una de ellas reside en su capacidad para implicarse en la descripción del comportamiento de sus personajes, sabiendo ser crítico y al mismo tiempo compasivo con ellos. Por momentos, Amy puede aparecer como una mujer de nulo atractivo, o incluso cercana a la psicosis, pero en otros instantes esta demuestra su lucidez y talla humana. Por su parte, su esposo se describe en algunos instantes rudo, pero en otros resalta una vulnerabilidad que le supera. Su amante, quizá en algún momento nos pueda resultar posesiva, pero en sus palabras y actitudes destilará una enorme capacidad de comprensión, a la hora de entender las reservas de Jimbo, puesto que conoce a su esposa y comprende que se trata, sobre todo, de una mujer decente.

Estructurando el drama, tomando como epicentro ese piso no demasiado viejo, pero caracterizado por la falta de orden impuesta por esa madre superada por las circunstancias, y una rutina existencial de la que ella misma es incapaz de sobresalir, Thompson acierta al plasmar su abrasadora visión de esa vida matrimonial en la que ya no hay lugar para el disfrute, la sorpresa o el más mínimo aliciente. En pocas ocasiones el cine de las islas había transmitido una visión más desoladora, aunque sin dejar de mostrar esa aura crítica, refuerce esa invectiva al proporcionar ese elemento humano, al hacer vulnerables y hasta cierto punto compadecerse de las miserias de sus personajes. Es por ello, que aunque la planificación y línea narrativa varíe a la hora de describir los devaneos de la relación oculta entre Jim y Georgie, plasmándola con un aura más clásica y, por así decirlo, convencional. Será un oportuno contraste que servirá para que el espectador se sienta –quizá sin intuirlo- descolocado entre ambos ámbitos dramáticos. Un acierto más, en una película que sorprende por la capacidad de introspección que es capaz de esgrimir en su trazado. Algo a lo que ayudará notablemente la magnifica labor de su reducida pero admirable galería de actores –en especial, la asombrosa Ivonne Mitchell, premiada aquel año en el Festival de Berlín; atención a su reacción cuando Jim le anuncia su intención de divorciarse-, o la inspiración para matizar las contradicciones de ese nuevo escenario, para una pareja que navega a la deriva de la rutina, con una esposa que jamás acude a la peluquería y que no deja de llevar puesta esa vieja bata de estar por casa. Thompson al centrarse en ese reducido entorno de la amiga vecina –que también vive un contexto de crisis, pero se muestra más astuta ante ello-, pero sobre todo describe un autentico drama para ese matrimonio que no tiene ya nada que decirse, pero que quizá tampoco tiene posibilidad de acción fuera de su ámbito. Por una parte, ese marido que sin que lo advierta, en realidad no tiene posibilidad de rehacer su vida más allá de la coraza protectora de su esposa. Y enfrente de él se encuentra ese ser sin autoestima y abandonado de sí mismo, que intentará sorprender a Jim arreglándose y organizando una velada, en un episodio patético que llega a conmover –es imposible no sentir piedad por esa esposa que desea aparecer atractiva, y a la que una inesperada lluvia devolverá a al realidad, unido a su fallido intento de ponerse un vestido que levaba años sin utilizar –se le romperá la cremallera-.

Conla precisión de la húmeda fotografía en blanco y negro del gran Gilbert Taylor, WOMAN IN A DRESSING GOWM destaca en la apuesta por el detalle que Thompson prodiga a lo largo de su discurrir, y que se extiende en numerosas ocasiones en su planificación. Me referiré solo a algunos de ellos, insertos en su parte final. Ese polvo que Amy quitará del vestido que quiere ponerse para impresionar a su marido, ese pitido de la cafetera de te que se encuentra en el fuego, que impedirá a Jim y su amante acercarse ese momento en la vivienda del matrimonio, o la manera con la que el hijo retira o ubica una taza de te, en esa bandeja en la que figurarán dos o tres, en función del abandono o regreso de este.

Asumiendo un final en apariencia conformista, no cabe duda que con las anteojeras críticas del pasado, esa sería la mirada que se podría extraer en una visión rápida de la película. No hace falta que reparemos en la mirada ausente de Jim, en medio de unas convenciones que no abandonará durante el resto de su vida, delatando la lucidez de esta espléndida película, con la que se confirma la magnifica andadura que su director exteriorizó en sus primeros años de carrera. Algo que merecería una revisión detenida, reconociendo en él al menos una obra parcial llena de vigencia.

Calificación: 3’5

2 comentarios

Luís -

Fantástica pelicula, sustentada en tres magníficas interpretaciones.

Enrique -

Hola Juan Carlos, el título correcto de la película es "Woman in a dressing GOWN".
Gracias por volver a escribir en el blog.